PERMANEZCAMOS EN SU PASCUA

PERMANEZCAMOS EN SU PASCUA

 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me vaya y les prepare un sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy”.Entonces Tomás le dijo: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” Jesús le respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí”. (Jn 14, 1-6)

 

Por la fe lleguemos al Padre, y la fe llega a nosotros por la predicación de la Palabra, Palabra enviada por el Padre a nuestros corazones (Rm 10, 17) Por la fe somos hijos de Dios, hermanos de Jesucristo y templos vivos de Espíritu Santo. La Palabra de Dios y el Espíritu Santo forman en nosotros una Unidad que hacen decir a Jesús: Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré. y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; (Jn 16, 7-8) En lo referente al pecado, al juicio y en la referente a la rectitud.

 

¿Qué nos trae la fe? La fe nos trae a Jesús, nos trae vida eterna y nos trae salvación.  «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.» (Jn 8, 12) Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. (Jn 10, 10) Jesús vino a traernos el Amor, la Verdad y La Vida (Jn 14, 6)

 

¿Qué nos da la experiencia de la resurrección? Está experiencia nos  es la  hija de la fe en Jesucristo: “Creer que Jesús es el Hijo de Dios que nos amó y se entregó por nosotros para salvarnos (Jn 3, 16) Experiencia fundada en la fe y el la conversión (Mt 4, 17; Mc 1, 15) La experiencia fundada en tres verdades: Le Luz, el Poder y la Misericordia. La Luz nos muestra el camino del Amor, de la Verdad y de la Vida. “Dios nos ama con amor eterno y tiene reservada gracia para todos (Jer 31, 3) Dios nos ama a nosotros siendo nosotros pecadores. (Rm 5, 6) Todos somos pecadores y pecamos (Rm 3,21-23) Dios nos ama, pero el pecado nos priva de la gracia de Dios  (Rm 3, 21)

Pero Dios que es rico el amor, con su Podre nos hace sentir la necesidad d conversión y con su Padre, nos levanta y hace que caminemos en la Verdad para que huyamos del pecado y rompamos con él (1 de Tes 1, 9) Llevando un corazón contrito y arrepentido que Dios no rechaza (Slm 51, 19)

 

Lleva en sus manos su Misericordia, nos acoge, nos abraza y nos perdona, en ese momento nos apropiamos de los frutos de la redención de Jesús: El perdón y la paz, la resurrección y el don del Espíritu Santo. “Hemos nacido de lo Alto, de Dios, somos hombres nuevos” “Hemos pasado de la muerte a la vida, del pecado a la Gracia”. Somos parte de la Nueva Alianza, le pertenecemos, lo amamos y lo servimos. Con Pablo decimos:

¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. Porque si hemos hecho una misma cosa con él por una muerte semejante a la suya, también lo seremos por una resurrección semejante; sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con él, a fin de que fuera destruido este cuerpo de pecado y cesáramos de ser esclavos del pecado. Pues el que está muerto, queda librado del pecado. Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él, sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la muerte no tiene ya señorío sobre él. Su muerte fue un morir al pecado, de una vez para siempre; mas su vida, es un vivir para Dios. (Rm 6, 3. 10)

 

Ahora, por la fe somos hombres nuevos (2 de Cor 5, 17) Lo viejo ha pasado, lo que ahora existe es nosotros es el Hombre Nuevo, Cristo resucitado que habita por la fe en nosotros (Ef 3, 17) La Señal es el Amor (1 Jn 4, 7) Guardemos sus Mandamientos y su Palabra para que permanezcamos en su Amor, y escuchemos de Jesús deciros: «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. (Mt 5, 13- 16)

 

Permanezcamos en la Pascua de Jesús; muriendo al pecado y resucitando para Dios. Como Jesús caminemos en la Verdad que nos hace libres de todo pecado  para que podamos hacer el bien. Cruz y Resurrección son dos momentos de un mismo acontecimiento: Si hay perdón hay resurrección y su hay resurrección y es que ha habido conversión. El encuentro de la Luz, el Padre y la Misericordia se dieron en nuestro corazón, Dios hizo su Obra en nuestro corazón-

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