VENGAN BENDITOS DE MI PADRE A PASAR
CONMIGO LA ETERNIDAD.
Introducción: “la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”.
(Rm 5, 5)
En
aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y éste comenzó a
decirles: "La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal,
pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal
para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente
de este tiempo. Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del
sur se levantará el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde los
últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay
uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los
hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos
se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que
Jonás''. (Lc 11, 29-32)
Jesucristo
no está expuesto a la charlatanería ni al chismorreo ni a la simple curiosidad.
Jesús no quiere ser un “parche” de alguien o de algo, él quiere ser el Todo (cf
Mc 2, 21) Él no echa su vino nuevo en odres viejos, primero los lava y los
limpia (cf Mc 2, 22) Para que de una fe sincera y de un corazón limpio salga el
amor (1 de Tim 1, 5) Primero nos justifica, nos perdona y nos salva, para luego
manifestarse en nuestra vida (cf Jn 14, 21) ¿Cómo se manifiesta en nuestra
vida? Nos libera de la esclavitud del pecado, nos reconcilia con Dios y con los
hombres, nos transforma en una Nueva Creación y nos promueve, de grandes
pecadores en hijos de Dios y en servidores de los demás. (Ef 2, 14; Rm 5, 20; 1
de Cor 4, 1). Por la fe de Jesucristo nuestros pecados son perdonados y somos hijos
de Dios.
"La
gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará
más señal que la de Jonás. Quieren ver milagros para creer. La fe no viene de
ver milagros, estos vienen de la fe. Muchos habían visto a Jesús hacer
milagros, y no creyeron en él. Jeremías lo había dicho: El corazón es lo más
retorcido; no tiene arreglo: ¿quién lo conoce? Yo, Yahveh, exploro el corazón,
pruebo los riñones, para dar a cada cual según su camino, según el fruto de sus
obras. (Jer 17, 9- 10) Pablo dice: Os digo, pues, esto y os conjuro en el Señor,
que no viváis ya como viven los gentiles, según la vaciedad de su mente, sumergido
su pensamiento en las tinieblas y excluidos de la vida de Dios por la
ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su cabeza los cuales, habiendo
perdido el sentido moral, se entregaron al libertinaje, hasta practicar con
desenfreno toda suerte de impurezas. (Ef 4, 17- 19) Lo primero es escuchar la
Palabra y obedecerla para tener fe (cf Rm 10, 17)
De
la escucha y la obediencia de la Palabra nace la conversión a Jesucristo: “Pero
no es éste el Cristo que vosotros habéis aprendido, si es que habéis oído
hablar de él y en él habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús a despojaros,
en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo que se corrompe siguiendo
la seducción de las concupiscencias, a renovar el espíritu de vuestra mente, y
a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de
la verdad”. (Ef 4, 20- 23) No basta con escuchar la Palabra y no basta con ver
señales o milagros, hay que convertirse al Señor: Renunciando al pecado para
poder hacer el bien, revistiéndose de Cristo Jesús. Para poder llegar a ser
discípulos del Señor.
Jesús nos habla de un juicio después
de la muerte. Del juicio sale un camino
hacia abajo y otro hacia arriba. Lo que Jesús nos está diciendo que hay Vida
Eterna y también hay muerte eterna. Hay un premio para los que creyeron en
Jesús y se convirtieron a él, y hay un castigo para los que no creyeron y no se
convirtieron: Entonces dirán también éstos: "Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te
asistimos?" Y él entonces les responderá: "En verdad os digo que
cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo
dejasteis de hacerlo."E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una
vida eterna.” (Mt 25, 44- 46) Seremos juzgados por la Misericordia que dimos o
que no dimos. Seremos juzgados si amamos a Cristo y a nuestro prójimo, o si no
lo hicimos.
Dos
cosas Jesús pone frente a nosotros: El amor y el servicio: Mas Jesús los llamó
y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores
absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre
vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será
vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro
esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido,
sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.» (Mt 20, 25- 28)
Os
doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he
amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán
todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.» (Jn
13, 34- 35) Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo
el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a
Dios, porque Dios es Amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en
que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En
esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él
nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Queridos,
si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
(1 de Jn 4, 7- 11)
La
Resurrección es la señal de Jesucristo a los hombres para que creamos en él.
Murió fue sepultado y resucitó para Gloria de Dios Padre y para nuestra
Salvación. La señal de que Cristo ha resucitado en nuestros corazones es el
Amor, a Dios y a los demás.
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