LUCHAD POR ENTRAR POR LA PUERTA ESTRECHA, PORQUE, OS DIGO, MUCHOS PRETENDERÁN ENTRAR Y NO PODRÁN.
Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» “Él les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. «Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Y os responderá: "No sé de dónde sois." Entonces empezaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas"; y os volverá a decir: "No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!" «Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. «Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.»" (Lc 13, 23- 30)
“Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?” Esta pregunta ha encontrado muchísimas respuestas, desde son, pocos otros han dicho que son muchos y hasta otros han dicho que todos se van al salvar. Algunos nos han dicho nada más nosotros, los de nuestra capilla o los de nuestra Iglesia. Mientras de otros escuchamos decir: sólo se salvaran los que creen en Jesús. ¿Qué decimos nosotros? ¿Qué dice Jesús? Jesús no responde diciendo son pocos o son muchos. “El reino de los cielos está en tensión y es de los que lo arrebatan” (cf Mt 11, 12)
En Lucas nos dice: “Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán.” Para entrar por la puerta estrecha hay despojarse del hombre viejo (Ef 4, 23) Hay que disminuir hasta desaparecer (Jn 3, 27-30) En san Mateo Jesús nos da la clave para salvarnos: “Hacer la voluntad de Dios” (Mt 7, 21) San Lucas nos dice: “¿Por qué me llaman señor, señor, y no hacen los que yo les digo?” (Lc 6, 46) San Pablo nos dice: “Revístanse del hombre nuevo en justicia y en santidad. Revístanse de Cristo Jesús” (Ef 4, 24; Rm 13, 14) La vida cristiana es un don de Dios y es una lucha contra el mundo, el maligno y la carne (Ef 2, 1-3) Razón por la que dice a su hijo en la Fe: Como un soldado de Cristo, “No te enredes en los asuntos de la vida civil; como atleta juega limpio para no ser descalificado; como campesino, eres el primero en comer los frutos de la cosecha” (2 de Tim 1- 5)
«Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Y os responderá: "No sé de dónde sois." El Señor abre la puerta a los que primero le abrimos a él la puerta de nuestros corazones: "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo." (Apoc 3, 20) Abrirle la puerta significa “Obedecer su Palabra” para hacerse discípulo y hacer una alianza con él. Alianza de amistad, de amor y de servicio: “Ustedes me aman si hacen los que yo les digo” "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando." (Jn 15, 13- 14)
Recordemos a las vírgenes necias: "Pero las prudentes replicaron: "No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: "¡Señor, señor, ábrenos!" Pero él respondió: "En verdad os digo que no os conozco." Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora."(Mt 25, 9-13) Las que no estaban preparadas, cuando llegaron encontraron la puerta cerrada y escucharon como respuesta a su petición: “Señor, señor, ábrenos”, “No las conozco” ¿Por qué no entraron? Porque no tenían el aceite extra, no habían cultivado su fe, no tenían el traje de luz, no se habían revestido de Cristo Jesús; no cultivaron las virtudes cristianas. (cf Rm 13, 12-14) Para eso hay que despojarse del traje de tinieblas para revestirse con el traje de a Luz. A eso le llamamos “unidos en la fe” “creced en el conocimiento de Dios” y “estar crucificados con Cristo para morir con él y vivir con él” (Cf Ef 4,13) Lo anterior pide conversión y vida. “Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora”
No sabemos el día y la hora en la que vamos a morir, mientras tengamos vida, hay oportunidad para creer y caminar en la fe, hacer el bien y rechazad el mal (Rm 12, 9) Después de la muerte sigue el juicio. Ya nada se puede hacer, ni el bien ni el mal, sólo escuchar las palabras del Señor: “Vengan benditos de mi Padre a participar de mi gozo y del reino que mi Padre les tiene preparado desde antes que el mundo fuera creado. Para otros en cambio: “Apártense los que obran el mal.” A los primeros les espera la vida eterna y a los otros la muerte eterna.
¿Cuál es la voluntad de Dios? Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (Ez 33, 11) “Dios quiere que todos los hombres se salven y que leguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2, 4) Cristo vino por todos y murió por todos, pero él pidió: “Crean y conviértanse.” (Mt 4, 17; Mc 1, 15) El hombre decide creer o no creer, a fuerza Dios no nos salva, “Yo decido” Frente al hombre está la vida y la muerte, elige lo que quiere, tiene “libre albedrío.” (Dt 30, 15; Eclo 15, 11)El decide salvarse o perderse. Muchos son los que dicen: Yo creo en Dios, pero viven como si Dios no existiera. Son ateos prácticos. Dios es Misericordia, y él extiende su mano hacia todo pecador que se deje encontrar por él para recibir el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo. Él a nadie le niega su Gracia, que fue pagada a precio de sangre, la sangre de Jesús. Jesús murió y resucitó para la justificación de los pecadores que con un corazón contrito, reconozcan sus pecados y pidan perdón por ellos. Y esto es gracia de Dios.
La fe es un don gratuito de Dios, pero, también es una respuesta a Cristo Jesús que nos llama a salir del pecado y a caminar tras de él para entrar a la intimidad con Dios y al servicio de los demás. Para que trabajemos en la construcción de una comunidad fraterna, solidaria y servicial, en la cual nos preocupemos unos de los otros, nos reconciliemos con todos y compartamos continuamente el “pan de la vida”
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