LA RECONCILIACIÓN CON DIOS Y CON LOS HOMBRES ES POR CRISTO Y EN CRISTO

 

LA RECONCILIACIÓN CON DIOS Y CON LOS HOMBRES ES POR CRISTO Y EN CRISTO

Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad, anulando en su carne la Ley de los mandamientos con sus preceptos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo Hombre Nuevo, haciendo la paz, y reconciliar con Dios a ambos en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, dando en sí mismo muerte a la Enemistad. (Ef 2, 14- 16)


El relato evangélico.

La Nueva Justicia es la del Amor. En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos. (Mt 5, 20) Los fariseos eran muy religiosos, guardaban los Mandamientos, según la letra, pero, no según el espíritu. Rezan cinco o siete veces al día, ayunaban dos días por semana y practicaban toda clase de ritos todos los días. Pero, no tenían misericordia, por eso Jesús les dice a sus discípulos que si su justicia no supera a la de fariseos no entrarían al reino de Dios.(Mt 5, 20, 26)

 

La justicia hace referencia al amor, a la caridad, a la religión y especialmente a la piedad. La piedad es una virtud y es uno de los dones del Espíritu Santo. El primero en venir a una vida reconciliada. Saberse amados, perdonados, reconciliados y salvados por Dios y con Dios. Saberse que somos hijos de Dios  y de los demás. La piedad es “vivir en comunión con Dios y en comunión con los demás.” Para poder presentar a Dios un Culto que realmente le agrade. No presentar a Dios un culto con las manos manchadas de sangre (Is 1, 15) Sin Amor y sin Justicia.

 

Contra el quinto Mandamiento.

Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo. (Ma 5, 21s)

Matar es un crimen, cargado de envidia, odio, resentimientos y mentira.

“No matarás” ni con cuchillo, ni con pistola, ni con la lengua. ¿A cuántos te has echado con la lengua? Lo que significa contristar al Espíritu Santo (Ef 4, 30) “No te enojes” con tu hermanos, pero si te enojas porque eres humano y débil: “Enójate, pero que el enojo no te dure todo el día”, para que no le des lugar al Diablo. (Ef 4, 26- 27) “No te burles de tu hermano: No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen. (Ef 4, 29) “No odies a tu hermanos” Para que se seque vuestro corazón de Dios y de Amor. “Más bien ámalo y reza por él”. (Lc 6, 27)


“Sin fe nada le agrada a Dios” (Heb 11, 6) El culto a Dios pide de una fe sincera, de un corazón limpio y de una conciencia recta (1 Tim 1, 5) Con un corazón limpio y cargado de su Amor: “Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda.” (Mt 5, 24s)

 

Escuchemos a Isaías decirnos: Y al extender vosotros vuestras palmas, me tapo los ojos por no veros. Aunque menudeéis la plegaria, yo no oigo. Vuestras manos están de sangre llenas: lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mi vista, desistid de hacer el mal, (Is 1, 15. 16) Sin practicar la Justicia y la Obediencia. Sin esto su culto está vacío.

Escuchemos a Jesús: «No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 21- 23)

La reconciliación pide salir del exilio y ponerse encamino de éxodo, reconocer que hemos ofendido a Dios, arrepentirnos y pedir perdón por nuestros pecados, esto lo podemos lograr con la ayuda del Espíritu Santo y nuestras disposiciones.  Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación. (2 de Cor 5, 18- 19)

 

No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy: “Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo”. (Mt 5, 25s) Recordemos las palabras del Padre Nuestro: “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. La medida del perdón que recibimos, es la medida del perdón que damos.

 

En nuestra Patria, después de las elecciones políticas hay mucha división, resentimientos y odio entre familiares y amigos, necesitamos un “sulami” de Amor que nos bañe a todos para alcanzar una reconciliación verdadera.

Jesús nos había dicho: “No hay amor más grande que el dar la vida por sus amigos” (Jn 15, 13) Pero, al final de sus días y desde su Cruz, dijo a su Padre: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.» (Lc 23, 34) Jesús pedía por la reconciliación con Dios y con los hombres. La Reconciliación es el camino del Amor a Dios y a los hombres.

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