CONMIGO CONTRA MI EL QUE NO JUNTA DESPARRAMA

 

CONMIGO CONTRA MI EL QUE NO JUNTA DESPARRAMA

Iluminación: «El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama” (Mt 12, 30)

Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él. «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. «Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. (Mt 10, 35- 40)

JESÚS ES EL CENTRO, el PRINCIPIO Y FIN DE TODO LO CREADO. Él es nuestra Paz, pero no a fuerzas. Tenemos libertad para aceptarlo o para rechazarlo. No nos obliga ni manipula, e hombre y la mujer escuchamos su Palabra y decidimos: “Si tú quieres puedes creer en mí, confiar en mí, obedecerme y amarme”.

Si en una familia, alguno tiene el Espíritu de Cristo y los otros no lo tienen entonces hay división y hay contradicción. Los que no tienen el Espíritu de Cristo, se burlan, contradicen, regañan y pelean a los que sí lo tienen cuando los ven rezar, leer la Biblia o van a la Iglesia a participar de la Misa, o cuando los ven practicar una obra de Caridad.

El Señor Jesús quiere que la familia esté unida por el amor, la comprensión, el respeto, y todo porque ama a todos, pero, no obliga, quiere y desea que todos lo veamos como el “Don de Dios” a los hombres. Que lo aceptemos como nuestro Salvador, Maestro, Señor y Dios que está con nosotros, que camina con nosotros, trabaja con nosotros, que vive con nosotros, es nuestro Emmanuel (Mt 1, 23). Es nuestro Camino y nuestra Cabeza, está por encima de todos, es el Alfa y el Omega (Jn 14, 6; 1 de Cor 11, 3; Apos 1, 8). Jesús quiere que lo aceptemos como el Centro, el Alfa y Omega de nuestras vidas.

La recompensa de Jesús a sus amigos: «Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. A sí lo dice san Pablo: “Mirad: el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que siembra en abundancia, cosechará también en abundancia. Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría.” (2 de Cor 9, 6- 7)

Ayudar a los discípulos para evangelizar tiene otro sentido: «Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa.» Ayudar a los discípulos que son evangelizadores al servicio de Cristo y de su Iglesia para ayudarlos en su Misión, puede que sea con una comida o con una bebida, con un pasaje, o con lo que sea necesario para que realice su trabajo.

Otra en Pagos de la luz, el teléfono, la secretaria, vehículo, y muchos otros gastos más, como son la construcción de capillas o los servidores de la limpieza del Templo. O las prácticas de la caridad de la misma Parroquia. El Encuentro con Cristo hace la diferencia, dejamos de ser mezquinos, para ser desprendidos y generosos, la recompensa viene del Señor con frutos de vida eterna: Amor, Paz y Gozo en el Espíritu (Rm 14, 17)

Conocí una parroquia muy pobre, las entradas dominicales eran de seiscientos pesos en cinco misas, ni para la gasolina. Solo las ayudas de personas generosas de otras parroquias eran de gran ayuda para no morirse de hambre. Esta parroquia la encontré en Oaxaca,  y otra en Colombia. Pero tengamos presente que un misionero y evangelizador de Cristo no se muere de hambre,

 

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