NO DEN A LOS PERROS LAS COSAS SANTAS NI ECHEN SUS PERLAS A LOS CERDOS

 

NO DEN A LOS PERROS LAS COSAS SANTAS NI ECHEN SUS PERLAS A LOS CERDOS

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No den a los perros las cosas santas ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes y los despedacen”. (Mt 7, 6)

¿A quiénes se les llama perros y cerdos en la época de Jesús? Se le llaman perros a los paganos y gentiles. Hoy día se dice: a los que llevan una vida mundana, pagana, vida lleno de pecado. No echen las perlas a los cerdos equivale a los que viven según la carne. Una vida conducida por cualquier espíritu que no viene de Dios o no vienen de la fe (Rm 14, 23) Una vida sin la Gracia de Dios con una fe muerta.

¿Qué es lo santo? Santo, sólo Dios y todos los que están unidos a Él por la fe, la esperanza y la caridad y que son llamados “hombres nuevos” (Ef 4, 24) A los que la Escritura les dice: “Sed santos por vuestro Padre celestial es Santo” (1 Pe 1, 15) Santa es su Palabra, santa y santificadora. Santos son los Sacramentos, especialmente, la Eucaristía. Debe celebrarse con dignidad, en lugares dignos y recibirse en la Gracia de Dios. Recibir La Eucaristía en pecado mortal es un sacrilegio.

“Sean astutos como serpientes y dóciles como palomas” (Mt 10, 16). Así mismo no se debe confiar lo más íntimo, lo del corazón  cualquiera porque te pisotearan y se burlaran de ti. ¿Qué mezcla hay entre los fieles y los infieles? ¿Entre la luz y las tinieblas?  (2 de Cor. 6, 14) ¿Qué mezcla hay entre el pecado y la Gracia? Para recibir la Eucaristía con dignidad hay que prepararse con una buena Confesión para recibir el perdón de los pecados y recibir la Gracia de Dios, el Espíritu Santo. Toda mezcla resulta en tibieza, y a los tibios los vomitaré de mi boca (Apoc 3, 16) Y anula el Culto interior que debería ser hecho con Amor que brota de in corazón limpio (1 de Tim 1, 5) Para que sea vivo, santo y agradable a Dios (Rm 12, 1)

La regla de oro, un camino a seguir. “Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas”. (Mt 7, 12) ¿Quieres que te respeten, te amen y te ayuden? Respeta, ama y ayuda  los demás. Esto pide estar abiertos al Amor que está pronto a servir a quien lo necesite. El Amor es la Fuerza para vencer los vicios del Ego. Para esto hay que tener presente las palabras de la Escritura: “El que escucha mi voz y me abre la puerta, yo entro y ceno con él y él cena conmigo” (Apoc 3, 20) Para hacer de la Palabra de Dios la Norma para nuestra vida: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13, 34)

Los dos caminos y las dos puertas: “Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por él. Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran!” (Mt 7, 13-14)

Cristo es la puerta estrecha (Jn 10, 7). Hay que pasar por sus manos y ser perdonados, reconciliados y salvados. Hay que salir del exilio para salir fuera y ponerse en camino de éxodo hacia la Prometida que es Cristo. Hay que intercambiar con Él nuestra miseria y recibir su misericordia (Mt 11, 29) Hay que negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguirlo (Lc  9, 23) Hay que despojarse del traje de tinieblas y revestirse con el traje de luz, de bondad, justicia y verdad (Rm 13, 13; Ef 4, 9) La puerta estrecha pide dejar fuera todo el equipaje para poder entrar-

El Camino estrecho es Jesús y el que camina con Él debe confiar, obedecerlo y amarlo, para poder seguirlo y servirlo, Recordemos que existen dos caminos, el angosto y el ancho. En el angosto Jesús es el Capitán, y el que lo escucha y lo obedece ese lo sigue y lo sirve. En el camino ancho el Capitán es el Diablo y el que le obedece le pertenece y le sirve. Caminemos con Jesús, para que también trabajemos con Él y le sirvamos. Es el modo para aprender de Él que es manso, humilde, misericordioso y servidor (Mt 11, 29; 29, 28) El que cree en Jesús, confía en él, lo obedece y lo ama, ese le pertenece. Es el que está unido a él lo ama y lo sirve.

Pero “¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran!” Los que son pocos le pertenecen a Jesús. Son fieles a la Persona de Jesús, a su Evangelio, a su Obra, a su Iglesia, a sus Sacramentos. A un servidor lo que se le pide es que sea fiel, y si llega a fallar, justo y fiel es él para perdonar nuestros pecados y empezar de nuevo por el camino de la fe (1 de Jn 2, 1- 2)

A los que se han alejado del camino, el Señor los busca hasta encontrarlos y les dice: “Vuelve al camino que lleva  la Casa de mi Padre” “Yo soy ese Camino, y el Espíritu Santo es la Guía que nos conduce y a él. (Rm 8, 14; Jn 16, 8ss)

 

 

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