LA
EXPERIENCIA DE SABERSE AMADOS Y PERDONADOS POR DIOS EN CRISTO JESÚS ES
LIBERADORA Y SANADORA.
“Porque
en otro tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como
hijos de la luz; pues el fruto de la luz
consiste en toda bondad, justicia y verdad”. (Ef 5, 8-9)
Hermanos:
Por lo que se refiere al tiempo y a las circunstancias de la venida del Señor,
no necesitan que les escribamos nada, puesto que ustedes saben perfectamente
que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando la gente esté
diciendo: "¡Qué paz y qué seguridad tenemos!", de repente vendrá
sobre ellos la catástrofe, como de repente le vienen a la mujer encinta los
dolores del parto, y no podrán escapar. Pero a ustedes, hermanos, ese día no
los tomará por sorpresa, como un ladrón, porque ustedes no viven en tinieblas,
sino que son hijos de la luz y del día, no de la noche y las tinieblas. Por lo
tanto, no vivamos dormidos, como los malos; antes bien, mantengámonos
despiertos y vivamos sobriamente. Porque Dios no nos ha destinado al castigo
eterno, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Porque él murió por nosotros para que, cuando él vuelva, ya sea que estemos
vivos o hayamos muerto, vivamos siempre con él. Por eso anímense mutuamente y
ayúdense unos a otros a seguir progresando, como de hecho ya lo hacen. (1 Tes
5, 1-6. 9-11)
Dios
no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (Ez 33, 10) Dios
quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad
(1 de Tim 2, 4) Para eso envío a su Hijo que murió y resucitó para salvarnos y
santificarnos (Jn 6, 39- 40) La Biblia habla de tres venidas: la histórica, la
escatológica y la venida intermedia de la cual nos habla la Escritura. Tres
textos, uno de Pablo y dos de Juan: “Que Cristo habite por la fe en vuestros
corazones” (Ef 3,17) “Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi
Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. (Jn 14,
23) y “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la
puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.” (Apoc 3, 20) Jesús
viene y entra, por la fe y la conversión, a nuestro corazón para destruir las
obras del Diablo (Hch 10, 38) Dos cosas nos pide el apóstol san Pablo: No se
duerman y estén despiertos y sobrios.
En
aquel tiempo, Jesús fue a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba
a la gente. Todos estaban asombrados de sus enseñanzas, porque hablaba con autoridad.
Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo y se puso a gritar
muy fuerte: "¡Déjanos! ¿Por qué te metes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has
venido a destruirnos? Sé que tú eres el Santo de Dios". Pero Jesús le
ordenó: "Cállate y sal de ese hombre". Entonces el demonio tiró al
hombre por tierra, en medio de la gente, y salió de él sin hacerle daño. Todos
se espantaron y se decían unos a otros: "¿Qué tendrá su palabra? Porque da
órdenes con autoridad y fuerza a los espíritus inmundos y éstos se salen".
Y su fama se extendió por todos los lugares de la región. (Lc 4, 31-37)
El
Jesús de la historia es el mismo Cristo de la fe, su mensaje es el mismo ayer,
hoy y siempre (Heb 13, 8) Hoy Cristo puede hacer lo mismo que hacía hace más de
dos mil años: liberar a los hombres de la opresión y de la esclavitud del
pecado. Para eso nos ha dado su Espíritu. Hay diversidad de dones, pero un
mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay
diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. (1Co 12,
4-6)
Llega
a la sinagoga, había allí un hombre con un espíritu impuro. Espíritu de
impureza. Lo contrario a la pureza es el pecado, donde reina el pecado no hay
santidad. Jesús enseña sobre el arte de vivir en comunión con Dios y entre los hombres.
Su Palabra hace que el demonio impuro se manifieste y grita: "¡Déjanos!
¿Por qué te metes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé que
tú eres el Santo de Dios". A eso ha venido Jesús a destruir las obras del
Maligno. ¿Cuáles son? “Todo espíritu que no venga de la fe, que no venga de
Dios” (Rm 13, 23) Todo lo que lleva al pecado: “el individualismo, el
relativismo, el conformismo, el totalitarismo y secularismo, entre otros”. La
soberbia, la mentira, la envidia, la hipocresía y la maledicencia (1 de Pe 2,
1) Todo esto es la impureza, aunque recemos y prendamos velas estamos llenos de
los espíritu impuros. Nada de esto es grato a Dios. (cf Mt 7,21- 23)
Pero
Jesús le ordenó: "Cállate y sal de ese hombre". Entonces el demonio
tiró al hombre por tierra, en medio de la gente, y salió de él sin hacerle
daño. Jesús tiene autoridad sobre los demonios, sobre la enfermedad y sobre la
naturaleza. La gente comentaba: Todos se espantaron y se decían unos a otros:
"¿Qué tendrá su palabra? Porque da órdenes con autoridad y fuerza a los
espíritus inmundos y éstos se salen".
¿De dónde le viene la autoridad a
Jesús? Primero, viene de su “Integridad”.
Lo que él es, es lo que dice, y lo que dice es lo que hace. Jesús es la Verdad,
es Dios, por eso su sinceridad, su honestidad, su integridad, su lealtad y su fidelidad. Jesús
tiene autoridad, no tiene poder político ni económico ni religioso, él tiene
autoridad sobre el mal y por eso pudo superar a Moisés y a los profetas, al
corregir el divorcio de Moisés y otros mandatos, lo hace porque tiene autoridad
divina. (Mt 19, 6- 7) “Han oído que se dijo, mas yo les digo…” (Mt 5, 21- 22).
Para Jesús la autoridad no es poder, no es dominio, es servicio que se hace por
amor: “Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las
dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha
de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre
vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros,
será vuestro esclavo”; (Mt 20, 25- 27) La autoridad se manifiesta como un servicio
a la comunidad.
¿Qué está permitido hacer en sábado,
el bien o el mal. Salvar una vida o dejarla que se pierda? Los ciegos, los cojos, los mudos y los sordos, están atrofiados,
no pueden servir, necesitan que Jesús venga y los libere de toda opresión, para
luego poder “Extender la Mano y poder compartir y poder servir (Mc 3,5) Hay que
escuchar la Palabra y obedecerla para que Jesús entre a nuestros corazones y
haga su obra sanadora y liberadora. Hace falta un Nuevo Nacimiento que viene de
la fe sincera, de un corazón limpio y de una conciencia recta (1 de Tim 1, 5)
De ahí brota, nace y crece el Amor, la Verdad y la Vida, para que entonces
cambié nuestra manera de pensar, de sentir y de vivir, para que nuestra fe
sincera sea confiada, obediente a la voluntad de Dios, esté llena de amor y
servicio a Dios y a los demás. Para
poder así, construir la casa sobre Roca, aunque haya tormentas, tentaciones y
pruebas, la casa sigue firme y liberada (cf Mt 7, 24- 25)
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