Y ESPERÓ QUE DIESE UVAS PERO DIO AGRAZONES. (AMARGURA)
Voy
a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi amigo tenía una
viña en fértil collado. La entrecavó, la descantó, y plantó buenas cepas;
construyó en medio una atalaya y cavó un lagar. Y esperó que diese uvas, pero
dio agrazones. Pues ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá, por favor,
sed jueces entre mí y mi viña. ¿Qué más cabía hacer por mi viña que yo no lo
haya hecho? ¿Por qué, esperando que diera uvas, dio agrazones? Pues ahora os
diré a vosotros lo que voy a hacer con mi viña: quitar su valla para que sirva
de pasto, derruir su tapia para que la pisoteen. La dejaré arrasada: no la
podarán ni la escardarán, crecerán zarzas y cardos; prohibiré a las nubes que
lluevan sobre ella. La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel;
son los hombres de Judá su plantel preferido. Esperó de ellos derecho, y ahí
tenéis: asesinatos; esperó justicia, y ahí tenéis: lamentos. (Isaías 5,1-7)
¿Qué más cabía hacer por mi viña que
yo no lo haya hecho?
Lo
llamé a la existencia por amor, lo hice a mi imagen y semejanza, lo adorné con
dones materiales y espirituales. Les di inteligencia, voluntad, corazón,
sentimientos y sentidos. Los puse en un Paraíso con la Misión de trabajarlo y
cultivarlo. Puse en su interior la “Ley natural”: “No hagan cosas malas”; Hagan
cosas buenas”. Si no lo hiciste, “Arrepiéntete” y la cuarta palabra es “Alégrate”,
si has obedecido las otras palabras. Te di el libre albedrío para que decidas
hacer el bien o hacer el mal, (Gn 2, 17) Para que escogieras la vida o la
muerte (Dt 30, 15). El agua o el fuego, la felicidad o la desdicha (Eclo 15,
11).
Un poco de historia de la salvación:
Llamé
Abraham, el padre de la fe para que de él naciera mi pueblo (Gn 12, 1ss) Te
saqué de la esclavitud de Egipto, por medio de mi siervo Moisés (Ex 3, 1ss) ). Te
llevé al desierto donde te di de comer y de beber, e hice alianza contigo y te
entregué mis diez Mandamientos. Te entregué
la “Tierra prometida” que mana leche y miel. Te di jueces, reyes profetas. ¿Qué necesitabas que yo no te lo
diera? Esperaba de ti frutos buenos y diste frutos malos. Así lo dice uno de mis profetas: Doble mal ha
hecho mi pueblo: a mí me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse
cisternas, cisternas agrietadas, que el agua no retienen.(Jer 2, 13) Han caído
en la idolatría para darle culto a dioses falsos. El culto que me daban estaba
vacío de justicia, obediencia y amor (Is 1,16) Por eso no me agradaba y permití
que fueran al exilio de Babilonia, la tierra de la servidumbre; una tierra sin
rey, sin culto, sin sacrificios, sin patria. De allá los hice volver a la
libertad para que reconstruyeran la ciudad, el templo, la muralla y para que
restablecieran la Pascua y dieran a conocer la Ley. Apenas un pequeño resto, el resto fiel me fueron fieles,
se convirtieron a mí y eran fieles a mi Palabra.
El
fruto de mi Viña, era malo, en vez de uvas dieron agrazones, Por eso les he
enviado a mi Hijo, por que los amo y quiero para que se salven (Jn 3, 16). Vino
a los suyos y los suyos no lo recibieron (Jn 1, 11- 12)
En
aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con
una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a
unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió
sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían.
Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro,
y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e
hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose:
"Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se
dijeron: "Éste es el heredero, venid, lo matamos y nos quedamos con su
herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora,
cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?» Le
contestaron: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a
otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.» Y Jesús les dice:
«¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los
arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido
un milagro patente?" Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino
de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.» (Mateo 21,33-43)
La
viña del Señor es la casa de Judá y de Jerusalén, y los hombres y las mujeres
son las plantaciones que lo habían recibido de todo para dar fruto, pero con la
misión de cultivar el barbecho de sus corazones (Jer 4, 3) Endurecieron sus
corazones, le dieron la espalda al Señor y se quedaron vacíos de amor, de libertad,
de justicia y de santidad; se sintieron amos y señores de la religión.
