DEL ENCUENTRO CON CRISTO A LA PERFECCIÓN CRISTIANA.

 

DEL ENCUENTRO CON CRISTO A LA PERFECCIÓN CRISTIANA.

Por lo demás, hermanos, alegraos; sed perfectos; animaos; tened un mismo sentir; vivid en paz, y el Dios de la caridad y de la paz estará con vosotros. (2 de Cor 13, 11)

Del encuentro con Jesús a la conversión.

Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?» Ellos le respondieron: «Rabbí - que quiere decir, "Maestro" - ¿dónde vives?» Les respondió: «Venid y lo veréis.» Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima. (Jn 1, 38- 39) El encuentro con Jesús vive en la escucha y obediencia de su Palabra; entra en un proceso de conversión que lo lleva a ser discípulo y a conocer la verdad que nos hace libres (Jn 8, 31- 32) Proceso que nos hace decir: “De la conversión a la Comunión con Cristo”. Somos perfectos por el Amor a Dios y al  hombre.

El camino de la conversión está llenos de experiencia. Experiencia que tiene su iniciativa en el Encuentro con Jesús que nos llama a salir del exilio, tierra de la servidumbre, para ponernos de pie y salir fuera, para luego, ponernos en camino de éxodo hacía la Tierra prometida. El camino de la conversión está lleno de experiencias liberadoras, gozosas, luminosas y gloriosas.

La experiencia de Santiago: “Considerad como un gran gozo, hermanos míos, el estar rodeados por toda clase de pruebas, sabiendo que la calidad probada de vuestra fe produce la paciencia en el sufrimiento; pero la paciencia ha de ir acompañada de obras perfectas para que seáis perfectos e íntegros sin que dejéis nada que desear”. (Snt 1, 2- 4) En la prueba se purifica la fe para poder amar con el mismo amor de Dios (Ef 5, 5). Sin pruebas no hay perfección cristiana, porque permanecemos en una fe mediocre y superficial.

Dios visita a su pueblo para corregirlo para que renueve su conversión.

 “Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca. (Apox 3, 15- 16) Yo a los que amo, los reprendo y corrijo. Sé, pues, ferviente y arrepiéntete. Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. (Apoc 3, 19- 20)

La perfección es el camino que Jesús nos ofrece para vencer a los ídolos.

Para vencer el ídolo del Poder propone el servicio: Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.» (Mt 20, 25- 28)

Para vencer el ídolo del tener propone el compartir: Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme.»(Mt 19, 21) Para compartir las riquezas hay que ser libres con la libertad de los hijos de Dios (Gál 5, 1. 13) Los esclavos no comparten. Hay que caminar sin parálisis, en el amor. (Mc 3, 5)

Para vencer el ídolo del placer hay que negarse a sí mismo. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. (Mt 5, 29) Niégale a tu ojo el placer de complacerte. No a la fornificación y no al adulterio (1 de Cor 6, 18)

Vigilad y orad para no caer en tentación.

“Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran.” (Lc 12, 35-36) “Ponte en vela, reanima lo que te queda y está a punto de morir. Pues no he encontrado tus obras llenas a los ojos de mi Dios. Acuérdate, por tanto, de cómo recibiste y oíste mi Palabra: guárdala y arrepiéntete. Porque, si no estás en vela, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. (Apoc 3, 2- 3) Pablo nos dice: Levántate, y Cristo será tu luz (Ef 5, 14)

La Meta de todo cristiano es ser como Jesús.

Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”.(Mt 5, 48) “más bien, así como el que os ha llamado es santo, así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta, como dice la Escritura: Seréis santos, porque santo soy yo. (1 de Pe 1, 15- 16)

«Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos.” (Lc 6, 35- 36)

Sólo Dios es Perfecto, nosotros somos perfectibles, viviendo de encuentros con Jesús resucitado aprendemos a vivir en conversión que nos lleva del Ego al Amor, de los vicios a las virtudes, del hombre viejo al hombre Nuevo, Jesucristo nuestro Salvador, Maestro y Señor.

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