DISCÍPULO ES AQUEL O AQUELLA QUE AMA Y SIGUE A
JESÚS.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera venir
conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que
quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la
encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y
qué podrá dar uno a cambio para recobrarla?. Porque el Hijo del hombre ha de
venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces
dará a cada uno lo que merecen sus obras. Yo les aseguro que algunos de los
aquí presentes no morirán, sin haber visto primero llegar al Hijo del hombre
como rey’’. (Mt 16, 24-28)
Discípulo es aquel o aquella que ha creído en Jesús como el Hijo de Dios
y como su Mesías (Mt 16, 16) El discípulo nace en el “Encuentro con Jesús” y se
hace en la escucha y obediencia de su Palabra, para luego, aceptar libremente
pertenecer a Jesús y a su Grupo. Que primero les llama amigos, después, les
llama, hermanos. Pareciera que por las venas de Jesús, corre la misma sangre
que corre por las venas de sus discípulos. Es Jesús el que elige a sus
discípulos: Jesús les respondió: «¿No os he elegido yo a
vosotros, los Doce? Y uno de vosotros es un diablo.»(Jn 6, 70) Los llama
después de una noche de intensa oración: “Subió al monte y llamó a los que
él quiso; y vinieron donde él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y
para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios.” (Mc 3, 13- 15)
El
llamado es a servir por amor a Dios y a los hombres: “Mas
Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como
señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así
entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será
vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro
esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido,
sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»”(Mt 20, 25- 28)
El
llamado es la conversión a Jesucristo: «Venid a mí todos los que estáis
fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo,
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.» (Mt 11, 28- 30) Lo
mismo que antes les había dicho: “Desde entonces
comenzó Jesús a predicar y decir: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha
llegado.” (Mt 4, 17) La conversión consiste en ser como Jesús: hombre libre
para amar y para servir a la causa del Reino.
Las características de la conversión a Jesucristo: Vivir en la Verdad que nos lleva al Amor, a la Libertad, a la Santidad
y a la Justicia. Lo que significa salir de los terrenos de las tinieblas para
seguir a Cristo Luz del Mundo (Jn 8, 12). Para hacer de la Voluntad de Dios la
delicia de los discípulos. “Han probado lo bueno que es el Señor y hemos creído
que Tú eres el santo de Dios” (Jn 6, 69) Han creído en el Enviado del Padre y
deciden pertenecer a Jesús.
“El que quiera venir conmigo, que
renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga.” Renunciar a sí mismo es renunciar al
Ego y a todo lo que le pertenece: el poder, el placer y el tener. Lo que
significa abandonar los terrenos del Hombre Viejo, despojándose del traje de tinieblas
para revestirse con el traje de la Luz. Revestirse de Jesucristo (Rm 13, 13- 14).
“Que tome su cruz y me siga”. El
destino de Jesús es el mismo que el de sus discípulos: Padecer, sufrir y morir
con y por su Maestro.
Con palabras de PABLO: Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus
pasiones y sus apetencias. (Gál 5, 24) ¿O es que ignoráis que
cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos,
pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual
que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del
Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva”. (Rm 6, 3- 5)
Si el mundo los odia, sepan que antes me odió a mí. «Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado
antes que a vosotros. No sería lo mismo si ustedes fueran del mundo, pues el
mundo ama lo que es suyo. Pero ustedes no son del mundo, sino que yo los elegí
de en medio del mundo, y por eso el mundo los odia. Su fuerais del mundo, el
mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he
sacado del mundo, por eso os odia el mundo. Acuérdense de lo que les dije: el
servidor no es más que su patrón. Si a mí me han perseguido, también los
perseguirán a ustedes. ¿Acaso acogieron mi enseñanza? ¿Cómo, pues, acogerían la
de ustedes? (Jn 15, 17- 20)
“Porque el Hijo del hombre ha de venir
rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces dará a
cada uno lo que merecen sus obras”. Pondrá las ovejas a su derecha, y
los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha:
"Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para
vosotros desde la creación del mundo. (Mt 25, 33- 34) Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí,
malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles.(Mt 25,
41)
El
discípulo de Cristo hace de su vida un sacrificio vivo, santo y agradable a
Dios (Rm 12, 1) Vive y está en un proceso de conversión, no está hecho, sino, haciéndose,
en la escucha y obediencia de su Maestro que le pide dos cosas: Ámame y
Sígueme.
Pero nunca olvidemos las palabras de Jesús en Mateo: Así que por sus frutos los reconoceréis. «No todo el que me
diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga
la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor,
Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en
tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás
os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 20- 23)
Así como hay falsos y
verdaderos profetas, también hay, falsos y verdaderos discípulos. “Por sus
frutos los reconoceréis”.
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