EN LUCHA CONTRA TODA
IMPUREZA.
«Habéis oído que se dijo:
No cometerás adulterio. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer
deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si, pues, tu ojo
derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que
se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la
gehenna. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de
ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu
cuerpo vaya a la gehenna. (Mareo 5, )
El sexto Mandamiento está a favor de la Familia. El adulterio
es un pecado muy grave, ya que mata el amor y mata la Familia. Además es un
sacrilegio porque profana a la Familia que es sagrada, y es también un atentado
contra la “dignidad humana” al convertir a las personas en instrumento de placer
que deshumaniza y despersonaliza. El arma favorita para vencer el adulterio es
el Amor, madre de la pureza y de la castidad. Donde hay Amor, hay
responsabilidad y hay libertad, es decir hay madurez humana, hay fuerza para
vencer el mal y fuerza para hacer el bien.
El Amor
comienza en la mente, Y BAJA AL CORAZÓN, PARA LUEGO EXTENDERSE A TODO NUESTRO
SER. y el adulterio también comienza en la mente. Por eso san Pablo nos dice: “Y no os acomodéis al mundo presente, antes
bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis
distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto”
(Rm 12, 2) El mundo ofrece poder, tener y placer (1 de Jn 2, 15) Dios en cambio
nos da la Fe la Esperanza y el Amor: más aún; nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la
tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud
probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. (Rm
5, 3- 5) Cambia la manera de pensar para que cambie la manera de sentir y de
vivir.
El adulterio es hijo de la
lujuria, un vicio que alimenta la impureza, que es alimentado con la pornografía,
las conversaciones inmorales que nos llevan a los deseos desordenados, al
dominio de las concupiscencias. Para esto Jesús nos advierte: “Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de
pecado, sácatelo y arrójalo de ti”. El ojo es la lámpara del cuerpo- Si tu ojo
está sucio, todo tu cuerpo está sucio. Educa tu mirada, el alimento de la
lujuria y de la impureza entra por los ojos. Revistas, periódicos, televisión,
celulares, modas, esto y más está al servicio de la industria de la
pornografía. Sacarse el ojo y arrojarlo fuera es negarle todo placer que nos
lleva al mal. La vida cristiana es un don y una lucha. Es la lucha del bien
contra el mal, del Ego contra el Amor, de las Virtudes contra los Vicios, No le
demos de comer al hombre viejo, neguémosle el alimento y lo venceremos. Las
armas para vencer la lujuria son la Oración íntima, cálida y extensa, la castidad,
el dominio propio, la pureza y la templanza. Todas vienen de la Fe y de la
Fortaleza de espíritu.
Tanto las Virtudes como los
Vicios crecen y dan fruto con el uso de su ejercicio. Los vicios viene de la
carne que es un vida mundana, pagana y de pecaminosa. En cambio las virtudes
vienen de la “espiritualidad cristiana” Una vida conducida por el Espíritu
Santo: escuchar, guardar poner en práctica
la Palabra de Dios. San Pablo nos habla de los frutos de la fe y de las obras
de la carne:
Ahora bien, las obras de la
carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería,
odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas
semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen
tales cosas no heredarán el Reino de Dios.
En cambio el fruto del
Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre,
dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús,
han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias Si vivimos según el
Espíritu, obremos también según el Espíritu. No busquemos la gloria vana
provocándonos los unos a los otros y envidiándonos mutuamente. (Gál 5, 19- 25)
La clave para vivir una
vida piadosa la presenta Jesús en el Evangelio de San Lucas; Decía a todos: «Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y
sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su
vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el
mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? (Lc 9, 23- 25)
San Pablo nos avisa: Lo que
importa es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo, para
que tanto si voy a veros como si estoy ausente, oiga de vosotros que os
mantenéis firmes en un mismo espíritu y lucháis acordes por la fe del
Evangelio, sin dejaros intimidar en nada por los adversarios, lo cual es para
ellos señal de perdición, y para vosotros de salvación. Todo esto viene de
Dios. (Flp 1, 27- 28)
Y en la carta a los Romanos
nos dice: Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos
al bien; amándoos cordialmente los unos a los otros; estimando en más cada uno
a los otros; con un celo sin negligencia; con esp1ritu fervoroso; sirviendo al
Señor; con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación;
perseverantes en la oración; compartiendo las necesidades de los santos;
practicando la hospitalidad. No te dejes
vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien. (Rm 12, 9- 13.
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