LA IGLESIA EXISTE PARA EVANGELIZAR.
En aquel tiempo, llevaron ante Jesús a un hombre mudo, que estaba
poseído por el demonio. Jesús expulsó al demonio y el mudo habló. La multitud,
maravillada, decía: "Nunca se había visto nada semejante en Israel".
Pero los fariseos decían: "Expulsa a los demonios por autoridad del
príncipe de los demonios". Jesús recorría todas las ciudades y los
pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y
curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de
ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es mucha y los trabajadores,
pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus
campos". (Mt 9, 32-38)
Oremos al dueño de la mies que envíe trabajadores y pastores que tengan “Celo
apostólico” “Caridad pastoral” “Celo de almas”. Toda la Iglesia es Misionera, es decir, es
enviada hasta los confines de la tierra a llevar la Buena Noticia. Todo
bautizado es por su bautismo sacerdote, profeta y rey en potencia, por el
encuentro con Cristo se convierte en un servidor en acto. El encuentro con el
Señor es liberador nos libera del espíritu mudo.
El adagio nos dice que muchísimos son los
bautizados, muchos los creyentes, pocos los practicantes y poquísimos los
comprometidos. El compromiso de la fe es un ser enviados con otros a favor de
otros”. Toda la Iglesia es evangelizadora, no solo los sacerdotes, sino también
los laicos. Hay una verdad en la Iglesia que muchísimos no hablan, ni predican,
ni cantan, ni proclaman la Palabra, son profetas mudos. Van a misa y no
responden a las oraciones y nunca dan testimonio de Jesús, ya sea por miedo,
por vergüenza o por ignorancia. No tengamos miedo pues no hemos recibido un
espíritu de miedo o de esclavitud, sino de amor, fortaleza y dominio propio (2
de Tim 1, 7) Nos falta evangelización. La Palabra nos lleva al conocimiento de
la Verdad que nos hace libre para amar y para servir, (cf Jn 8, 32)
Conozco
tu conducta: mira que he abierto ante ti una puerta que
nadie puede cerrar, porque, aunque tienes poco poder, has guardado mi Palabra y
no has renegado de mi nombre. (Apoc 3, 8)¿De qué puerta se trata? Es el don
profético de dar la Palabra de Dios. Lo que hoy día se llama: “Evangelización.”
Evangelizar es sembrar el poder de Dios en el corazón de los hombres para que
lleguen al conocimiento de la Verdad (1 de Tim 2, 4). Evangelizar es anunciar a
Cristo, el Hijo de Dios, el Salvador, Maestro y Señor de la Iglesia y de los
hombres, para que creyendo en él, se salven (Mc 16, 16)
Has sido fiel a mi Palabra y
no has renegado de mi Nombre, por eso te doy el don de evangelizar para que
enseñes mi Palabra, tal como yo lo enseñé: Para la gloria de Dios y para el
bien de las almas. Recuerda mi Gran envío:
«Me ha sido dado todo poder en el cielo
y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las
gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y
enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con
vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»(Mt 28, 18- 20)
Habrá
luchas, tentaciones y pruebas, pero yo estaré contigo para salvarte y
protegerte. Bautiza en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y
enseña todo lo que yo les enseñe: “El arte de vivir en comunión, el arte de
amar, el arte de servir y el arte de compartir”. Lo que te pido es que seas
fiel, al vencedor lo pondré como columna del Santuario de mi Dios y no saldrá
fuera, jamás. (Apoc 3, 12) Las
columnas sostienen el techo, como Servidor, sostendrá la fe de muchos y cargará
las debilidades de los más débiles (Rm 15, 1) Las alimentará con alimentos de
“conocimiento y de discernimiento” (Jer 3, 15) Recuerda que Dios bendice al que
ama y sirve con alegría (2 de Cor 9, 7)
El que tenga oídos, oiga lo que el
Espíritu dice a las Iglesias.
Esta Palabra es para todos en la
Iglesia. Los dones de Dios son irrevocables, no se arrepiente de
haberlos dado para servir, todo lo que nos pide es que seamos fieles como
administradores de la multiforme gracia de Dios (1 de Cor 4, 1) Fieles a
Jesucristo, a su Evangelio, a los Mandamientos, a los Sacramentos, al Servicio.
Trabajemos como Iglesia, en comunión con todos, preocupándonos unos por los
otros, en reconciliación continua y compartiendo con todos, todo lo que Dios
nos ha dado.
La Iglesia existe para evangelizar.
Cuando evangeliza es fuerte, y cuando no evangeliza es débil, y los otros son
fuertes. Por eso hablemos de los dones del Resucitado a su Iglesia:
El
Señor Jesús hace a su Iglesia partícipe de lo que él es y de lo que él tiene.
No la envía con las manos vacías: “Al atardecer de aquel día, el primero de la
semana, los discípulos tenían cerradas las puertas del lugar donde se
encontraban, pues tenían miedo a los judíos. Entonces se presentó Jesús en
medio de ellos y les dijo:
«La
paz con vosotros.» Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos
se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros.
Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan
perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» (Jn 20, 19- 23).
La Paz del Señor. Cristo mismo es
nuestra Paz. La Alegría al ver al Señor. “Se llenaron de
alegría al ver al Señor. La Misión del Señor. Es ahora la Misión de la Iglesia.
El Espíritu Santo, Dios se nos dona en persona para que realicemos la Misión.
