LOS CINCO MINISTERIOS AL SERVICIO DE
LA EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA.
El
mismo «dio» a unos el ser apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelizadores; a otros, pastores y maestros, para el recto ordenamiento de
los santos en orden a las funciones del ministerio, para edificación del Cuerpo
de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento
pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la
plenitud de Cristo. (Ef 4, 11- 13)
El
primero en llegar es el profeta, es el que abre camino donde no hay camino; es
el que abre brecha donde no hay brecha; es el que abre oración donde no hay
oración; abre camino de evangelización donde no hay evangelización o
conocimiento de la Palabra. Abre servicios donde no hay servicios. El apóstol
llega después del profeta, viene a confirmar lo que ha hecho Felipe, el
predicador: Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaria
había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos bajaron
y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo; (Hch 8, 14- 15)
El
apóstol también puede tener el espíritu de profeta como lo vemos a Pedro hablar
en la casa de Cornelio: Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: «Verdaderamente
comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en cualquier nación
el que le teme y practica la justicia le es grato. «El ha enviado su Palabra a
los hijos de Israel, anunciándoles la Buena Nueva de la paz por medio de
Jesucristo que es el Señor de todos. (Hch 10, 34- 36)
“Cómo
Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo él
pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque
Dios estaba con él; y nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la región
de los judíos y en Jerusalén; a quien llegaron a matar colgándole de un madero;
a éste, Dios le resucitó al tercer día y le concedió la gracia de aparecerse. Y
nos mandó que predicásemos al Pueblo, y que diésemos testimonio de que él está
constituido por Dios juez de vivos y muertos. De éste todos los profetas dan
testimonio de que todo el que cree en él alcanza, por su nombre, el perdón de
los pecados.» (Hch 10, 38- 43)
Evangelizador
es el sembrador de la Palabra de Dios como Felipe en Hechos 8. El Evangelizador
siembra y riega la planta, que es Dios el que la hace crecer. (1 de Cor 3, 6)
Lo que se siembra es con la Palabra de Dios y se riega con la Palabra de Dios. El
evangelizador es un Orante. Oración y Palabra son los medios para el
crecimiento. Conoce los medios para crecer y conoce los obstáculos para que se
impida el verdadero crecimiento. Como en el caso de Pablo: Os exhorto, pues,
hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una
víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual. Y no
os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación
de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios:
lo bueno, lo agradable, lo perfecto. (Rm 12, 1-2)
Pastor
es el que organiza las ovejas, las cuida, las defiende, las alimenta, camina
con ellas, hasta dar la vida por sus ovejas. Se preocupa por ellas, si están
enfermas las visita, si están desempleadas las busca y las ayuda, no las deja
solas. Es un pastor según el corazón de Jesús (Jer 3, 15) Pedro, el apóstol nos
presenta un modelo de Pastor: A los ancianos que están entre vosotros les
exhorto yo, anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y
partícipe de la gloria que está para manifestarse. Apacentad la grey de Dios
que os está encomendada, vigilando, no forzados, sino voluntariamente, según
Dios; no por mezquino afán de ganancia, sino de corazón; no tiranizando a los
que os ha tocado cuidar, sino siendo modelos de la grey.(1 de Pe 1- 3)
Los
maestros son los que profundizan la fe, la explican para que se pueda entender.
Un ejemplo de maestro es Pablo, el apóstol: “Vino a anunciar la paz: paz a
vosotros que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca. Pues por él, unos y
otros tenemos libre acceso al Padre en un mismo Espíritu. Así pues, ya no sois
extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados
sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo
mismo”, (Ef 2, 17- 20)
Otro
ejemplo lo podemos encontrar en la segunda carta a Timoteo: Tú, pues, hijo mío,
manténte fuerte en la gracia de Cristo Jesús; y cuanto me has oído en presencia
de muchos testigos confíalo a hombres fieles, que sean capaces, a su vez, de
instruir a otros- Soporta las fatigas conmigo, como un buen soldado de Cristo
Jesús. Nadie que se dedica a la milicia se enreda en los negocios de la vida,
si quiere complacer al que le ha alistado. (2 de Tim 2, 1- 4)
Los
cinco Ministerios deben estar unidos en la fe, al servicio de mismo fin: la
edificación de la Comunidad. Todos buscando el crecimiento de Dios mediante la práctica
de las virtudes, y todos, buscando la madurez en Cristo, desde la Cruz, para
que el servicio sea verdadero y eficaz. A esto Juan le llama: “permanezcan en mi
amor (Jn 15, 9) Y Pablo le llaman no se bajen de la Cruz (Gál 5, 24) Para poder
vivir en la Plenitud en Cristo (Col 2,9) En un servicio que se hace por amor.
Lo
contrario a la madurez en Cristo es la inmadurez, la división y el
individualismo: Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados
por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la astucia
que conduce engañosamente al error, antes bien, siendo sinceros en el amor,
crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo, de quien todo el Cuerpo
recibe trabazón y cohesión por medio de toda clase de junturas que llevan la
nutrición según la actividad propia de cada una de las partes, realizando así
el crecimiento del cuerpo para su edificación en el amor. (Ef 4, 14- 16)
El
amor que brota de una fe sincera, de un corazón limpío y de una conciencia
recta (1 de Tim 1, 5) En la que Cristo es el Centro, el Principio y el Fin, el
Alfa y el Omega.
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