El propietario de la viña mandó por la parte
de su fruto, y los mataron y apedrearon, Mandó a un grupo mayor y les hicieron los
mismo. Luego les envío a su único Hijo, no lo recibieron, lo rechazan y le dan muerte. Y ahora, cuando vuelva el
dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?» Le contestaron: «Hará
morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que
le entreguen los frutos a su tiempo.»
Los
sacerdotes, los escribas, el sanedrín que eran los amos y señores de la religión
judía, se pusieron la soga al cuello. Mataron al Hijo de Dios, pero ellos no
sabían que con su muerte, esta perdonando los pecados de los hombres y con su resurrección
estaba dando Vida eterna. Jesús con su muerte y resurrección estaba sellando la
Nueva Alianza, en la que nació el Nuevo Pueblo de Dios. Nació el Nuevo Culto,
La Ley Nueva, la ley del Amor. El Nuevo Pueblo es el pueblo de los Apóstoles,
de los discípulos, de Pablo y de María. Es la Iglesia con sus Sacramentos que
son signos de la Nueva Alianza.
Ahora,
Jesús, el hombre que fue rechazado y crucificado es la “Piedra Angular”. El Fundamento
del Edificio Espiritual (1 de Cor 3, 11) Es el don de Dios para la salvación de
los que crean en él, aún los que lo había matado, a ellos también los ama, y sí
se arrepienten los perdona y los salva. Según la profecía de Simeón: Simeón les
bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de
muchos en Israel, y para ser señal de contradicción (Lc 2, 34) De caída para
los que no creen y de levantamiento para los que si creen en él. Los que creen
tienen el poder de hacerse hijos de Dios (Jn 1, 12) Tienen el poder de hacerse
personas, según el Plan de Dios.
¿Qué es el hombre para que te acuerdes
de él? Es un ser original, único
e irrepetible, responsable, libre, capaz de amar y capaz de servir. No te
desvíes ni a izquierda ni a derecha, no te estanques, porque el que pone su
mano en el arado y mira hacia atrás no es digno del Reino. (Lc 9, 62) Todo es
posible si estás en Cristo, él es tú fuerza (Flp 4, 13) “Fortaleceos con el
Señor, con la energía de su poder (Ef 6, 10) La fortaleza viene de la fe, para
que luches y hagas el bien (Rm 12, 21) Hija de la fortaleza es la sencillez de
corazón que te hace ser manso y humilde de corazón (Mt 11, 29) Hija de la
sencillez es la pureza de corazón que te hace puro y limpio de corazón. Hija de
la pureza es la santidad esta es tu vocación. Eres hombre Nuevo lo viejo ha
pasado (2 de Cor 5, 17) Hija de la santidad es el Amor, corona y padre de todas
las virtudes. El Amor es el fruto que todos estamos llamado ser como los
sarmientos de la Viña del Señor.
Sin
amor somos estériles. “Somos como la hierba que nace y crece, echa su flor, luego
se seca, y está lista para ser arrancada y echada al fuego”. (Isaías 40, 6- 8),
En cambio el que ama es como un árbol plantado a la orilla de un rio, sus raíces
están siempre en el agua, sus ramas están siempre verdes y dando fruto los doce
meses del año” (Jer 17, 8) El fruto es el amor a Dios y a los hombres.
En
la Iglesia, el Nuevo Pueblo de Dios, podemos hacer el bien y podemos hacer el mal.
Al hacer el mal, pecamos y perdemos a gracia de Dios. Al perder el amor vamos
cayendo en un individualismo que reza, Estando yo bien, los demás, me vale”.
Podemos caer en el “Totalitarismo” que no piensas ni decides por ti, otros
piensan y deciden por ti. Otro enemigo es el “Conformismo” que te ayuda a vivir
haciendo lo que otros hacen. Ninguno de los tres realiza: el primero te
convierte en estatua de barro, el segundo en títere, y el tercero en copia. Ninguno
de los tres tienen vida. No hay fruto.
Publicar un comentario