EL HOMBRE QUE SALIÓ DE LAS MANOS DE DIOS ES ORIGINAL, RESPONSABLE Y LIBRE.

 


EL HOMBRE QUE SALIÓ DE LAS MANOS DE DIOS ES RESPONSABLE Y LIBRE.

¡Oh Yahveh, Señor nuestro, qué glorioso tu nombre por toda la tierra! Tú que exaltaste tu majestad sobre los cielos, ¿qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides? (Slm 8, 2. 5)

Dios por amor creó al hombre y a la mujer, Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra. Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.» (Gn 26- 28)

Creced en calidad y en cantidad: Trabajad la tierra y protegen la (Gn 2, 15) Y Dios impuso al hombre este mandamiento: «De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio.» (Gn 2, 16- 17) Dijo luego Yahveh Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.» (Gn 2, 18) La mujer es el don de Dios al hombre, y ésta es el don de Dios a la mujer, los dos son la ayuda adecuada pata sus hijos, y  los hijos son la ayuda adecuada para sus padres, y así sucesivamente hasta alcanzar a todos los hombres. Todo hombre  es ayuda adecuada por los demás.

El hombre que salió de las manos de Dios es un ser original, único e irrepetible, no es copia ni es títere de nadie. Es un ser personal, no es una cosa, es un alguien. Es un ser responsable de sus pensamientos, palabras y acciones. Es un ser libre para amar y para hacer el bien, y es un ser capaz de amar y capaz de servir, pero no a fuerzas. Porque Dios puso en el hombre el libre albedrio: Frente al hombre está el Bien y el Mal (Gn 2,17) Frente al hombre está la Vida y la Muerte (Dt 30, 15) El agua y el fuego, la felicidad y la desdicha. (Eclo 15, 11) “Haz lo que tú quieras”. Tú decides hacer el bien o hacer el mal.  El hombre decidió hacer el mal, y comenzó en él un proceso de deshumanización y despersonalización, entró la muerte en él. (Gn 3, 1- 7) Sale del Paraíso llevando con él la “promesa de salvación” (Gn 3, 15) Un día volverás al Paraíso, y podrás a volver a comer del Árbol de la Vida que está en el Paraíso de Dios (Apoc 2, 7)  ¿Cuándo? El día de Cristo.

Dios puso en el hombre cuatro palabras para protegerlo, palabras que están en el corazón de todo, son llamadas: “La Ley Natural”. ¿Cuáles son? ¿Las hemos escuchado? El hombre cuando se le atrofia el corazón pierde la capacidad de escucharlas: “Haz cosas buenas” “No hagas cosas malas”. El que hace cosas buenas se une a Dios y se hace generoso. El que hace las cosas malas, se hace esclavo del mal. Si desobedecemos estas dos primeras palabras, pecamos, pero Dios que es Amor, nos da otra palabra: “Arrepiéntete” para que rus pecados sean perdonados. Con la obediencia de estas tres palabras viene una cuarta palabra: “Alegraos”. Con la alegría del Señor. Por qie hay alegría en el Cielo cuando un pecador se arrepiente, (Lc 15, 7)

El profeta nos habla de un día de gozo y de alegría. Se trata del día que nos encontramos con el Señor de toda misericordia, Es el encuentro entre la Miseria del pecador y la Misericordia de Dios. (Mt 11, 28) Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como a una novia que se adorna con sus joyas.  (Is 61,10) Es el vestido de la Gracia, el vestido de la Santidad. Vestido que no se compra ni se vende, es und on gratuito e inmerecido, pero no es barato, hay que creer en Cristo Jesús y hay que convertirse, para revestirse de Jesucristo (Rm 13, 14)


No es fácil, hay que esforzarse, hay que renunciar y llegar al hasta el sacrificio. Jesús a esto le llamó: “Ceñíos vuestros lomos” (Lc 12, 35) Para que vuelvas a ser responsable y libre, reconozcas tus culpas y pidas perdón por ellas. Rechaces el mal y hagas el bien: “Esfuérzate y sé hombre. Sé fiel al Señor tu Dios marchando por sus caminos, guardando sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, como están escritos en la ley de Moisés, para que seas afortunado en cuanto hicieras y dondequiera que vayas”. (1Re 2, 2b-3)

El que guarda los Mandamientos, camina en los caminos de la Rectitud: “Poneos en los caminos y mirad, preguntad a las sendas antiguas: «¿Es éste el buen camino?» Caminad por él, y hallaréis reposo para vuestra alma”. (Jr 6, 16) “Vuélvete al Camino que te lleva a la casa de mi Padre”, así le dice Jesús el Buen Pastor a toda oveja perdida que se deja encontrar por él. El Camino soy Yo, nos dice Jesús (Jn 14, 6) Yo soy el Camino que lleva al Perdón, a la Paz, a la Santidad, la Libertad, al Amor y al Servicio. Síganme y lo verán (Jn 1, 35) Los otros caminos te llevan a ser copias y títeres de los demás. El camino de Jesús es el del Amor.

El Amor es el camino de la madurez que nos hace ser más humanos y más personas, porque Dios es Amor: “El Dios de la paz, que sacó de entre los muertos, por la sangre de la alianza eterna, al gran Pastor de las ovejas, nuestro Señor Jesús, os haga perfectos en todo bien, para hacer su voluntad, cumpliendo en vosotros lo que es grato en su presencia por Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. (Hb 13, 20-21) La perfección se logra en el Amor, en la Fe y en la Esperanza, las tres son inseparables. Sin Amor la Fe y la Esperanza están muertas. De las tres la mas grande es el Amor (1 de Cor 13,13), pero, la más importante es la Esperanza y el origen es la Fe.

El que guarda los Mandamientos y la Palabra, ese ama a Dios y ama los hombres, sus hermanos (Jn 14, 21. 23; 1 de Jn 2, 3-5).

 

 

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