EL PASO DEL HOMBRE VIEJO AL HOMBRE NUEVO ES EL NACIMIENTO NUEVO.

 


EL PASO DEL HOMBRE VIEJO AL HOMBRE NUEVO ES EL NACIMIENTO NUEVO.

De la carta a los Colosenses desde 3, 1- 11)

Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. (Col 3, 1) La señal que hemos muerto al pecado es el amor. Amor a Dios, a uno mismo, a los demás y a la naturaleza. El amor que brota de un corazón que se ha lavado en la sangre de Cristo (Heb 9, 14) y los pecados han sido perdonados (Ef 1, 7) Es decir la señal es ser “hombre nuevo”, responsable, íntegro, libre y capaz de amar y servir. Es un buscador de “Perlas preciosas” (Mt 5, 45) Capaz de renunciar, hasta las cosas buenas por Cristo Jesús. Está ya en el camino de las Bienaventuranzas (Mt 5,3- 11) El hombre nuevo, no está hecho, sino haciéndose. No es perfecto, tan solo perfectible, abierto al cambio, está en proceso de conversión.

2. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. (Col 3, 2) Busca las cosas de arriba como son los dones que vienen de Dios, como la fe la esperanza, la caridad, la justicia, la santidad y otras más. No busques las de abajo, es decir, lo que arrastra la vida mundana: los vicios que se derivan del Ego, el primogénito del hombre viejo. “Huyan de las pasiones desordenadas y dedíquense a buscar a Dios” (cf 2 Tim 2, 22). “Huyan de los adulterios para que guarden los mandamientos de Dios” (cf 1 de Cor 6,18) “Huyan de la corrupción del pecado para que participen de la naturaleza divina (2 de Pe 1, 4b)

3. Por que habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios.(Col 3, 3) ¿Quién podrá hacernos daño, si nuestra vida está oculta en Cristo y Cristo en Dios? Cristo es nuestro lugar de refugio, es nuestro escondite, es nuestra fortaleza. ¿Cómo y por qué? En un acto de fe en Jesucristo, renunciamos al pecado, nos negamos a nosotros mismos pecadores, renunciamos a la vida mundana y pagana para amar y seguir a Cristo. Es cierto esto sucedió en el bautismo, pero, ahora lo hemos hecho de manera consciente, reconocimos que teníamos una mente embotada, un corazón endurecido, habíamos perdido la mora y caído en el desenfreno de las pasiones (Ef 4, 18) Vino Jesús a nosotros pecadores, nos dio su Palabra y una experiencia de su amor, nos atrajo  hacia él con cuerdas de ternura, nos dejamos encontrar por él y ahora estamos en su Camino viviendo lo que se llama proceso de conversión.

4. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él. (Col 3, 4) Cristo nos visita y se manifiesta en nuestra vida. ¿Cómo se manifiesta? Se manifiesta en los que creen en él y lo aman (Jn 14, 21) Se manifiesta liberándonos, sacándonos de la malicia, de la mentira, de la envidia, de la hipocresía y de toda maledicencia (1 de Pe 2,1) También s e manifiesta reconciliándonos con Dios y entre nosotros para que volvamos a ser hijos de Dios y hermanos de los demás. Se manifiesta haciendo de nosotros una Nueva Creación (2 de Cor 5,17) Para ser la Comunidad de Jesús, iguales en dignidad, como hijos de Dios y hermanos de Cristo. Se manifiesta promoviéndonos, de grandes pecados enemigos e hijos de Dios, de adversarios en discípulos y servidores de Cristo Jesús. En sus visitas Jesús deja en nuestro corazón una porción de luz, de poder y de amor para que lo amemos a él, amemos su Palabra, amemos la Oración y amemos su Iglesia y nos llama a servirla. Por amor y con amor.

