EL AYUNO QUE JESÚS NOS PROPONE ES EL NO PECAR.

 

 

EL AYUNO QUE JESÚS NOS PROPONE ES EL NO PECAR.

En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?” Jesús les respondió: “¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces sí ayunarán. (Mt 9, 14- 15)

¿Qué clase de Maestro eres tú?

No enseñas a tu grupo las tradiciones de nuestros antiguos. ¿Qué clase de Profeta eres que no enseñas como nosotros enseñamos a nuestros discípulos? Jesús les responde cual es el sentido del ayuno: “Estar con el Señor”. Esa es la finalidad, estar con el Señor para ser hombres nuevos, para ser una nueva Creación (2 de Cor 5, 17)

La esposa de Jesús es la Iglesia que ha hecho Alianza con Él. El esposo presenta a su esposa la “dote”, los regalos para que haya boda: “Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y en derecho en amor y en compasión, te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás a Yahveh”. (Os 2, 21- 22)

El primer regalo es la santidad y la semilla es la Palabra de Dios. El segundo es el perdón de los pecados y el tercer es la fidelidad. Ahora, porque quiere ser fiel a su esposo, ayuna, con el ayuno que a Dios le agrada: dejar de alimentar al hombre viejo para que muera de hambre, tal como lo dice el apóstol Pablo: “Por tanto, mortificad vuestros miembros terrenos: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es una idolatría, todo lo cual atrae la cólera de Dios sobre los rebeldes”,(Col 3, 5- 6).

El ayuno está unido a la oración y a la caridad, sin las cuales es una simple dieta. La unidad de las tres es una fuerza para refrenar el pecado y para profundizar en las raíces de la fe, que son la humildad, la mansedumbre y la misericordia. El ayuno cuando es verdadero ayuda a la fe a crecer de manera integral: hacia arriba, hacia dentro, hacia fuera y hacia abajo. Ayunar es privarse de algo malo o de algo bueno por amor a Cristo, a su Iglesia y a la devoción. Sin amor, el ayuno está vacío de fuerza para vencer el mal. El ayuno es una arma poderosa para vencer los vicios como la lujuria, la avaricia, la gula, el egoísmo, la soberbia, la ira, la envidia, le mentira, y otros más. Por eso está orientado hacia la fe, la esperanza y el amor, de las que nace y crece la fortaleza para vencer el mal y para hacer el bien.

Todos los profetas, Jesús mismo ayunó cuarenta días y sus noches. Después de la muerte y resurrección de Jesús,  los apóstoles y los cristianos, todos ayunaban dos días por semana, una de sus armas favoritas era el ayuno, la oración y la caridad. (Hch 2, 42ss)

Jesús no quiere ser nuestro parche.

No quiere ser nuestro parche o nuestro ídolo. “Nadie remienda un vestido viejo con un parche de tela nueva, porque el remiendo nuevo encoge, rompe la tela vieja y así se hace luego más grande la rotura”. (Mt 9, 16) Jesús quiere ser nuestra Luz y nuestra Vida, (Jn 8, 12) Quiere ser nuestra Comida y nuestra Bebida (Jn 6, 51s) Quiere ser nuestro Todo: “Mi Señor y me Dios” (Jn 20, 28) Porque, si no,  nuestra actividad va quedando vacía hasta llevarnos a la frustración. Jesús quiere ser nuestro Pastor para conducirnos a las verdes praderas, al descanso y a la paz.

Con una fe sincera, un corazón limpio y una conciencia recta (1 de Tim 1, 5) “Nadie echa el vino nuevo en odres viejos, porque los odres se rasgan, se tira el vino y se echan a perder los odres. El vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan”. (Mt 9, 14-17) 

Por eso murió y resucitó para perdonar nuestros pecados y para darnos Espíritu Santo. (Rm 4, 25) Lo que pide apropiarnos de los frutos de la redención de Cristo, mediante la fe, para “Nacer de Dios”. Y ser hombres nuevos, revestidos con la gracia de Dios, en Justicia y Santidad (Ef 4, 24) Con la fuerza y el poder de rechazar la malicia, la mentira, la envidia, la hipocresía y la maledicencia (1 de Pe 2, 1) Y vencer con el bien al mal (Rm 12, 21) Hasta llegar a ser de la Voluntad de Dios la delicia de nuestro corazón, al estilo de Jesús (Jn 4, 34)

 

¿Por qué ayunar? Ayunamos porque le pertenecemos a Cristo, y por eso amamos y le servimos. El ayuno pide obediencia.

Por tanto, desechando la mentira, hablad con verdad cada cual con su prójimo, pues somos miembros los unos de los otros. Si os airáis, no pequéis; no se ponga el sol mientras estéis airados, ni deis ocasión al Diablo. El que robaba, que ya no robe, sino que trabaje con sus manos, haciendo algo útil para que pueda hacer partícipe al que se halle en necesidad. No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen. No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención. Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros. Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo. (Ef 4, 25- 32)

 

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