EL
REINO DE DIOS ES JUSTICIA, PAZ Y GOZO EN EL ESPÍRITU SANTO.
El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el
Espíritu Santo, pues el que en esto sirve a Cristo es grato a Dios y acepto a
los hombres. Por tanto, trabajemos por la paz y por nuestra mutua edificación. (Rm
14, 17-19)
Como
en pleno día, procedamos con decoro: nada de comilonas y borracheras; nada de
lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias.(Rm 13, 13) Esto es lo
contrario al Reino de Dios que es justicia, paz y gozo en el Espíritu. Las tres
vienen de la fe que es comunión con Dios en Cristo Jesús. ¿Qué es la justicia?
Es vigor, es fuerza, es poder de Dios que actúa en nuestro corazón, es la madre
de la paz y del gozo en el Señor. Justicia a Dios y justicia a los hombres, sin
justicia nuestro culto queda vacío y no es grato a Dios. (Is 1, 16) Sin
justicia no hay Moral, no hay Amor.
Le
hacemos justicia a Dios cuando hacemos su Voluntad; cuando guardamos sus
Mandamientos y guardamos su Palabra (cf 1 de Jn 2, 3- 5) Le hacemos justicia a
Dios cuando creemos en su Hijo Jesucristo lo amamos y le servimos. (1 de Jn 3,
23) Le hacemos justicia a Jesucristo cuando elegimos el Camino que el nos
propone: El Camino del Amor. Y le hacemos justicia a los hombres cuando los
reconocemos como personas, como un alguien; cuando los aceptamos como son;
cuando os respetaos de pensamiento, palabra y obra; cuando cargamos con sus
debilidades y nos abrimos a un diálogo con ellos para trabajar juntos y caminar
juntos. Es el camino para tener Paz y Gozo en el Espíritu. A la luz de la fe
podemos vernos todos como hijos de Dios y como hermanos.
La
justicia es inseparable de otras virtudes como la Prudencia, la Fortaleza y la
Templanza, la Piedad, el Amor fraterno y la Caridad, quien las tenga abunda en
el conocimiento de Dios (2 de Pe 1, 5- 8) Está revestido de Cristo (Rm 13, 14)
Y es un Hombre Nuevo, revestido en justicia y santidad. (Ef 4, 24) El que no
tenga estas virtudes es ciego, está desnudo y desprovisto de la gracia de Dios,
pertenece al hombre viejo (Ef 4, 23) Porque se mente está embotada por la
maldad, su corazón está endurecido por el pecado, ha perdido la moral y ha
caído en el desenfrenos de las pasiones (Ef 4,17- 18) Es decir, no tiene paz y
gozo en el Espíritu, vive en la carne (Gál 5, 16)
La
justicia y la obediencia a la Palabra son realidades inseparables, unidas entre
sí, se les llama Amor. A Dios y a los hombres, Amor que debe ser el Motor del
Culto cristiano para que sea grato y agradable a Dios. A sí lo dijo el profeta
Isaías:
Y
al extender vosotros vuestras palmas, me tapo los ojos por no veros. Aunque
menudeéis la plegaria, yo no oigo. Vuestras manos están de sangre llenas: lavaos,
limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mi vista, desistid de hacer
el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al
oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda. Venid, pues, y
disputemos - dice Yahveh -: Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la
nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán. Si
aceptáis obedecer, lo bueno de la tierra comeréis. (Is 1, 15- 19)
Y
el mismo Jesús nos dice lo mismo, el Culto sin Amor está vacío: «No todo el que
me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que
haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor,
Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en
tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás
os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 21- 23) Al no
haber fe, no hay amor, no hay obediencia y justicia ( cf Heb 11, 6)
Pero
donde hay obediencia y justicia a Dios, hay una fe firme, férrea y fuerte: «Así
pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como
el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los
torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella
no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. (Mt 7, 24- 25) En la escucha y en
la obediencia a la Palabra de Dios, estamos construyendo la Casa espiritual: Pero
él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de
Dios y la cumplen.» (Lc 8, 21) Pero él les respondió: «Mi madre y mis hermanos
son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen.» (Lc 11, 28)
La
Palabra de Dios es poderosa: Nos convence que Dios nos ama, nos perdona y nos
salva. Nos convence3 que somos pecadores necesitados de salvación. Palabra que
nos conduce a la salvación por la fe en Jesucristo y nos lleva a la perfección
cristiana (2 de Tim 3, 14. 17) “Para mis pies antorcha es tu palabra, luz para
mi sendero.” (Slm 119, 105)
La Palabra de Dios es para
escucharla y para ponerla por Obra por eso Jesús nos dijo: Decía, pues, Jesús a
los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará
libres.»(Jn 8, 31- 32) Libres del pecado, y libres pata amar y para servir a
Dios y a los hombres. Libres para ofrecer a Dios, nuestros esfuerzos, nuestras
renuncias y nuestros sacrificios: Os exhorto, pues,
hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una
víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual. Y no
os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación
de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios:
lo bueno, lo agradable, lo perfecto. (Rm 12, 1- 2)
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