El Ministerio de la Reconciliación. En la Iglesia y por su medio nos reconcilia
con Él y reconcilia a los hombres entre ellos. La Experiencia de la
Resurrección. Es la experiencia de la presencia del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo en nuestra vida. Experiencia que es el Motor de la vida
cristiana. El Don para edificar la Iglesia. Por medio de la Evangelización, los
Sacramentos, Oraciones y Obras de Misericordia.
La
Misión de la Iglesia es continuar en la historia la obra redentora de Cristo
para que el mundo crea, y creyendo se salve. La clave es la fidelidad a la
Misión y a la Acción del Espíritu Santo en la Iglesia y en el mundo. Teniendo
presente las palabras de la Madre, la primera evangelizada y evangelizadora:
“Hagan lo que él les diga” (Jn 2, 5)
Evangelizar es ofrecer una Buena Noticia
que se presenta a sí misma como el principio más hondo de salvación para el
hombre. La Buena Noticia consiste en que Jesús de Nazaret, el
Cristo de Dios, que pasó por el mundo haciendo el bien y que fue crucificado
está vivo, presente y operante en los que creen en él para transformarlos en
hombres nuevos, a su propia imagen .
“Evangelizar significa para la Iglesia
llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y,
con su influjo, transformar desde dentro y renovar a la misma humanidad” (EN
14, 18). Evangelizar, es por eso,
sembrar el “poder de Dios” en el corazón de los hombres y de las
culturas para instaurar el Reino del Señor, o sea, continuar como ministros de
Cristo, su misma obra evangelizadora.
Evangelizar es enseñar a la gente el
arte de vivir en comunión. Evangelizar es anunciar la persona de
Jesús, la adhesión a su persona, a su destino
y a su misión; dicho de otra manera, anunciar a Jesús, su obra
redentora, su Reino y sus valores.
Evangelizar es ante todo dar testimonio
de una manera sencilla y directa, de Dios revelado por
Jesucristo mediante el Espíritu Santo (EN 26) Una clara proclamación de que en
Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la
salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de
Dios (EN 27).
Somos Ministros de la Nueva Alianza:
Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo
adquirido, destinado a anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las
tinieblas a su admirable luz; vosotros, que si en un tiempo no fuisteis pueblo,
ahora sois Pueblo de Dios: ésos de los que antes no se tuvo compasión, pero que
ahora son compadecidos. (1 de Pe 2, 9s)
Evangelizar es dar a conocer a Cristo. No nos predicamos a
nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos
vuestros por Jesús. Pues el mismo Dios que dijo ‘Del seno de las tinieblas
brille la luz’ la ha hecho brillar en nuestras mentes, para iluminarnos con el
conocimiento de la gloria de Dios, que brilla en el rostro de Cristo (2 Cor 4,
5-6).
La importancia de la evangelización.
La
Iglesia ha nacido con este fin: Evangelizar. Cristo vino para anunciar y
realizar entre los hombres la Buena Noticia. La Iglesia nació y vive únicamente
para evangelizar a los hombres, a todos los hombres. Ella es el sacramento
universal de salvación: la anuncia y realiza. Su renovación constante tiene
aquí su objetivo: potenciar su actividad misionera universal, buscar nuevos
cauces por los que los hombres conozcan, acepten y vivan el plan de Dios,
despojarse de todo aquello que impide, en cada momento, la evangelización,
realizar todo aquello que pueda hacer más creíble la verdad del Evangelio.
"La
Iglesia ha nacido con este fin: propagar el reino de Cristo en toda la tierra
para gloria de Dios Padre, y hacer así a todos los hombres partícipes de la
redención salvadora y, por medio de ellos, ordenar realmente todo el universo
hacia Cristo. Toda la actividad del Cuerpo místico, dirigida a este fin, recibe
el nombre de apostolado, el cual la Iglesia lo ejerce por obra de todos sus
miembros, aunque de diversas maneras" (C V II: AA 2).
¿Cómo podemos evangelizar hoy día? Lo
primero es hacer oración a Dios Padre,
Hijo y Espíritu Santo, para que haga su Obra en medio de nosotros: La salvación
a todos. Para luego llevar a los hombres a Cristo para que se encuentren con
él, los libere, los reconcilie y los haga hombres nuevos (Ef 4, 24) ¿Cómo? Dándoles
la Palabra y el Testimonio de vida.
Después
hay que seguir orando para dar el siguiente paso: que se integren a una Comunidad
para que les enseñe a dar los primeros pasos de la fe. La Comunidad tiene como centro
a Cristo y existe para evangelizar, nos enseña a orar, a leer la Biblia, a
servir, y hacernos luego, agentes de pastoral. En Comunidad crecemos en la fe,
esperanza y caridad, trabajando crecemos en capacidad y aparecen los carismas
que crecen con el uso de su ejercicio.
Los medios para crecer son la
Oración, la Palabra de Dios, los Sacramentos, la práctica de la Caridad y el
Apostolado. “Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, yo estoy en medio de
ellos. Esta bendiciendo, perdonando, reconciliando y enseñando a amar y a
servir. (Mt, 18, 19) Si no tienes, busca e intégrate a una pequeña Comunidad
El
que evangeliza nunca obliga, no engaña y no manipula, todo hombre puede creer o
puede rechazar a Cristo, “Si tú quieres”
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