EL KERIGMA ES EL FUNDAMENTO DE LA COMUNIDAD PRIMITIVA

 

EL KERIGMA ES EL FUNDAMENTO DE LA COMUNIDAD PRIMITIVA

 "No hay salvación en ningún otro, porque bajo el cielo no hay otro nombre dado a los hombres por los cuales debemos ser salvos" (Hch 4, 12)

En aquellos días, los guardias condujeron a los apóstoles ante el sanedrín, y el sumo sacerdote los reprendió, diciéndoles: “Les hemos prohibido enseñar en nombre de ese Jesús; sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas y quieren hacernos responsables de la sangre de ese hombre”.

Pedro y los otros apóstoles replicaron: “Primero hay que obedecer a Dios y luego a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes dieron muerte colgándolo de la cruz. La mano de Dios lo exaltó y lo ha hecho jefe y Salvador, para dar a Israel la gracia de la conversión y el perdón de los pecados. Nosotros somos testigos de todo esto y también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que lo obedecen”. Esta respuesta los exasperó y decidieron matarlos. (Hch 5, 27-33)

 

¿Qué tenemos que hacer para apropiarnos de los frutos de la redención de Jesús?  Creer y aceptar el Kerigma, el primer anuncio de los Apóstoles. Con tres palabras lo podemos entender: Jesús murió, Jesús resucitó y Jesús es Señor. Es la respuesta de los Apóstoles al Sanedrín y al sumo sacerdote: “Les hemos prohibido enseñar en nombre de ese Jesús; sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas y quieren hacernos responsables de la sangre de ese hombre”. La respuesta llena de valentía y de la fuerza del Espíritu Santo la dirige Pedro: “Primero hay que obedecer a Dios y luego a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes dieron muerte colgándolo de la cruz. La mano de Dios lo exaltó y lo ha hecho jefe y Salvador,

 

Dios quiere salvar a todos los hombres y lo primero que nos da es su Palabra, luego los Sacramentos. Al oír esto, dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué hemos de hacer, hermanos?» Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo; pues la Promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro.» (Hch 2, 37- 39)

 

Los hombres del Sanedrín y los sacerdotes, le endurecieron el corazón a Dios y rechazaron su Palabra: no creyeron, y frente a la respuesta de los Apóstoles decidieron darles muerte al igual que a Jesús. Tienen al igual que Jesús, el mismo destino: ser perseguidos y martirizados.

Creer y bautizarse para que se llenen y revistan de Jesús con su Palabra y Sacramento, los dos denarios que Jesús da su Iglesia para que realice la salvación de los hombres. Los dos están incluidos en el Kerigma: conviértanse y bautícense para que sus pecados sean perdonados y reciban el Espíritu Santo. Esto es ser “justificados por la fe” (Rm 5, 1- 5)

 

El Kerigma ha de ser proclamado de una manera sencilla, pero precisa. Contiene algunos temas que se han de proclamar. El primero es  “El amor de Dios” Dios nos ama a todos de una manera incondicional. Por amor nos eligió en Cristo para estar en su presencia santos e inmaculados en el amor (Ef 1, 4) El segundo tema es el pecado. Todos somos pecadores necesitados de la Gracia de Dios, el pecado esclaviza y nos paga con la muerte (Rm 6, 23) El tercer tema es Jesucristo, el Hijo de Dios que se hizo hombre para salvarnos. (Jn 3, 16)  Jesús nos dio su Palabra, nos hizo milagros y exorcismos, al final de su vida murió para el perdón de nuestros pecados y resucitó para darnos vida eterna (Rm 4, 25) Es nuestro Salvador, nuestro Maestro y es nuestro Señor.

 

El cuarto tema es la “fe y la conversión” (Mt 4, 17) como respuesta a la Obra redentora de Jesús. Aceptarlo que nos amó y se entregó por nosotros y aceptarlo como nuestro Salvador que murió y resucitó por nosotros. El quinto tema es el “Señorío de Cristo”  para destruir nuestros ídolos y sanar nuestro casa para poder amar y servir al Señor. El sexto tema es el Espíritu Santo que actualiza la Obra redentora d Cristo en nuestra vida, conduce nuestra vida para que vivamos como hijos de Dios (Rm 8, 14) el séptimo tema es la Comunidad. Aprender a vivir el Nuevo Camino: “Donde dos o tres se reúnen en mi Nombre, yo estoy en medio de ellos” (Mt 18, 20) Aprender a vivir en Comunidad para poder intercambiar nuestros dones y amar y servir como Jesús.

 

Después del Kerigma sigue la Catequesis en la que encontramos las columnas de la Comunidad: Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones. (Hch 2, 42) El temor se apoderaba de todos, pues los apóstoles realizaban muchos prodigios y señales. Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común;vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno. Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo. El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar. (Hch 2, 42- 47)

 

Después de la Catequesis  siguió el servicio a las mesas: Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana. Los Doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: «No parece bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios por servir a las mesas. Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo; mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra.» Pareció bien la propuesta a toda la asamblea y escogieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía; los presentaron a los apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las manos. La Palabra de Dios iba creciendo; en Jerusalén se multiplicó considerablemente el número de los discípulos, y multitud de sacerdotes iban aceptando la fe. (Hch 6, 1- 7)

 

El Kerigma, la Catequesis y el Servicio a las mesas son el fundamento de la pastoral de la Iglesia primitiva. Y debe ser el mismo fundamento de la pastoral de la Iglesia actual. El católico que no ha recibido el Kerigma, más tarde o más temprano se cansa, se aburre y deja el servicio.

 

 

 

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