MI PADRE SIEMPRE TRABAJA Y YO TAMBIÉN TRABAJO

 


MI PADRE SIEMPRE TRABAJA Y YO TAMBIÉN TRABAJO

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos (que lo perseguían por hacer curaciones en sábado): "Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo". Por eso los judíos buscaban con mayor empeño darle muerte, ya que no sólo violaba el sábado, sino que llamaba Padre suyo a Dios, igualándose así con Dios.(Jn 15, 17s)

“Mi Padre siempre trabaja, y Yo también trabajo.” El Espíritu Santo se une a la acción del Padre y del Hijo para realizar la Obra del Padre que el Hijo realiza en la Historia y el Espíritu Santo lo actualiza en nuestra vida,

¿En qué trabaja Dios en la Historia de los hombres? Dios trabaja en el corazón de los hombres para hacer que crean en el Hijo para que puedan salvarse. La salvación tiene dos dimensiones, una es negativa: nos quita el pecado, nos perdona t la segunda es positiva; nos da Espíritu Santo.

¿Cuál es el método que Dios usa para hacer su trabajo? Es el método familiar: “El Padre que ama a sus hijos los reprende y los corrige” (Apoc. 3, 19). Nos lleva a experimentar su Amor, y nos ilumina el corazón para que reconozcamos nuestros pecados y empiece nuestra conversión. No engaña, no manipula, no forza, no obliga, “todo es un si tú quieres”. El Profeta lo dice: “Me sedujiste Señor y me dejé seducir” (Jer 20, 7).

Podemos decir lo anterior en tres etapas: La Iluminación, la Separación y la Ornamentación. ¿Cuándo se realiza lo anterior? Hoy es el día de la salvación, no dejes para mañana lo que Dios está haciendo hoy: “No eches la Gracia de Dios en saco roto” La etapa de la Iluminación consiste en escuchar la Palabra, guardarla y ponerla en práctica para nacer de Nuevo y entrar en el Reino de Dios. La segunda etapa de la Separación consiste en romper con el pecado (2 de Pe 1, 4) “Huir de las pasiones de la juventud” ( 2 de Tim 2, 22)”Despojarse del hombres viejo” (Ef 4, 23) La tercera etapa de la Ornamentación consiste en revestirse de Jesucristo (Rm 13, 14) “Revistiéndose del hombre nuevo en justicia y en santidad” (Ef 4, 24) Lo anterior es posible con la ayuda de la Gracia de Dios y nuestras decisiones.

La Obra de Dios es hacer que el Mundo crea en Jesús para que creyendo se salve. Lo primero que hace es sembrar su Palabra de vida, de luz y poder en nuestros corazón, La Obra  de la Palabra es llevarnos al amor de Dios y al reconocimiento de nuestros pecados para poder comprender las manifestación de Dios en nuestra vida.

La primera manifestación es la Liberación. Sacarnos del pecado, del reino de las tinieblas para llevarnos al reino de la Luz. Sacarnos del Egipto, de Babilonia, del Exilio para llevarnos en camino de Éxodo a la tierra prometida: Cristo Jesús. En el encuentro con Jesús se da la segunda manifestación: La Reconciliación. Volver a ser hijos de Dios y hermano de los hombres. Nuestros pecados son perdonados en virtud de la sangre de Cristo y recibimos el Espíritu Santo, la Paz, el Perdón, la Resurrección y entramos en la Vida Eterna.

Ahora somos una Nueva Creación, lo viejo ha pasado, lo que ahora somos es Obra de Dios. (2 de Cor 5, 17) Lo viejo es el pecado, lo nuevo es Cristo (Rm 5, 20) Ahora podemos decir con san Pablo: “Para mí la vida es Cristo y la muerte es ganancia” (Flp 1, 21) Pues si vuelvo a edificar lo que una vez destruí, a mí mismo me declaro transgresor. En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí. No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese muerto Cristo en vano. (Gál 2, 18- 20)

 

Una cuarta manifestación de la Obra de Dios es la Promoción. De grandes pecadores en hijos de Dios. De adversarios en discípulos y servidores de Cristo. La Misión de Cristo es nuestra Misión: “Dar vida al Mundo.”

Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.» (Mt 20, 25. 28)

 

Todo creyente es llamado a ser discípulo de Cristo. Llamados a seguir sus huellas, tal como lo dice san Lucas: Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? (Lc 9, 23- 25) Es la invitación a servir amando como el Maestro lo hizo: “Hasta el extremo” (Jn 13,1) Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.» (Jn 13, 34- 35). El método de Jesús es el Amor lleno de compasión.

 

La Palabra de Dios es liberadora y salvadora. “Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida.” Por la fe somos hijos de Dios, nuestros pecados son perdonados y somos salvados y santificados.


Les aseguro que viene la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la hayan oído vivirán. Pues así como el Padre tiene la vida en sí mismo, también le ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; y le ha dado el poder de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que yacen en la tumba oirán mi voz y resucitarán: los que hicieron el bien para la vida; los que hicieron el mal, para la condenación. Yo nada puedo hacer por mí mismo. Según lo que oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió". (Jn 5, 17- 30)

Jesús nos dice: “Todos escucharan mi voz, todos lo que están en la sepultura”. Todos resucitarán, unos para la Vida Eterna y otros para la condenación. Los que hicieron el bien y rechazaron el mal  con una fe sólida, un corazón limpio y una conciencia recta (1 de Tim 1, 5) Que han pasado ya de la muerte a la vida, del pecado a la Gracia, de ls Tinieblas a la Luz, van revestidos de la Verdad, de la Bondad y de la Justicia (Ef 5, 9)



 

 

 

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