DEJARSE ENCONTRAR POR EL BUEN PASTOR

 

DEJARSE ENCONTRAR POR EL BUEN PASTOR

¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella, que por las noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre celestial no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños’’. (Mt 18. 10- 12)

Jesús es el Buen Pastor, que si una de sus ovejas se le pierde, deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió, y la busca hasta encontrarla (Lc 15, 4) Jesús encuentra al que se deja encontrar. Dejarse encontrar implica algunos pasos: Escuchar su Palabra: “Mi Padre te ama, vuelve al Camino que te lleva a la Casa de mi Padre”. ¿Dónde está ese camino? “Ese Camino soy Yo, nos dice Jesús”. “Te amo a pesar de que eres pecador”. Y te atrae hacia Él con cuerdas de ternura y con lazos de Misericordia.

El segundo paso es reconocer que no somos felices, nos encontramos vacíos de amor, de valores y de Dios. No caminamos, nos arrastramos.

El tercer paso es reconocer que nos hemos equivocado, erramos y pedimos la gracia de Dios pecando. El pecado nos paga con la muerte (Rm 6, 23)

El cuarto paso es reconocer que estamos necesitados de ayuda, sin esa ayuda no podemos salir de pozo de la muerte, Bajo las estrellas del cielo, sólo Cristo salva (He 4, 12)

El quinto paso es reconocer y aceptar que esa ayuda sólo viene de Jesús. Jesús es nuestra ayuda. Con amor paciente ha esperado este proceso que lo descubren los profetas:

Así lo dice el profeta Oseas: Por eso yo voy a seducirla; la llevaré al desierto y hablaré a su corazón. Allí le daré sus viñas, el valle de Akor lo haré puerta de esperanza; y ella responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que subía del país de Egipto. (Os 2, 16- 17) Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y en derecho en amor y en compasión, te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás a Yahveh.(Os 2, 21- 22) Jesús se acerca al pecador llevando en sus manos la dote para su boda: la Palabra de Dios, el perdón y la fidelidad.

Jesús, el Buen Pastor, quiere sacarnos de Egipto o de Babilonia, la tierra de la esclavitud y de la servidumbre: Cuando Israel era niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo.   Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí: a los Baales sacrificaban, y a los ídolos ofrecían incienso. Yo enseñé a Efraím a caminar, tomándole por los brazos, pero ellos no conocieron que yo cuidaba de ellos. Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer. (Os 11, 1- 4) Dejarse encontrar es dejarse amar y dejarse perdonar.

Jesús es el buen samaritano: Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva." (Lc 10, 33- 35)

Jesús cuando encuentra a la oveja perdida no la deja tirada en el monte, se acerca a ella con compasión, venda las heridas con el aceite del consuelo y con el vino de la esperanza, lo pone sobre su cabalgadura, lo lleva a la posada y cuida de él. La posada es la Comunidad, es la Iglesia y el posadero es el servidor que recibe dos denarios: La Palabra de Dios y los Sacramentos, dos medios para sanar a los enfermos del pecado. Cuida de él, delante de las ovejas, para que aprendan la pedagogía del Buen Pastor para sanar las heridas, con compasión, con paciencia y con amor.

Y promete volver a dar a cada uno según sus obras: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva." Por eso Juan nos dice: Amó hasta el extremo, hasta el dolor, hasta el sufrimiento, hasta la muerte (cf Jn 13, 1)

El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. (Jn 10, 10- 11)

¿Qué hace Jesús para darnos vida en abundancia? Lo primero se nos acerca y nos da su Palabra que es “espíritu y vida”. Si creemos en su Palabra él entra en nuestros corazones: Entra y lleva en sus manos los frutos de la redención: El perdón, la paz, la resurrección y el don del Espíritu Santo.

“La fe viene de lo que se escucha, la Palabra de Dios” (Rm 10, 17) Pero, Santiago nos dice: no se contenten con ser oyentes hay que se practicantes (Snt 1, 12) El que escucha la Palabra y la obedece construye su Casa sobre Roca (Mt 7, 24) Para luego escuchar a Jesús decirnos: “Dichosos los que escuchan mi Palabra y la ponen en práctica” (Lc 11, 28) Ese es el que se convierte en Familia de Dios: en madre, hijo o hija, hermano o hermana de Jesús. Es el que hace la voluntad de Dios. (Lc 8, 21)

La Voluntad de Dios la descubrimos en la Escritura: Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros tal como nos lo mandó. (1 de Jn 3, 23) La voluntad de Dios es que guardemos sus Mandamientos y su Palabra: En esto sabemos que le conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco» y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en él. Pero quien guarda su Palabra, ciertamente en él el amor de Dios ha llegado a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. (1 de Jn 2, 3-5)

 

 

 

 

 

 

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