JESÚS ES EL SEÑOR DEL SÁBADO.

 


JESÚS ES EL SEÑOR DEL SÁBADO.

El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. (Lc 4, 18-19)

"Acuérdate del día del Sábado, para santificarlo. Trabaja seis días, y en ellos haz todas tus faenas. Pero el día séptimo es día de descanso, consagrado a Yahvé, tu Dios. Que nadie trabaje: ni tú, ni tus hijos, ni tus hijas, ni tus siervos, ni tus siervas, ni tus animales, ni los forasteros que viven en tu país. Pues en seis días Yahvé hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en ellos, y el séptimo día descansó. Por eso bendijo el Sábado y lo hizo sagrado." (Éxodo 20, 8-11)

Sucedió que cruzaba en sábado por unos sembrados; sus discípulos arrancaban y comían espigas desgranándolas con las manos. Algunos de los fariseos dijeron: «¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado? Y Jesús les respondió: «¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David, cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, cómo entró en la Casa de Dios, y tomando los panes de la presencia, que no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, comió él y dio a los que le acompañaban? Y les dijo: «El Hijo del hombre es señor del sábado.» (Lc 6, 1- 5)

Cristo es nuestro Descanso:

Cristo Jesús conmemora toda la creación de Dios, simboliza el eterno reposo que Dios dará a su pueblo, iniciado con el reino de Cristo y después la eternidad. Es señal o identificación del pueblo de Dios. Cristo es nuestro Descanso, y para entrar en este “descanso” hay que romper con el pecado y creer en Jesús. Es lo que nos dice Mateo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.» (Mt 11, 28- 30)

El hombre creado por Dios, está llamado a descansar, no ser esclavo del trabajo o del activismo, y esto es lo que significa ser imagen de Dios: Descansar para darse a la familia y dar culto a Dios. Encontrarse con la Comunidad y con los pobres, enfermos o menos favorecidos. “Creer y convertirse (Mt 4, 17) “Porque nada de lo que es sangre y carne podrá entrar en el reino de Dios (1 de Cor 15, 50) Sólo entra lo que ha sido redimido y justificado.

Según lo dice Fray Nelson Medina: Cuando Cristo se proclama “señor del sábado” entonces debemos entender que:

1. Ante todo, el nuevo “lugar” de encuentro y de Alianza es el mismo Cristo, que se atreve a decir: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre” (Juan 14,9). Puede bien decirse que para nosotros, renacidos en Cristo, Él es propiamente nuestro “sábado.” (Nuestro descanso)

2. Llamarse “señor” de una prescripción que viene de Dios mismo sólo puede indicar una proclamación, velada pero suficiente, de la divinidad de Cristo. (Han oído que se dijo, pero yo les digo…)

3. La auténtica contemplación de la gloria y la bondad de Dios no queda ya ligada a un día de la semana como tal, sino a la plena manifestación de esa gloria y de esa bondad, que se han dado en la Pascua de Cristo. Por eso los cristianos no celebramos el día sábado, sino el día del Señor, el día de la Resurrección, el domingo. (Fray Nelson Medina)

¿Qué está permitido hacer en sábado, el bien o el mal?

Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca. Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. Pero él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: «Levántate y ponte ahí en medio.» El, levantándose, se puso allí. Entonces Jesús les dijo: «Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla.» Y mirando a todos ellos, le dijo: «Extiende tu mano.» El lo hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús. (Lc 6, 6- 11)

Es sábado, día de ir a la sinagoga, que se encuentra llena. Jesús hace presente y se pone a enseñar. Había entre la gente un hombre con la mano derecha seca. La mano derecha se dice que es la mano para hacer el bien. Había escribas y fariseos como espías, estaban al acecho. Jesús le dice al de la mano tullida: “Levántate y ponte en medio”. Inmediatamente lo hizo. El centro de la asamblea no es el pastor o el sacerdote, ahora, por instrucciones de Jesús es el enfermo. Ahora Jesús pregunta a la asamblea, especialmente, la pregunta era dirigida a sus adversarios: ¿Qué está permitido hacer en sábado, hacer el bien o hacer el mal, salvar una vida o dejarla que se pierda? Un espíritu mudo reinaba en el aire, todos guardaron silencio. Tenían miedo responder, porque en la biblia en ninguna parte dice que no hagas el bien, que no hagas cosas buenas, como tampoco dice que hagas cosas malas.  Más bien nos dice: Aborrezcan el mal y amen apasionadamente el bien (Dt 30, 15; Rm 12, 9) Eres libre para hacer una cosa u otra.

Jesús con un corazón lleno de compasión y con enojo (Mc 2, 3-4), mirando a todos en la asamblea, le dijo al de la mano seca: “Extiende tu mano, él lo hizo y quedó restablecida su mano. Extender la mano significa, compartir, ayudar, servir. Jesús encendió en aquel hombre el deseo de servir, un ser para los otros. La mano restablecida es un instrumento para servir a la familia y a la comunidad. Ahora puede cantar “Mi mano está llena de su bendición, y al hermano que toque bendito será”.

Ellos, los escribas y los fariseos, se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús. Un acontecimiento liberador y gozoso para unos es causa de rabia y ofuscación para otros. Jesús ha trabajado en sábado y para ellos es un pecado grave. Para Jesús es la oportunidad de restablecer a un hombre, ponerlo de pie y ayudarlo a caminar en la vida, amando y sirviendo. A eso ha venido: “Para traer vida en abundancia”. (Jn 10, 10) Por eso pudo decir a todo servidor: “Mi Padre siempre trabaja, y yo también trabajo”. (Jn 5, 17) Servir con alegría y con buenos ánimos: Mirad: el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que siembra en abundancia, cosechará también en abundancia. Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para colmaros de toda gracia a fin de que teniendo, siempre y en todo, todo lo necesario, tengáis aún sobrante para toda obra buena. (2 de Cor 9, 6- 8)

 

 

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