5. Por tanto, mortificad vuestros miembros terrenos: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es una idolatría, (Col 3, 5) Nuestra vida está dividida en dos, un antes del encuentro con Jesús y un después. En el antes nuestros miembros estaban al servicio del Pecado, ahora, están al servicio de Cristo y del amor. Nuestros ojos, nuestra boca, nuestros oídos, manos y pies, todo, eramos pecado, pero redimidos por la sangre de Cristo, perdonados y reconciliados, salvados y santificados, ahora estamos en lucha; como luchadores estamos llamado a vencer. Para esto el Señor nos da las armas: Las virtudes, la fe, la esperanza, la caridad, la fortaleza, la sencillez, la pureza y la santidad, entre otras. Con las virtudes podemos vencer a los vicios. La clave está en darle muerte al hombre viejo, no le demos de cometer. No le demos de comer, matémoslo de hambre. Y por otro lado démosle de comer al hombre nuevo. ¿Qué come? Su alimento favorito es hacer la Voluntad del Padre (Jn 4, 34): La Palabra de Dios, la Oración la Eucaristía, las Obras de Caridad, la vida en Comunidad y el Servicio. Para ser fuerte en la fe por que la lucha es real. No te dejes vencer con el mal, al contrario con el bien vence al mal (Rm 12, 21)

6. todo lo cual atrae la cólera de Dios sobre los rebeldes, (Col 3, 6) El reinado de los vicios en nuestra vida, nos llevan a la esclavitud, a la división, a la muerte (Rm 6, 20- 23) Los vicios como la pereza, la avaricia, la codicia, la lujuria, la gula, el egoísmo, la soberbia, la ira, el alcohol, el sexo desordenado y otros más. Los vicios deshumanizan y despersonalizan, traen dolor, sufrimiento y muerte, para vencerlos el arma favorita es tener lo que se le ha llamado: La Conciencia moral” Que se logra poseerla en la escucha y obediencia de la Palabra de Dios y con la Oración. Entonces tenemos una triple capacidad: la de distinguir entre lo bueno y lo malo, tener el poder para rechazar el mal y tener el amor para hacer el bien. Con la conciencia moral nos ponemos de pie, caminamos en la verdad y luchamos contra os vicios. Podemos con la gracia de Dios, vencer y ser triunfadores.

7. y que también vosotros practicasteis en otro tiempo, cuando vivíais entre ellas. (Col 3, 7) ¿Qué practicamos en otro tiempo? Las pasiones desordenadas, los vicios: borrachos, glotones, adúlteros, derrochadores, conformistas, totalitaristas, consumistas, individualistas, tal vez, siendo creyentes, pero, viviendo como ateos prácticos, como su Dios no existiera. Pero ahora, por gracia de Dios somos amigos de Jesús, y pertenecemos a una comunidad que es fraterna, solidaria y servicial. Ahora estamos en lucha, y hemos probado lo bueno que es el Señor, por eso lo amamos y le servimos.

8. Mas ahora, desechad también vosotros todo esto: cólera, ira, maldad, maledicencia y palabras groseras, lejos de vuestra boca. (Col 3, 8) Desechad la mentira (Ef4, 25) El odio  el rencor (Ef 4, 26) El fraude, el robo (Ef 4, 28) Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros. Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo (Ef 4, 31- 32) Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma. La fornicación, y toda impureza o codicia, ni siquiera se mencione entre vosotros, como conviene a los santos. Lo mismo de la grosería, las necedades o las chocarrerías, cosas que no están bien; sino más bien, acciones de gracias. (Ef 5, 1- 4)

9. No os mintáis unos a otros. Despojaos del hombre viejo con sus obras, (Col 3, 9) Despojaos de todo lo malo, del traje de tinieblas, de todo lo sucio. El hombre viejo no conoce a Cristo, es mundano y es pagano, puede que rece y lea la Biblia, pero, decide permanecer como esclavo del Pecado: “Apártense de mí lo que hacen el mal” (Mt 7, 23)

10. y revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador. (Col 3,10)El hombre nuevo es Jesucristo resucitado, y todo aquel a aquella que con una fe viva, una esperanza cierta y una caridad ardiente están unidos a Cristo. Están revistiéndose de Cristo en justicia y en santidad (Ef 4, 24) En bondad, verdad y justicia (Ef 5, 9) En humildad, mansedumbre, misericordia  y paz (Col 3, 12).

 

Publicar un comentario

Whatsapp Button works on Mobile Device only

Start typing and press Enter to search