LA VERDAD OS HARÁ LIBRES PARA DAR
CULTO A DIOS. (Jn 8, 32)
Introducción: Ahora, libertados del
dominio del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis como fruto la santidad, y
como desenlace la vida eterna. (Rm 6, 22 )
Un
sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía
parálisis en el brazo derecho. Los escribas y los fariseos estaban al acecho
para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero él, sabiendo lo
que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico: «Levántate y ponte ahí en
medio.» Él se levantó y se quedó en pie. Jesús les dijo: «Os voy a hacer una
pregunta: ¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar a uno o
dejarlo morir?» Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre:
«Extiende el brazo.» Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos se
pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús. (Lucas 6,6-11)
Porque
el Hijo del hombre es “señor del sábado”. (Mt 12, 8) El sábado hace referencia
al descanso de Dios, es el séptimo día. Es el día sacratísimo para el pueblo
judío, no se podía trabajar. Era el día del Culto por excelencia. Para los
escribas y fariseos, que Jesús hiciera milagros en sábado era una violación a
la ley de Moisés. Jesús nos había dicho: “No he venido abolir la Ley, sino a
darle Plenitud”. (Mt 5, 17) A darle el verdadero sentido: el Amor y el servicio
a Dios y al hombre.
La
Iglesia, porque Jesús resucitó el domingo cambió desde sus orígenes, del sábado
al domingo, como el día del Señor. Un día consagrado a Dios, a la Familia, la
Comunidad, a los Pobres y a los enfermos. Es el día del “Descanso que es Cristo”.
Según lo dice Mateo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y
sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended
de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras
almas. (Mt 11, 28- 29) Para entrar en este “Descanso” hay que romper con el
pecado que es la “carga”.
Es
sábado, la sinagoga está llena de gente, Jesús está enseñando. Había fariseos y
escribas al acecho, para espiar a Jesús que sabe y conoce de sus intenciones.
Había allí un hombre con la mano tullida, mano seca. Jesús le dice: “Párate ahí
en medio”. El enfermo es el centro de la asamblea. Entonces Jesús les dice: «Os
voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el
mal, salvar a uno o dejarlo morir?» Todos callan, el demonio mudo reina en el
aire.
La
pregunta de Jesús hace referencia a la “Ley Natural” Que Dios ha puesto en el
interior de todo hombre normal. Está ley natural está contenida en cuatro
palabras, que son palabras de Dios (Is 1, 16): “No hagas cosas malas, haz cosas
buenas, arrepiéntete y alégrate”. Estas palabras son las bases fundamentales de
la Moral Cristiana (Rm 12, 9) Lo que Jesús está diciendo con su pregunta que el
culto en pecado no es grato a Dios, no entra en el “Descanso de Dios”.
Tal
como lo dice Isaías: Y al extender vosotros vuestras palmas, me tapo los ojos
por no veros. Aunque menudeéis la plegaria, yo no oigo. Vuestras manos están de
sangre llenas: lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mi
vista, desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad
sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda. Venid,
pues, y disputemos - dice Yahveh -: Así fueren vuestros pecados como la grana,
cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana
quedarán. Si aceptáis obedecer, lo bueno de la tierra comeréis. (Is 1, 15- 19)
Un
culto externo, sin obediencia y sin justicia. No es grato a Dios. Le falta el
amor y la misericordia. Por eso en Lucas pregunta: ¿Por qué me llaman Señor,
Señor, sino hacen lo que Yo les digo” (Lc 6, 46) Lo mismo lo dice Mateo: «No
todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos,
sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día:
"Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos
demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les
declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!"
(Mt 7, 21- 23) La voluntad del Padre es el amar a Cristo y a todos los hombres,
especialmente a los suyos (1 de Jn 3, 23)
La
asamblea guarda silencio, Jesús entonces con compasión, le dice al de la mano
tullida: “Extiende tu mano” y el hombre enfermo, extendió su mano que quedo
sana. Extender la mano es compartir, es ayudar es servir, lo que es posible
sólo con la “Gracia de Dios” que es Cristo. La experiencia sanadora del enfermo,
hace de él un “hombre nuevo”. Ahora es un servidor de la familia y de la
comunidad. Mientras que los escribas y fariseos buscan como matar a Jesús.
Conclusión: Busquemos el Encuentro con Jesús para que nos restablezca
y nos reconcilie con nosotros mismos, con los demás y con Dios, para que nuestras
oraciones y acciones sean gratas y agradables a Dios. Escuchemos a Pablo
decirnos: “Hermanos, alegraos, trabajad por vuestra perfección, alentaos unos a
otros, tened un mismo sentir y vivid en paz; y el Dios del amor y de la paz
estará con vosotros”. (2Co 13, 11) Y “A vosotros, que antes estabais enajenados
y enemigos en vuestra mente por las obras malas, ahora os ha reconciliado en su
cuerpo de carne mediante la muerte, presentándoos ante él como santos sin
mancha y sin falta”. Col 1, 21-22
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