¿POR QUÉ ME LLAMAS BUENO? BUENO SOLAMENTE DIOS.
Maestro bueno, es el conocimiento que el joven rico tiene de
Jesús. Es un hombre sin fe. Jesús le aclara con su respuesta: “Orienta tu vida
hacia Dios”. ¿Cómo hacerlo? La respuesta es del mismo Jesús: “Crean y conviértanse”
(Mc 1, 15) Esto implica pasar del hombre viejo al Hombre Nuevo, a Jesucristo
(Ef 4, 24) Esto implica despojarse del traje de tinieblas y revestirse de luz.
(Rm 13, 14) Es lo que llamaos conversión: dejar el pecado para entrar en la
gracia de Dios. Abandonar la esclavitud para entrar en la libertad de los hijos
de Dios. Romper con el pecado para participar de la naturaleza divina (2 de Pe
1, 4). Ir hacia Dios creyendo en Jesús y siguiéndolo. Dios es Amor, Verdad,
Vida, Santidad, Justicia y Libertad, por eso la conversión es revestirse y llenarse
de Cristo en Justicia y Santidad (Ef 4, 24)
El paso de las tinieblas a la Luz. Porque en otro tiempo fuisteis
tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como hijos de la luz; pues el
fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad. Examinad qué es lo
que agrada al Señor, (Ef 5, 8- 10) Lo que agrada a Dios es que tengamos fe,
esperanza y caridad (Heb 11, 6) Que aborrezcamos el mal y que amemos
apasionadamente el bien (Rm 12, 9) Abandonar las tinieblas significa huir del
pecado (1 de Cor 6, 18; 2 de Tom 2, 22; 2 de Pe 1, 4) Para irse revistiéndose del
Hombre Nuevo, Jesucristo resucitado.
Jesús les
habló otra vez diciendo: “Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará
en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8, 12) El que
tiene la Luz de Cristo rompe con el pecado (1 de Jn 1, 8) Guarda los Mandamientos
y la Palabra (1 de Jn 2, 3- 5) Rechaza al mundo y ama a Cristo (1 de Jn 2, 15)
Y se guarda de los falsos profetas ( 1 de Jn 2, 18).
El paso de
la esclavitud a la libertad. “El pecado nos priva de la gracia de Dios” (Rm 3,
21) Nos divide, esclaviza y nos da muerte (cf Rm 6, 20- 23) Pero Dios nos da la
vida en Cristo Jesús cuando creemos en Cristo Jesús:
Y cuando
se convierte al Señor, se arranca el velo. Porque el Señor es el Espíritu, y
donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad. Mas todos nosotros,
que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor,
nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es como
actúa el Señor, que es Espíritu. (2 de Cor 3, 16- 18).
El paso de la aridez a las
aguas vivas: Doble mal ha hecho mi pueblo: a
mí me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas
agrietadas, que el agua no retienen. (Jer 2, 13) El pecado nos vacía del
Amor y nos vacía de Dios, pero por la Fe en Jesucristo somos perdonados de nuestros
pecados y recibimos[D1] el don del Espíritu Santo. Ahora podemos apropiarnos de las palabras
de san Juan: El último día de la fiesta, el más solemne, Jesús puesto en pie,
gritó: “Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí», como dice
la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva. Esto lo decía refiriéndose
al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había
Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado.” (Jn 7, 37- 39)
Ahora Jesús ha pasado por
su Glorificación: Muerte, Resurrección y Ascensión para sentarse a la derecha
del Padre y darnos Espíritu Santo. Nuestra conversión ahora es posible y no es
cosa del pasado, es y debe de ser actual, hasta la muerte. Consiste en un negarse
a sí mismo para poder amar y seguir a Cristo. Esto es un parto permanente, es
un nacer de Dios muriendo al pecado y viviendo para Dios. Con la ayuda del Espíritu
Santoy con nuestras decisiones es posible convertirnos. Dios y nosotros.
La conversión implica
revestirse de Cristo cultivando las virtudes; Por eso mismo puso el mayor
esfuerzo en hacer avanzar su virtud, su conocimiento, al conocimiento del
tiempo, al tiempo de la tenacidad, a la tenacidad de la piedad, a la piedad y
al amor fraterno, al amor fraterno y a la caridad. Si tenéis estas cosas y las
tenéis en abundancia, no quedarán inactivas ni estériles para el perfecto
conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Cuando no me siento ciego y fuera de
la vista; Ha olvidado la purificación de sus pecados pasados. Por eso,
hermanos, ponemos el mayor esfuerzo en fortalecer vuestra vocación y vuestra
elección. Si trabajas así nunca fallarás. (2 de Pe 1, 5- 10)
Pedro nos
habla de las obras de la fe, de las cuales Santiago dice: ¿De qué sirve,
hermanos y hermanas, que alguien diga: “Tengo fe”, si no hay obras? ¿Puedes
salvar tu fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen de sustento
diario, y alguno de vosotros dice: «Se fue en paz, calentito y con ganas», pero
no te dan lo necesario para el cuerpo, ¿de qué te sirve? Entonces la fe, si no
funciona, está realmente muerta. (Snt 2, 14- 17) Sin las virtudes no hay
conversión.
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