LA
LUJURIA ES UN VICIO Y UN PECADO CAPITAL QUE PERTENECE AL HOMBRE VIEJO.
Pertenece
al grupo de las obras de la carne, es decir, no viene de la fe y lleva al pecado
(Rm 14, 23) que a su vez nos lleva a la muerte y a la esclavitud (Rm 6, 23)
Para vencer la lujuria se ha de cultivar las virtudes de la templanza, la
castidad, la contingencia (2 de Pe 1, 5) El amor, la fortaleza y el dominio
propio ( 2 de Tim 1, 6)
Ahora
bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría,
hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias,
embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya
os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. (Gál
5, 19- 21) Para heredar el Reino de Dios hay que creer en Jesucristo y hay
convertirse a él (Mt 4, 17; Mc , 15) La conversión pide despojarse de todo esto
para revestirse de Cristo en justicia y en santidad (Ef 4, 23- 24)
Jesús
en el evangelio de Mateo se opuso rotundamente a la lujuria: “Porque del
corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones,
robos, falsos testimonios, injurias. Eso es lo que contamina al hombre; que el
comer sin lavarse las manos no contamina al hombre”. (Mt 15, 19- 20) Todo lo
anterior sale de un corazón lleno de corrupción que hace del hombre una vida
arrastrada y vacía de Dios y de amor.
La
lujuria lleva al hombre y a la mujer al homosexualismo y al lesbianismo: “Y lo
mismo Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, que como ellos fornicaron y se
fueron tras una carne diferente, padeciendo la pena de un fuego eterno, sirven
de ejemplo”.(Judas 7)
La
lujuria es alimentada por la pornografía: Si, pues, tu ojo derecho te es
ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno
de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. Jesús
recomienda para vencer la lujuria “Negarte a ti mismo”. Negarse equivale a huir
de la corrupción para participar de la naturaleza divina (2 de Pe 1, 4) Huir
del adulterio y de la fornificación (1 de Cor 6, 18) Para honrar con el cuerpo
a Dios.
También
lleva a la masturbación y al manoseo: “Y si tu mano derecha te es ocasión de
pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus
miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehena”. (Mt 5, 29- 30) Tanto la
mano derecha como la izquierda están consagradas al Señor, están para servir y
para compartir los dones recibidos con los demás.
La
vida cristiana es un don de Dios y es una lucha; es don y conquista: “Así, los
que están en la carne, no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no estáis en la
carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El
que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece; (Rm 8, 8-9) La carne es
una vida mundana, pagana y de pecado (1 de Jn 2, 15) Que nos esclaviza,
deshumaniza y despersonaliza.
Por
eso la Palabra de Dios llama a todos a la conversión, al encuentro con Cristo
para entregarle nuestra carga y recibir el perdón de los pecados ( Mt 11,28-
29) ¡Fuera los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los
idólatras, y todo el que ame y practique la mentira!» (Apoc 22, 15) Así vivían
muchos de ustedes antes de conocer a Cristo, pero, por gracia de Dios han
pasado de las tinieblas a la luz (Ef 5, 8-9) Ahora, por gracia de Dios, son
hombres nuevos y mujeres nuevas. (Ef 4, 24)
Jesús
nos invita a cultivar la pureza de corazón para vencer las pasiones de la
juventud: Jesucristo se opuso con toda firmeza contra los pecados de impureza: Pues
yo os digo: “Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con
ella en su corazón. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo
y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que
todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. Y si tu mano derecha te es ocasión de
pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus
miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehena”.(Mt 5, 28- 30)
El
profeta amenaza con un castigo, pero, si se arrepienten, no hay castigo: “Mira,
a ella voy a arrojarla al lecho del dolor, y a los que adulteran con ella, a
una gran tribulación, si no se arrepienten de sus obras”. (Apoc 2, 22) El
pecado nos priva de la gracia de Dios (Rm 3, 21) Pero si hay arrepentimiento y
conversión, hay gracia y perdón, hay paz y gozo en el Espíritu. Así lo dice san
Pedro: “Es porque el Señor sabe librar de las pruebas a los piadosos y guardar
a los impíos para castigarles en el día del Juicio, sobre todo a los que andan
tras la carne con apetencias impuras y desprecian al Señorío. Atrevidos y
arrogantes, no temen insultar a las Glorias”, (2 de Pe 9- 10)
El
apóstol Pablo arremete contra la impureza y contra la lujuria: “La fornicación,
y toda impureza o codicia, ni siquiera se mencione entre vosotros, como
conviene a los santos. Lo mismo de la grosería, las necedades o las
chocarrerías, cosas que no están bien; sino más bien, acciones de gracias”. (Ef
5, 3- 4) Que nuestras palabras sean amables, limpias y veraces, “fuera y al
fuego”, toda palabra lujuriosa e impura, para no contristar al Espíritu Santo
con el que fuimos sellados para el día de nuestra redención (Ef 4, 30)
Por tanto, mortificad vuestros miembros terrenos: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es una idolatría, (Col 3, 5)No seamos esclavos del pecado, sirvamos al Señor y a la vida con espíritu de amor.
Recodemos
que el mal, los vicios, los pecados se vencen con el bien (Rm 12, 21) “Fortaleceos
con la energía de su poder” (Ef 6, 10) Cultivemos las virtudes que son las
armas de Luz (Rm 13, 12) Es el aceite extra de las vírgenes prudentes.(Mt 25,
8-9) Cuidemos nuestros programas de televisión, revistas, celulares, películas y
modas, todo nos habla de la impureza y de la lujuria. Seamos prudentes.
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