EL REINO DE DIOS NO LLEGA APARATOSAMENTE CON RUIDOS Y CON ESCÁDALOS.
En aquel tiempo los fariseos le
preguntaron a Jesús: “¿Cuándo llegará el Reino de Dios?” Jesús les respondió:
“El Reino de Dios no llega aparatosamente. No se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está
allá’, porque el Reino de Dios ya está entre ustedes”.
Les dijo entonces a sus discípulos: “Llegará un tiempo en que ustedes
desearán disfrutar siquiera un solo día de la presencia del Hijo del hombre y
no podrán. Entonces les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allá’, pero no vayan
corriendo a ver, pues así como el fulgor del relámpago brilla de un extremo a
otro del cielo, así será la venida del Hijo del hombre en su día. Pero antes
tiene que padecer mucho y ser rechazado por los hombres de esta generación”. ,
Lc 17, 20-25
¿Cuándo llegará el Reino de Dios?
La respuesta de Jesús es muy ilustrativa: “No llega aparatosamente.”
Llega hasta en el silencio de la noche. Sin ruidos, sin escándalos, sin música
de mariachis o tamborazos, sin grandes mitotes, sin lujos y sin esplendor. Los
pastorcitos encontraron a Jesús envuelto en pañales y recostado en un pesebre,
pobre, sencillo y humilde. ( Lc 2, 16) Sus paisanos no creyeron en Jesús porque
lo vieron pobre y sin títulos.( Lc 4, 29) El buen ladrón lo encontró crucificado
y a punto de expirar. Le dijo: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso.” (Lc 23, 43)
Pablo lo describe pobre, humilde y
manso: "Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual,
siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su
pobreza."(2 Cor 8, 9) Y en la carta a los Filipenses nos dice: "El
cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios.
Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose
semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a
sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz."(Flp 2. 6- 8)
Nació pobre, vivió pobre y murió pobre.
Comienza su predicación sin micrófonos, sin baffles, sin aparatos eléctricos,
sólo llevaba el poder del Espíritu Santo. "Después que Juan fue
entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El
tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la
Buena Nueva.»"(Mc 1, 14- 15) Jesús no vino a fundar religiones, vino a
instaurar el Reino de Dios. Lo hace con la proclamación de su Palabra, con sus
milagros, con sus exorcismos y con su estilo de vida, con su testimonio. En su
Reino que proclama, todos son llamados a ser hijos de Dios. Hermanos entre sí y
servidores unos de los otros. Todos son iguales en dignidad y diferentes entre
sí por la diversidad de sus carismas. Es un Reino de Amor, de Paz, de Justicia
y Santidad.
No se podrá decir: ‘Está aquí’ o
‘Está allá’, porque el Reino de Dios ya está entre ustedes”. Jesús hace
presente el Reino de su Padre con su Presencia. Jesús viene hacer Comunidad:
"Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos.»" (Mt 18, 20) Haciendo de todos una Comunidad fraterna, solidaria
y servicial para que aprendamos a ser mansos y humildes de corazón (Mt 11, 29).
Otro lugar para encontrar a Jesús, es dentro, en nuestro interior, en nuestro
corazón cuando se encuentro lleno de Gracia. Por la Gracia estamos vivos
en Cristo Jesús con la vida que Dios nos ha dado en Cristo (1 de Jn 5, 12)
Cristo entra en nuestros corazones con la escucha de la Palabra de Dios (Rm 10,
17) "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la
puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo." (Apoc 3, 20) La
Palabra de Dios es la semilla del Reino, semilla que nos embaraza y nos lleva
al nuevo Nacimiento para que Cristo nazca en nuestro corazón. Lo que equivale a
morir al pecado para nacer para Dios. (Jn 1,11- 12) La presencia de Dios en nuestro
corazón está cimentado en tres columnas: la Fe, la Esperanza y la Caridad.
Presencia de Dios en nuestro corazón:
"Por eso doblo mis rodillas
ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra,
para que os conceda, según la riqueza de su gloria, que seáis fortalecidos por
la acción de su Espíritu en el hombre interior, que Cristo habite por la fe en
vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis
comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y
la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento,
para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios." (Ef 3, 14-
19)
¿Cómo podemos llenarnos hasta la Plenitud de Dios? Por la
escucha de la Palabra de Dios y la conversión llega a nosotros el Reino de
Cristo y de Dios, hasta llenarnos de Cristo y revestirnos de Jesucristo (Rm 13,
14) Fe y conversión son la puerta para entrar al Reino de Dios y participar de
la Plenitud de Cristo. (Col 2, 9) La señal que hemos entrado al Reino de Dios
es el Amor sincero, alegre y hospitalario (Rm 12, 10-12). Hemos pasado de la
muerte a la Vida (1 de Jn 3, 14) Hemos pasado de ser copia de otros, de ser
inmaduros e irresponsables a responsables, libres, capaces de amar y de servir.
Esto es caminar en la Verdad, es decir en el Reino de Dios. La Escritura lo
dice: "Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a fin
de que, por ella, crezcáis para la salvación, si es que habéis gustado que el
Señor es bueno."(1 de Pe 2, 2-3)
Para nacer en el Reino de Dios hay que morir al pecado para que podamos
entrar al “Reinado de Cristo”
y someternos a la Voluntad de Dios, y, no someternos al reinado de las
tinieblas. "Todo el que comete pecado comete también la iniquidad, pues el
pecado es la iniquidad. Y sabéis que él se manifestó para quitar los pecados y
en él no hay pecado. Todo el que permanece en él, no peca. Todo el que peca, no
le ha visto ni conocido. Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la
justicia es justo, como él es justo."(1 de Jn 3, 4- 7) “No podemos servir a
dos señores, al bien y al mal, con alguno se queda mal (Mt 6, 24)
El que camina en el Reino de Cristo, vive en la Verdad, Ama y práctica la
Justicia. Libremente acepta y se somete a la Voluntad de Dios que no
es otra que creer en Jesús y amar a los hermanos (1 de Jn 3, 23) Jesús con su
muerte y con su resurrección lleva el Reino a su Plenitud, Cristo es el Reino
de Dios. Quien hace una Opción por Jesucristo, le pertenece, lo ama y lo sirve.
Búscalo y encuéntralo en tu corazón y dile. Confío en ti, te amo, pongo mi vida
en tus manos, te pertenezco Señor y quiero vivir para Ti. Por lo que hagas
conmigo te alabo, te bendigo y te doy gracias.
Y recuerda las palabras de Jesús: "Por sus frutos los conoceréis.
¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol
bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no
puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo
árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego."(Mt 7, 16-
19).
Jesús habló de frutos y no de éxitos. Estos éxitos pertenecen a
motivos humanos, en cambio los frutos nacen y crecen en la comunión con Jesús
(Jn 15, 4) El fruto es el Amor a Dios y a los hombres, especialmente a los
menos favorecidos. La clave para crecer en el Reino es la misma de ayer, de hoy
y de mañana: "La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis
mis discípulos. Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced
en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he
guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor."(Jn 5, 8-
10) El Amor es paciente, tolerante y servicial (1 de Cor 13, 4) Amemos sin hacer
ruido, sin hacer mitote, sin ser protagonistas ni escandalosos, sin salir en la
foto.
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