VIGILAD Y
ORAD PARA NO CAER EN TENTACIÓN Y PUEDAN VIVIR COMO HIJOS DE DIOS.
En virtud de la gracia que me ha
sido dada, se las digo a todos y cada uno de vosotros: No los aliméis más de lo
que conviene; Tenía una estima más que sobria según la medida de la fe que Dios
daba a cada persona. (Rm 12, 3) No se
crean superiores a los demás. No se crean mejores o más santos que los hermanos
en la comunidad; guárdense de sentirse los más grandes, los más poderosos y los
más ricos. No se arrodillen frente al oro ni ante el poder.
“Vigilad y
orad para no caer en tentación” (Mt 26, 41) “Orad constantemente. En todo dad
gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros. (1 de
Ts 5, 16- 18) Oramos porque nuestra lucha no es con personas, sino con
espíritus de impureza, de codicia, de lujuria, de malicia, de mentira, etc. Oramos porque solo Dios da
el crecimiento (1 de Cor 3, 6) Oramos para ser fieles administradores de la
multiforme gracia de Dios (1 de Cor 4, 1) Y sobre todo, oramos porque somos
hijos de Dios.
La
oración en el Espíritu es hacerlo en la gracia de Dios. “Siempre
en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con
perseverancia e intercediendo por todos los santos, y también por mí, para que
me sea dada la Palabra al abrir mi boca y pueda dar a conocer con valentía el
Misterio del Evangelio, del cual soy embajador entre cadenas, y pueda hablar de
él valientemente como conviene. (Ef 6, 18- 20)
Que
nuestra oración sea siempre confiada, humilde, sencilla, agradecida e
intercesora, especialmente hemos de orar por nuestras comunidades, familias,
pobres, enfermos y por los que trabajan en la evangelización, nuestros pastores
Estad
siempre felices en el Señor. Repito, mantente feliz. Que tu arco sea
conocido por todos los hombres. El Señor está cerca. No te preocupes por nada;
antes, en cada ocasión, presentaba a Dios nuevas peticiones, mediante la
oración y la súplica, acompañadas de acción de gracias. (Flp 4, 4- 6) Oramos
porque Dios nos ama, nos perdona y nos salva. Oramos porque Dios está cerca,
nos escucha, y Él toma la iniciativa, tal como lo dice el Apóstol: Y de igual
manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no
sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos inefables, y el que escruta los corazones conoce cuál es
la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según
Dios.(Rm 8, 26- 27)
El gozo, la paz, el amor y la oración son
inseparables.
“Amarse cordialmente unos a otros; valorando a cada uno más que a los
demás; con una celda sin abandono; con espíritu ferviente; sirviendo al Señor; con
la alegría de la esperanza; constante en la tribulación; perseverando en la
oración; compartir las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. Bendice
a los que los persiguen, no los maldigas. (Rm 12, 10- 14)
Se trata del gozo del Señor, fruto
del Espíritu Santo y de la fe (Gál 5, 22) No es el gozo de los sentidos, por
eso, si viene de Dios como don y como fruto, que el mundo no nos lo quite. No
se lo echemos a los cerdos. La paz es la armonía interior y exterior; armonía
conmigo mismo, con Dios y con los demás. La paz es fruto e hija de la Justicia,
a Dios y a los hombres. El amor es la señal que hemos pasado de la muerte a la
vida, de las tinieblas a la luz, del pecado a la gracia. Dios es amor y el que
ama le pertenece a Dios (1 de Jn 4, 7) La oración es el arma favorita de los
creyentes verdaderos. La oración a la que el demonio le tiene miedo ha de ser
“Íntima, cálida y perseverante, y sobre todo que sea en el Espíritu”.
Pablo habla a las comunidades
cristianas en la carta a los romanos, a partir del capítulo 12, como deben de
vivir y aprendan a luchar contra el mal. Empieza diciendo: Esfuércense para que
puedan ofrecer un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Rm 12, 1) Sacrificio
vivo que venga de dentro, del corazón y que se haga por amor. Por eso les
recuerda: despójense de su antigua manera de pensar, para que su fe sea sólida
y sincera y puedan conocer la voluntad de Dios (Rm 12, 2) Incita a trabajar
unidos, con fervor, en oración, ser hospitalarios y sobre todo a luchar contra
el mal, pueden vencerlo a fuerza de hacer el bien (Rm 12, 21)
Y en
capítulo 13, les dice como crecer en la fe, la esperanza y en la caridad: “Y
esto, teniendo en cuenta el momento en que vivimos. Porque es ya hora de
levantaros del sueño; que la salvación está más cerca de nosotros que cuando
abrazamos la fe. La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues,
de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Como en
pleno día, procedamos con decoro: nada de comilonas y borracheras; nada de
lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revestíos más bien del
Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus
concupiscencias.” (Rm 13, 11- 14)
Despojaos
del hombre viejo y revestíos del hombre nuevo, Jesucristo resucitado, en
justicia y santidad (Ef 4, 23- 24) Pablo habla de la conversión, y nos da
entender que sin oración no hay conversión. Ya que la conversión es una lucha
entre el Bien y el Mal, entre el Ego y el Amor. Y EL HOMBRE SOLO, SIN DIOS NO
PUEDE VENCERLO.
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