DEBEMOS DE
DAR GRACIAS A DIOS EN TODO MOMENTO.
Iluminación: Silvano, Timoteo y yo, Pablo,
deseamos la gracia y la paz que proceden de Dios Padre y de Jesucristo, el
Señor, a la comunidad cristiana de Tesalónica, reunida en el nombre de Dios,
nuestro Padre, y en el de Jesucristo, el Señor.(2 de Tes 1, 1)
Pablo, tiene una comunidad, no camina solo, y trabaja con ella. Todos
viven en comunión, se preocupan unos por los otros y comparten sus vidas. Unidos
por la fe y el amor, escriben la primera de las cartas de Pablo a las comunidades
cristianas. (Hacia el año 58)
Hermanos: Debemos dar gracias a Dios en todo
momento, como es justo, por lo mucho que van prosperando ustedes en la fe y
porque el amor que cada uno tiene a los otros es cada vez mayor. (2 de Tes 1, 2)
Oran por la comunidad por lo que saben que poseen: Fe en Jesucristo y
amor para los demás. No están estacados, crecen y progresan, son perseverantes
en la Palabra y en la Oración, por eso pueden dar frutos de vida eterna, pues
hay conversión. Son hombres y mujeres con tenacidad y constancia, aun en medio de
las persecuciones, pruebas y tentaciones. Por eso son presentados como modelo
ante otras comunidades cristianas.
Por eso nos mostramos orgullosos de ustedes ante las comunidades cristianas
de Dios, y de la constancia y de la fe que ustedes tienen en todas las
persecuciones y tribulaciones que están sufriendo. Esta es una prueba de que,
en el justo juicio de Dios, serán considerados dignos de su Reino, por el cual
ahora padecen.(2 de Tes 1, 3ss)
Son una comunidad testigo del amor de Dios. Las persecuciones, y las
pruebas son manifestaciones de que están siguiendo a Cristo con fe viva, con
una esperanza cierta y con un corazón ardiente. Los frutos de esta fe es la
bondad, la verdad y la justicia (Ef 5, 9) La humidad, la mansedumbre y la
misericordia, (Col 3, 12) que abundan en el corazón de los fieles, como fruto
de la presencia de la Palabra en sus corazones (Col 3, 16). Todo unido a los
frutos del Espíritu en los que abundan en medio de sus muchas debilidades (Gál
5, 22- 23) “Mi gracia te basta” le dice el Señor a Pablo, y a todo cristiano
que sostiene su fe en medio de las pruebas. “Mi fuerza se manifiesta en la
debilidad” (2 de Cor 12, 9).
La prueba de Pablo y de su comunidad para los fieles de Tesalónica es la
Oración. ¿Quién es el que ama a sus hermanos? El que hace oración por ellos. Oración
de acción de gracias por las manifestaciones de Dios en la comunidad.
Manifestaciones de liberación, de reconciliación, de salvación, de
santificación, y por el crecimiento en la fe y en la caridad. Oración de
intercesión por las debilidades o por los defectos que puedan irse descubriendo.
Oramos siempre por ustedes, para que Dios los haga
dignos de la vocación a la que los ha llamado, y con su poder lleve a efecto
tanto los buenos propósitos que han formado, como lo que ya han emprendido por
la fe. Así glorificarán a nuestro Señor Jesús y él los glorificará a ustedes en
la medida en que actúe en ustedes la gracia de nuestro Dios y de Jesucristo, el
Señor. (2 Tes 1, 1-5. 11-12)
¿De qué vocación se
trata? De la
vocación al amor, a la libertad, a la salvación, a la santidad, a hacerse hijos
e hijas de Dios, hermanos de los demás y al servicio. La vocación a salir de
los terrenos del hombre viejo para pasar a los terrenos del Hombre Nuevo, Jesucristo,
el Señor, revistiéndose de justicia y santidad (Ef 4, 24) Salir del exilio para
caminar por el camino del éxodo hacia la Tierra Prometida que es Cristo Jesús.
Llevando a cabo los buenos propósitos que vienen del Espíritu
por que han roto con la carne (cf Gál 5, 16) Para crecer en las virtudes
cristianas (2 de Pe 1, 5) Para ser fortalecidos en la fe (Ef 6, 10) Y poder vencer con el bien al mal (Rm
12, 21) Revistiéndose de Jesucristo (Rm 13, 14) Y ser así, ser portadores del buen
olor de Cristo.(2 de Cor 2, 15)
¿Cómo
lograr todo lo anterior? Con la docilidad al Espíritu Santo que guía a
los hijos de Dios hasta alcanzar la Gloria de Dios: En efecto, todos
los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no
recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien,
recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!
El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos
hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos
de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados. (Rm 8,
14- 17)
Dios es nuestra herencia que Cristo comparte con nosotros.
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