VIGILAD
Y ORAD PARA NO CAER EN TENTACIÓN.
Hermanos
míos, si estáis sometidos a tentaciones diversas, consideradlo como una
alegría, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce constancia. Pero haced
que la constancia dé un resultado perfecto, para que seáis perfectos e
íntegros, sin defectos en nada. (St 1, 2-4)
Una
cosa es la tentación y otra cosa es la prueba. La tentación tiene como
finalidad llevarnos al pecado, caer. Mientras que la prueba tiene como
finalidad purificar la fe para darnos un crecimiento espiritual. La tentación
llega por la parte más débil de nuestra fe, mientras que la prueba llega por el
defecto más grande que tengamos.
No
habéis sufrido tentación superior a la medida humana. Y fiel es Dios que no
permitirá seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación
os dará modo de poderla resistir con éxito. Por eso, queridos, huid de la
idolatría. (1 de Cor 10, 13- 14) La tentación viene de la carne (del ego), del
mundo y del Maligno. Jesús nos advierte: “Vigilad y Orad para no caer en la
tentación” (Mt 26, 41) Dios conoce nuestro corazón, (1 de Sm 16, 7) si somos
sinceros e íntegros, no permite que seamos tentados más allá de nuestras
fuerzas. Huyan de la idolatría que es el culto a los ídolos, todo aquello que
amamos más que a Dios. Por eso a los ídolos le damos el lugar en nuestro
corazón en lugar de Dios.
No
te creas fuerte, sé prudente, huye las ocasiones del pecado, huye de las
pasiones de tu juventud (2 de Tm 2,22) Conócete, no te arrimes al fuego porque
se puede quemar la cola. La virtud de la prudencia es el quicio de todas las
virtudes, sin ella, las virtudes no aparecen, se alejan de nosotros. Esta
virtud nos lleva al conocimiento de uno mismo. El hombre prudente se conoce y
no presume lo que no tiene, y se reconoce como es: débil, frágil, pecador, pero,
también reconoce el bien que tiene pero, no presume (1 de Cor 4, 7) Se abre a
la justicia a Dios y a los hombres. La justicia lo lleva a la fortaleza para
que rechace el mal y haga el bien, y alcance la virtud de la templanza que lo ayuda
a vivir en la piedad, en comunión con Dios y con los demás, para hacer la
comunión fraterna en la que reina el amor (2 de Pe 1, 5- 8) Ahora puede abundar
en el conocimiento de Dios.
A
lo anterior Pedro le llama: Crecer en la Gracia y en el conocimiento de Dios (2
de Pe 3, 18) El conocimiento de Dios es con el corazón y no con los
conocimientos de la cabeza. El amor está en el corazón y no en la ciencia.
Un
Mensaje de Esperanza para el pueblo de Dios que estaba en el exilio, en la
tierra de la servidumbre: sin Dios, sin culto, sin sacrificio, sin patria y sin
rey: “Consolad, consolad a mi pueblo - dice
vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén y decidle bien alto que ya ha
cumplido su milicia, ya ha satisfecho por su culpa, pues ha recibido de mano de
Yahveh castigo doble por todos sus pecados. Una voz clama: «En el desierto
abrid camino a Yahveh, trazad en la estepa una calzada recta a nuestro Dios. Que
todo valle sea elevado, y todo monte y cerro rebajado; vuélvase lo escabroso
llano, y las breñas planicie”. (Isaías 40, 1- 4)
Una
voz dice: «¡Grita!» Y digo: «¿Qué he de gritar?» - «Toda carne es hierba y todo
su esplendor como flor del campo. La flor se marchita, se seca la hierba, en
cuanto le dé el viento de Yahveh (pues, cierto, hierba es el pueblo). La hierba
se seca, la flor se marchita, mas la palabra de nuestro Dios permanece por
siempre. (Isaías 40, 6- 8)
Salgan
de Babilonia y vuelvan a Jerusalén. Un llamado a la conversión: Salgan del
pecado y póngase en camino de éxodo hacia la tierra prometida: Recuerda esto,
Jacob, y que eres mi siervo, Israel. ¡Yo te he formado, tú eres mi siervo,
Israel, yo no te olvido! He disipado como una nube tus rebeldías, como un
nublado tus pecados. ¡Vuélvete a mí, pues te he rescatado! ¡Gritad, cielos, de
júbilo, porque Yahveh lo ha hecho! ¡Clamad, profundidades de la tierra! ¡Lanzad
gritos de júbilo, montañas, y bosque con todo su arbolado, pues Yahveh ha
rescatado a Jacob y manifiesta su gloria en Israel! Así dice Yahveh, tu
redentor, el que te formó desde el seno. Yo, Yahveh, lo he hecho todo, yo,
solo, extendí los cielos, yo asenté la tierra, sin ayuda alguna. (Isaías 44,
21- 24)
La
vuelta a Jerusalén implica la reconstrucción del Templo, de la ciudad y volver
a levantar las murallas. Reiniciar el Culto y la Pascua, esto ya en la época de
Ageo, Esdras y Nehemías. Todo como imagen de nuestra conversión, pasar de casas
en ruinas a templos vivos de Dios llenos de vida espiritual y de una vida
conducida por el Espíritu Santo. Teniendo como norma la Palabra de Dios, fuente
de nuestra confianza, justicia, obediencia y pertenecía al Señor.
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