LA CORRECCIÓN FRATERNA SEGÚN EL
EVANGELIO DE JESÚS.
Iluminación: Dios ha reconciliado consigo al
mundo, por medio de Cristo, y nos ha encomendado a nosotros el mensaje de la
reconciliación. (2 Cor 5, 19)
En aquel
tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Si
tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás
salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos
personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos.
Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le
hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano.
Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y
todo lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
Yo les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir
algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o
tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos''. (Mt 18, 15-20)
Yo a los que amo, los
reprendo y corrijo. Sé, pues, ferviente y
arrepiéntete. (Apoc 3, 19) La corrección fraterna está íntimamente
ligada a la caridad fraterna. Se corrige por amor y para que haya cambios,
nunca para humillar ni para aplastar a nadie. La corrección fraterna es un don profético
del Espíritu para conservar el orden en la Comunidad. Como don profético ha de
llevar el sello del Espíritu. Nunca divide, engaña, manipula, confunde y mata.
Todo lo contrario debe llevar ánimo, consuelo, reconciliación, liberación y
corrección. Se corrige con humildad y con caridad. Es una enseñanza para la
vida, y por lo mismo pide oración íntima, cálida y extensa.
“Pero si
ni así te hace caso, díselo a la comunidad”. Es decir, a los encargados de la comunidad. A los superiores. Si
acepta la corrección se salva, se humilla y se convierte al Amor, a la Verdad y
a la Vida (Jn 14, 6).
“Y si ni a
la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano”. Es un castigo medicinal, si se
arrepiente acógelo y perdónalo. Recordando las palabras del Evangelio: “Yo les
aseguro que todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo
que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo”. La corrección fraterna
es un llamado a la reconciliación, con Dios y con la Comunidad. Para volver a
ser hijos de Dios y hermanos de los demás.
El corazón
es lo más retorcido; no tiene arreglo: ¿quién lo conoce? Yo, Yahveh, exploro el
corazón, pruebo los riñones, para dar a cada cual según su camino, según el
fruto de sus obras. (Jer 17, 9- 10)
La finalidad de la corrección.
La
finalidad de la corrección es la educación en la fe y para la vida. La Biblia presenta a Dios como el educador por
excelencia que busca llevar a su pueblo a la plenitud de la madurez en el amor.
Lo hace por medio de enseñanzas y pruebas. Su método es el familiar: “como un
padre que ama a su hijo lo reprende, con ternura lo amonesta y lo corrige por
medio de lecciones divinas (Dt. 8, 5[D1] ).
Lo que no se debe hacer al corregir a un hermano.
No echar en cara
los defectos de la persona. Presentándose como el que todo lo sabe. El otro es
un ser humano y debe de ser tratado como tal.
No arremeter contra el
otro para avergonzarlo. Esto puede suscitar complejos de culpa o de
inferioridad. Una corrección mal hecha puede llegar a ser fuente de neurosis.
No buscar
ridiculizar a la persona delante de los demás. Esto puede generar sentimientos
o impulsos agresivos. La violencia engendra violencia.
intereses propios, como sería buscar la propia gloria.
Ahí hay maldad.
No utilizar métodos
agresivos (palabras o golpes). Muchos hombres y mujeres después de una
corrección inadecuada han recurrido al alcohol o a la droga, o sencillamente le
siguen la contraria a quien los ha corregido, llenándose de odio, rebeldía y
más.
Corregir con
humildad y mansedumbre. (Prov. 23,
23; Mt. 7, 3ss; Lc. 6, 39ss; Jn. 8, 7ss). La corrección humilde exige el
reconocimiento de las propias debilidades y la posibilidad que uno mismo puede
caer. De esta manera se evita caer en el rigorismo de los fariseos que sólo ven
los defectos de los demás: "La paja en el ojo ajeno" (Lc 6, 41).
Corregir
con mansedumbre es corregir sin violencia, sin agresividad, sin odio.
La mansedumbre es la virtud que se opone a la ira. Quien corrige con
mansedumbre tiene presente que el amor es más fuerte que el odio, por eso, es
capaz de soportar las debilidades de los que él ama. La única finalidad de su
corrección es el desarrollo integral del otro, el bien integral de la persona
(Gál. 6,1-2: 2 Tim. 2, 25)
Quien
corrija ha de tener la disponibilidad de prestar sus hombros para
cargar las debilidades de los demás (Rom 15,1).
Corregir
con sabiduría y con entendimiento. (Prov 23, 23) Equivale a corregir con justos motivos. No se
corrige por lo que se ha oído. Puede ser un chisme. Se ha de corregir siempre
que haya justos motivos y después de haberlo dialogado. El castigo ha de ser
proporcionado de acuerdo a la falta cometida. Qué importante es que tengamos
presente el método de Jesús: “No exige lo que antes no ha dado”.
Corregir
con amor y blandura. Teniendo
presente que a quien se corrige es a una persona poseedora de sentimientos. Una
corrección hecha sin amor puede causar heridas y sofocar la dignidad del otro.
La corrección amorosa exige ser hecha con palabras respetuosas, veraces y
limpias. No deja lugar a las palabras groseras o sucias. Corregir con amor no
es fácil, ya que se opone la soberbia que se anida en nuestros corazones:
"El hijo sabio atiende a la instrucción de su padre, el arrogante no
escucha la reprensión. " (Pr. 13, 1). "Una respuesta suave calma el
furor, una palabra hiriente aumenta la ira. La lengua de los sabios hace
agradable la ciencia, la boca de los insensatos esparce necedad." (Prov
15, 1- 2)
Corregir
con paciencia y de manera gradual. Cuando la corrección familiar es una verdadera
manifestación del amor cristiano, tiene presente la edad, la madurez
psicológica y cristiana de la persona a quien se corrige. No todos tenemos la
misma capacidad de comprensión (Tt. 3, 10). Lo anterior nos ayuda a no caer en
un perfeccionismo farisaico que tanto daño puede hacer a nuestras familias y a
nuestras comunidades cristianas.
Corregir en
espíritu de oración. La corrección
no debe hacerse sin antes haber hablado a Dios del otro. La oración garantiza
que el amor es la única motivación por la que se corrige. Sólo entonces
estaremos hablando como enviados y representantes del único educador en el
amor: el Padre de Jesús que nos capacita en su Espíritu para toda obra buena.
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