ABRE LA BOCA Y COME LO QUE VOY A
DARTE.
Esto dice el Señor: “Hijo de hombre, escucha lo que voy a decirte y no
seas rebelde como la casa rebelde. Abre la boca y come lo que voy a darte”. Vi
entonces una mano tendida hacia mí, con un libro enrollado. Lo desenrolló ante
mí: estaba escrito por dentro y por fuera; tenía escritas lamentaciones y
amenazas. Y me dijo: “Hijo de hombre, come lo que tienes aquí; cómete este
libro y vete a hablar a los hijos de Israel”.
Abrí la boca y me dio a comer el libro, diciéndome: “Hijo de hombre, alimenta
tu vientre y sacia tus entrañas con este libro que te doy”. Me lo comí y me
supo dulce como la miel. Y me dijo: “Hijo de hombre, anda; dirígete a los hijos
de Israel y diles mis palabras”. (EZ 2, 8-3, 4)
Por
eso, como dice el Espíritu Santo: Si oís hoy su voz, no endurezcáis
vuestros corazones como en la Querella, el día de la provocación en el
desierto, (Heb 3, 7- 8) Porque ¡No entrarán en mi descanso! (Heb 3, 11) Pero al
que escucha la Palabra y la obedece: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si
alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él
conmigo. Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también
vencí y me senté con mi Padre en su trono”. (Apoc 3, 20- 21)
Ezequiel es ahora profeta,
su alimento favorito es escuchar la Palabra de Dios y aprenderse de memoria: “Hijo
de hombre, alimenta tu vientre y sacia tus entrañas con este libro que te doy”.
Para que puedas evangelizar a mi pueblo, denunciando sus pecados y anunciando mis
caminos de liberación. Tal vez re escuchen y puedan a sí, caminar en los
caminos de la Rectitud.
“Me lo comí y me supo dulce como la miel.” La
Palabra de Dios es comida y es bebida que alimenta nutre y transforma: “Porque Mi carne es verdadera comida y Mi sangre es verdadera
bebida” (Jn 6, 51) la Palabra de Dios es
Luz, Cristo nos ha dicho: “Yo soy la Luz del mundo y el que me sigue, no camina
en tinieblas” (Jn 8, 12). Su Palabra es Luz, es Luz en nuestro camino, es
antorcha para nuestros pies y alimento para nuestra alma de acuerdo a las
palabras del mismo Señor: “Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre” (Jn 4,
34). Su Palabra nos ilumina: “Permaneced en Mí y Yo en vosotros” (Jn 15, 4), es
decir nos señala el camino para vivir en comunión con Dios. La Palabra de Dios es viva porque es Palabra de Dios vivo, Palabra de
vida. Exige adhesión plena y abandono total a lo que Dios manifiesta en
ella. Podemos decir que en la Misa Dios nos habla, se nos revela y a esa
Palabra hay que prestarle la obediencia de la Fe. Escuchar significa, adherirse
plenamente y obedecer significa adecuarse a lo que Dios dice.
Acoger y vivir la Palabra es la
respuesta adecuada al amor de Dios.
“Me dijo: «Hijo de hombre, yo te envío a los israelitas, a la
nación de los rebeldes, que se han rebelado contra mí. Ellos y sus padres me
han sido contumaces hasta este mismo día. Los hijos tienen la cabeza dura y el
corazón empedernido; hacia ellos te envío para decirles: Así dice el señor
Yahveh. Y ellos, escuchen o no escuchen, ya que son una casa de rebeldía,
sabrán que hay un profeta en medio de ellos. Y tú, hijo de hombre, no les
tengas miedo, no tengas miedo de sus palabras si te contradicen y te desprecian
y si te ves sentado sobre escorpiones. No tengas miedo de sus palabras, no te
asustes de ellos, porque son una casa de rebeldía. (Ez 2, 3- 6)
El profeta es preparado por la
Gracia de Dios para llevar el Mensaje. “Mira, yo he hecho tu rostro duro
como su rostro, y tu frente tan dura como su frente; yo te hecho tu frente dura
como el diamante, que es más duro que la roca. No los temas, no tengas miedo de
ellos, porque son una casa de rebeldía.» Luego me dijo: «Hijo de hombre, todas
las palabras que yo te dirija, guárdalas en tu corazón y escúchalas
atentamente, y luego, anda, ve donde los deportados, donde los hijos de tu
pueblo; les hablarás y les dirás: "Así dice el Señor Yahveh",
escuchen o no escuchen.” (Ez 3, 8, 11)
Jesús envía a sus Mensajeros que también son
profetas: «Mirad que yo os envío como ovejas
en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como
las palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y
os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores
y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Más cuando os
entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que
hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que
hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. (Mt
10, 16- 20)
La serpiente puede ser picada en pedazos, pero mientras conserve su cabeza, es muy
peligrosa. Así, Jesús es nuestra Cabeza, no pierdas la fe. Lucha con las armas
de Luz: La prudencia, la justicia, la fortaleza, la castidad, la piedad, el
amor fraterno y la caridad (2 de Pe 1, 5- 8) Sean sencillos como palomas:
sencillos, humildes, mansos, pacíficos y pobres (Mt 5, 3ss) Con el amor venzan
al odio; con la verdad venzan la mentira: con la vida venzan la muerte y con el
bien venzan el mal (Rm 12, 21)
Guárdense
del mundo, y de lo que les ofrece: el poder, el placer y el tener.
Amen a Jesucristo (1 de Jn 2, 15) Guárdense de los falsos profetas que son
portadores de mentira y de engaños, por sus frutos los reconoceréis (Mt 7, 13)
Guárdense del Maligno: Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como
león rugiente, buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo
que vuestros hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos.
(1 de Pe 5, 8- 9)
El fruto
de la acción del profeta es la fidelidad a la Palabra de Dios, escuchar y
obedecer, juntamente, con la recomendación del Maestro: “Velad y
orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la
carne es débil”. (Mt 26, 41) La Oración íntima, cálida y
extensa es la fuerza del profeta. La Oración nos lleva al enamoramiento de
Jesús, de su Mensaje y de su Obra. Palabra y Oración son armas poderosas para
la lucha contra el mal.
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