NO NOS PREDICAMOS A NOSOTROS MISMOS
SINO A JESÚS.
Nosotros
continuamente damos gracias a Dios; porque habiendo recibido la palabra de Dios
predicada por nosotros, la acogisteis, no como palabra humana, sino —como es en
realidad— como palabra de Dios, que ejerce su acción en vosotros, los
creyentes. (1Ts 2, 13)
¿Cómo
hemos de escuchar la Palabra de Dios? ¿De quién viene, de testigos o de
charlatanes? A los testigos se le escucha mejor que a los maestros. Hemos de
escucharla con ojo abierto y con un corazón atento, diciéndole al Señor: Señor
que me quieres decir. Que me quieres enseñar hoy, Háblame Señor que tu siervo
escucha.
Pablo nos recomienda algunas cosas en
la primera de Tes. 5, 6- 22)
a)
Así pues, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los
que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Nosotros,
por el contrario, que somos del día, seamos sobrios; revistamos la coraza de la
fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvación.
b)
Dios no nos ha destinado para la cólera, sino para obtener la salvación por
nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o
durmiendo, vivamos juntos con él.
c)
Por esto, confortaos mutuamente y edificaos los unos a los otros, como ya lo
hacéis. Os pedimos, hermanos, que tengáis en consideración a los que trabajan
entre vosotros, os presiden en el Señor y os amonestan. Tenedles en la mayor
estima con amor por su labor.
d)
Vivid en paz unos con otros. Os exhortamos, asimismo, hermanos, a que
amonestéis a los que viven desconcertados, animéis a los pusilánimes,
sostengáis a los débiles y seáis pacientes con todos. Mirad que nadie devuelva
a otro mal por mal, antes bien, procurad siempre el bien mutuo y el de todos.
e)
Estad siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es
lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros.
f)
No extingáis el Espíritu; no despreciéis las profecías; examinadlo todo y
quedaos con lo bueno. Absteneos de todo género de mal.
Pablo
quiere animarnos para que caminemos en la verdad que nos hace libres (Jn 8, 32)
Vivir en la Verdad es vivir en el Amor (cf Jn 14, 6) Con palabras de Jesús: “Vigilad
y Orad para no caer en tentación (Mt 26, 41) Cíñanse sus lomos y enciendan sus
lámparas (Lc 12, 35) “Amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen” (Lc
6, 27) Jesús les habló otra vez diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me
siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.»(Jn 8, 12)
“El
hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo
saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca”.(Lc 6, 45)
Que nuestras palabras sean amables, limpias y veraces. Qué animen, reconcilien,
consuelen, liberen, enseñen, salven y corrijan a los que vivan mal. Que nuestra
corrección sea hecha por amor, humildad y mansedumbre. Que sea una corrección fraterna
para que no hiera y lastime a los demás.
Qué
lo que hagamos lo hagamos en el nombre del Señor Jesús, sin más interés que la
Gloria de Dios y el bien para los otros. Esto nos pide caminar con Jesús,
siguiendo sus huellas (Hb 12, 2) Sin Jesús no podemos hacer nada bueno (cf Jn
15, 4) Pedro dice a los presbíteros. A los ancianos que están entre vosotros
les exhorto yo, anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y
partícipe de la gloria que está para manifestarse. Apacentad la grey de Dios
que os está encomendada, vigilando, no forzados, sino voluntariamente, según
Dios; no por mezquino afán de ganancia, sino de corazón; no tiranizando a los
que os ha tocado cuidar, sino siendo modelos de la grey. Y cuando aparezca el
Mayoral, recibiréis la corona de gloria que no se marchita. De igual manera,
jóvenes, sed sumisos a los ancianos; revestíos todos de humildad en vuestras
mutuas relaciones, pues Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los
humildes. (1 de Pe 5, 1- 5)
Pablo
vuelve a recordarnos algo muy esencial en todo servicio: Mirad: el que siembra
con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que siembra en abundancia,
cosechará también en abundancia. Cada cual dé según el dictamen de su corazón,
no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es
Dios para colmaros de toda gracia a fin de que teniendo, siempre y en todo,
todo lo necesario, tengáis aún sobrante para toda obra buena. (2 de Cor 9, 6-
8) Por esto, misericordiosamente investidos de este ministerio, no
desfallecemos. Antes bien, hemos repudiado el silencio vergonzoso no
procediendo con astucia, ni falseando la Palabra de Dios; al contrario,
mediante la manifestación de la verdad nos recomendamos a nosotros mismos a
toda conciencia humana delante de Dios. (2 de Cor 4, 1- 2) No hagamos negocio
con la predicación de la palabra, nohagamos de nuestro ministerio un negocio.
No
nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros
como siervos vuestros por Jesús. Pues el mismo Dios que dijo: De las tinieblas
brille la luz, ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el
conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo. Pero llevamos
este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan
extraordinaria es de Dios y no de nosotros. (2 cor 4, 5- 7)
Recordemos
algunos criterios que nos ayudan a descubrir la voluntad de Dios en nuestros
trabajos: a) por sus frutos los reconoceréis, es el criterio de oro. (Mt 7, 17)
La unidad en la Comunidad. c) La fortaleza en la debilidad, saberse débiles
para que Dios se manifieste, d) La paz y la luz en todo lo que viene de Dios.
f) El amor fraterno, preocupándose unos por los otros y reconciliándose entre
nosotros. g) Jesús es el Señor, este es el criterio supremo.
Pablo
el siervo del Señor nos dice: Si pretendiera gloriarme no haría el fatuo, diría
la verdad. Pero me abstengo de ello. No sea que alguien se forme de mí una idea
superior a lo que en mí ve u oye de mí. Y por eso, para que no me engría con la
sublimidad de esas revelaciones, fue dado un aguijón a mi carne, un ángel de
Satanás que me abofetea para que no me engría. Por este motivo tres veces rogué
al Señor que se alejase de mí. Pero él me dijo: «Mi gracia te basta, que mi
fuerza se muestra perfecta en la flaqueza». Por tanto, con sumo gusto seguiré
gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de
Cristo. (2 de Cor 12, 6- 9)
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