JESÚS,
EL HIJO DE DIOS, ES EL AMOR ENTREGADO
Y como Moisés levantó
la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para
que todo el que crea tenga por él vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo
que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que
tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al
mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es
juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre
del Hijo único de Dios.
El pueblo de Israel
caminaba por el desierto, caminando y murmurando contra Dios y contra Moisés.
Aparece entonces las serpientes mueren a muchos y mueren. El Pueblo entiende
que es un castigo, pues todo el que peca, muerte. El salario del pecado es la
muerte. (Rm 6, 23) “Envió entonces Yahveh contra el pueblo serpientes
abrasadoras, que mordían al pueblo; y murió mucha gente de Israel. El pueblo
fue a decirle a Moisés: «Hemos pecado por haber hablado contra Yahveh y contra
ti. Intercede ante Yahveh para que aparte de nosotros las serpientes,» Moisés
intercedió por el pueblo. Y dijo Yahveh a Moisés: «Hazte un Abrasador y ponlo
sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá.»(Nú 21, 6- 8)
Dios no quita las serpientes, envía un signo para que sean sanados del veneno
mortal y los libre de la muerte.
Jesús se apropia de ese
signo al decirnos: así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que
todo el que crea tenga por él vida eterna. La pregunta: ¿Quién entregó a Jesús?
El mismo Jesús nos descubre: “El Padre mismo entregó a su Hijo y el Mismo se
entrega a la muerte al decirnos “mi vida no me la quitan, yo la entrego” (Jn 3,
16; 10, 18) Los Apóstoles entregaron a Jesús, uno de ellos lo vendió y los otros
lo abandonaron. Los escribas, los fariseos y los sacerdotes entregaron a ls
romanos: todos entregamos a Jesús. Él murió por nuestros pecados, nuestros
pecados mataron a Jesús. Jesús profetizó su muerte: “Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él
debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos
sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día.” (Mt
16, 21)
¿Porqué
entregaron a Jesús? El Padre y Jesús lo hicieron por amor, es la única razón.
Los judíos por envidia y por odio, otros por miedo, y todos porque somos pecadores.
«Israelitas,
escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre
vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre
vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste, que fue entregado según el
determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis
clavándole en la cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios le resucitó
librándole de los dolores del Hades, pues no era posible que quedase bajo su
dominio; (Hch 2, 22- 24)
¿Qué tenemos que hacer
para tener vida eterna? Una sola cosa: Creer en Jesús, el Hijo de Dios, nuestro
Salvador, nuestro Maestro y nuestro Señor. Que nos amó, murió para perdón de
nuestros pecados y resucitó para darnos vida eterna. Está fe viene de la
escucha de la Palabra de Dios que es Luz que ilumina nuestras tinieblas y
descubre nuestros pecados: Al oír esto, dijeron con el corazón compungido a
Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué hemos de hacer, hermanos?» Pedro les
contestó: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre
de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del
Espíritu Santo; pues la Promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para
todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro.» (Hch 2,
37- 39)
Somos justificados por
la fe: Nuestros pecados son perdonados y recibimos el don del Espíritu Santo.
Recibimos vida eterna y estamos en comunión con Dios y con los demás. Somos
reconciliados, perdonados y salvados por pura Gracia de Dios.
“Y a vosotros que
estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales vivisteis en otro
tiempo según el proceder de este mundo, según el Príncipe del imperio del aire,
el Espíritu que actúa en los rebeldes... entre ellos vivíamos también todos
nosotros en otro tiempo en medio de las concupiscencias de nuestra carne,
siguiendo las apetencias de la carne y de los malos pensamientos, destinados
por naturaleza, como los demás, a la Cólera... Pero Dios, rico en misericordia,
por el grande amor con que nos amo, estando muertos a causa de nuestros
delitos, nos vivificó juntamente con Cristo - por gracia habéis sido salvados -
y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús, a fin de
mostrar en los siglos venideros la sobreabundante riqueza de su gracia, por su
bondad para con nosotros en Cristo Jesús.” (Ef 2, 1- 7)
Hemos pasado de las
tinieblas a la Luz. Del pecado a la Gracia; de la esclavitud a la Libertad,
vivamos como hijos de Dios. Vivamos como Jesús vivió: en el Amor, la Verdad y
en la Vida (Jn 14, 6) Aceptemos su Palabra como Norma para nuestra vida:
muriendo al pecado, cargando su cruz y siguiéndolo (Lc 9.23) Vivamos sin miedo
el Padre Nuestro para vivir como Hijos de Dios y como hermanos de los demás. De
esta manera participaremos de su Pascua.
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