EL CULTO QUE A DIOS LE AGRADA HA DE SER CON FE Y AMOR.

 


EL CULTO QUE A DIOS LE AGRADA HA DE SER CON FE Y AMOR.

Los profetas denuncian el falso culto, porque es externo, sin conversión y sin amor. Un culto vacío de amor, de justicia y de obediencia a la Palabra de Dios. Así lo dicen los profetas como Miqueas: “Se te ha dado a conocer, oh hombre, lo que es bueno, lo que Dios desea de ti: simplemente que practiques la justicia, que ames la misericordia, y que camines humildemente con tu Dios.” (Mi 6, 8)

Isaías nos dice: “No sigáis trayendo oblación vana: el humo del incienso me resulta detestable. Novilunio, sábado, convocatoria: no tolero falsedad y solemnidad. Vuestros novilunios y solemnidades aborrece mi alma: me han resultado un gravamen que me cuesta llevar. Y al extender vosotros vuestras palmas, me tapo los ojos por no veros. Aunque menudeéis la plegaria, yo no oigo. Vuestras manos están de sangre llenas: lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mi vista, desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda”. (Is. 1. 13- 17)

En el Nuevo Testamento Jesús nos dice los mismo: “Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda”. (Mt 5, 23- 24) «No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 21—23)

San Pablo invita a todas las comunidades, hombres y  mujeres, pobres y ricos, a presentar sus ofrendas con un corazón limpio, con una fe sincera y con una conciencia recta, es decir con amor (1 de Tim 1, 5) Para que sea viva, santa y agradable a Dios: “Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto”. (Rm 12, 1-2) Un culto sin amor es mediocre, superficial, la fe es cómoda y llena de tibieza. Por eso pide la renovación de la mente que significa: “Tomar la firme decisión de seguir a Cristo” para poder conocer la voluntad de Dios.

Ya lo había dicho el profeta Samuel: ¿Acaso se complace el Señor en los holocaustos y sacrificios, como en la obediencia a la palabra del Señor? Mejor es obedecer que sacrificar, mejor la docilidad que la grasa de los carneros. (1S 15,22) Los poderosos y los ricos ofrecían la sangre de toros y de machos cabríos, pero no se convertían, su culto era externo. Seguían oprimiendo y explotando a los pobres. “Porque venden al justo por dinero y al pobre por un par de sandalias; pisan contra el polvo de la tierra la cabeza de los débiles, y el camino de los humildes tuercen; hijo y padre acuden a la misma moza, para profanar mi santo Nombre” (Amós 2, 6- 7)

El profeta Isaías denuncia el ayuno y el culto de su Pueblo: Es que ayunáis para litigio y pleito y para dar de puñetazos a malvados. No ayunéis como hoy, para hacer oír en las alturas vuestra voz. ¿Acaso es éste el ayuno que yo quiero el día en que se humilla el hombre? ¿Había que doblegar como junco la cabeza, en sayal y ceniza estarse echado? ¿A eso llamáis ayuno y día grato a Yahveh? ¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero: desatar los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo? ¿No será partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando veas a un desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes? (Is 58, 4- 7)

San Pablo siguiendo la enseñanza de Isaías nos dice: “No busquemos la vanagloria, provocándonos y teniéndonos envidia mutuamente. Ayudaos a llevar mutuamente vuestras cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo”. (Ga 5, 26; 6, 2) “Nosotros, los fuertes, debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles y no buscar nuestro propio agrado. Que cada uno de nosotros trate de agradar a su prójimo para el bien, buscando su edificación; pues tampoco Cristo buscó su propio agrado, antes bien, como dice la Escritura: Los ultrajes de los que te ultrajaron cayeron sobre mi”. (Rm 15, 1- 3) Esto es posible si nuestro corazón está llenándose de amor.



Tenemos confirmada la palabra profética, a la que hacéis bien en prestar atención, como a lámpara que brilla en lugar oscuro, hasta que despunte el día y salga el lucero de la mañana en vuestro corazón. Ante todo habéis de saber que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada; pues nunca fue proferida alguna por voluntad humana, sino que, llevados del Espíritu Santo, hablaron los hombres de parte de Dios.  (2Pe 1, 19-21)

Lo mismo lo dice el apóstol Pablo: De ahí que también por nuestra parte no cesemos de dar gracias a Dios porque, al recibir la Palabra de Dios que os predicamos, la acogisteis, no como palabra de hombre, sino cual es en verdad, como Palabra de Dios, que permanece operante en vosotros, los creyentes.(1 de Ts 2, 13) Palabra viva, eficaz y actual (Heb 4, 12) Porque Jesucristo y su Mensaje son el mismo, ayer y siempre (Heb 13, 8).


El culto agradable a Dios es el que se ofrece en estado de gracia de Dios. Y nunca en pecado mortal.

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