PERSEVERAD FIRMEMENTE FUNDADOS E INCONMOVIBLES EN LA CARRERA DE LA FE.

 


PERSEVERAD FIRMEMENTE FUNDADOS E INCONMOVIBLES EN LA CARRERA DE LA FE.

Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es a puerta que lleva a la perdición. (Mateo 7, 13- 14)

Al entrar por la puerta estrecha que es Jesús (Jn 19, 7) Entreguémosle nuestras cargas del pecado para que podamos caminar con libertad:  Después de habernos despojado de todo el peso y del equipaje que nos distraía, corramos también nosotros con firmeza y constancia la carrera para nosotros preparada. Llevemos los ojos fijos en Jesús, caudillo y consumador de la fe, quien, para ganar el gozo que se le ofrecía, sufrió con toda constancia la cruz, pasando por encima de su ignominia; y está sentado a la diestra del trono de Dios. (Hb 12, 1b-2) La carrera de la fe que consiste en la disponibilidad de hacer la voluntad de Dios con prontitud: escucha mi Palabra y ponla en práctica para qie puedas construir tu casa sobre roca (Mt 7, 24)

Correr con firmeza y constancia, con tenacidad, con perseverancia para no secarse y permanecer siempre verdes: Perseverad firmemente fundados e inconmovibles en la fe y no os apartéis de la esperanza del Evangelio que habéis oído, que ha sido predicado a toda creatura bajo los cielos. (Col 1, 23) Sólo entonces podemos llegar a saborear los frutos de la fe, de la esperanza y de la caridad. El fruto es el amor, la verdad y la vida (Jn 14, 6) Es reproducir a Cristo (Rm 8, 29) Para poder decir con Pablo: No vivo yo, es Cristo el que vive en mí, y la vida que ahora vivo, la vivo de mi fe en Cristo Jesús, que vive en mí (Gál 2, 19- 20)

Se trata del Cristo Resucitado que habita en los creyentes: Qué Cristo habita por la fe en nuestro corazón (Ef 3, 17) Y desde dentro, nos guía, nos enseña y nos conduce. Estaré siempre con Ustedes para bendecirlos, perdonarlos, reconciliarlos, salvarlos y santificarlos (cf Mt 28, 20) Jesucristo es el guardián de nuestras almas, es el Autor y el Consumador de nuestra fe, siempre atento a nuestras necesidades y a nuestras peticiones: “Pongan en mis manos todas sus preocupaciones porque yo me preocupo de ustedes”.  (1 de Pe 5, 7) Pues él quiere salvar a todos ls hombres y a todo el hombre, al hombre integral: alma cuerpo y espíritu: “Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo”. (1Ts 5, 23)

Por eso Pablo se preocupa por trasformar nuestra manera de pensar para salir de una fe cómoda y superficial para poder entrar en la voluntad de Dios y ponerla en práctica (cf Rm 12, 2) Pablo nos recomienda poseer una voluntad fuerte en la fe para hacer el bien (cf Ef 6, 10) y tener a la misma vez un corazón limpio, lavado en la sangre de Cristo (1  de Tim 1, 5; Heb 9, 14) Un corazón rebosante de amor, paz y gozo (Gál 5, 22) Entonces podremos tener una fe sincera, llena de las obras que Dios nos destinó desde siempre, desde la eternidad (Ef 2, 10)

Un corazón lleno de luz, fuerza y poder para cultivar la Fortaleza, la continencia, la sencillez, la pureza y la santidad, y esto no por méritos, sino por gracia de Dios, de quien escuchamos siempre:”Mi gracia te basta, mi amor es lo que tú necesitas” (2 de Cor 12, 9) Esto es lo que debemos enseñar a otros, para que a su vez enseñen a otros. Que nadie se vea privado de la gracia de Dios (Heb 12, 15) Animemos y exhortemos a permanecer en la gracia de Dios y a luchar contra lo malo (2 de Tim 2, 3)

Cómo soldados al servicio de Cristo llevemos una vida recta, seamos fieles a la Patria, sin enredarnos en los asuntos de la vida civil, en lo mundano, en lo pagano y en lo pecaminoso (2 de Tim 2, 4) Como atletas que se preparan para competir, juguemos limpio, sin mezclas, para no ser descalificados. Seamos fieles al evangelio de Jesucristo (2 de Tim 2, 5) Y así como los campesinos son los primeros en comer de los frutos de la cosecha, también nosotros, seamos los primeros en creer, en vivir, en celebrar y en anunciar lo que creemos. (2 de Tim 2, 6- 7)

Conducidos por a Palabra de Dios podemos llegar a la salvación por la fe en Jesucristo y a la perfección cristiana. (2 de Tim 3, 14. 17) Para eso Pablo nos recomienda: Cultivar la Unidad en la fe, el crecimiento en el conocimiento del verdadero Dios, hasta alcanzar la madurez en Cristo crucificado, el hombre perfecto (Ef 4, 13) Perfecto es terminado, maduro. La madurez en Cristo lo da el crecimiento en la fe, madre de todas las virtudes, para no ser como niños sacudidos por cualquier viento de doctrina (cf Ef 4, 14).

El hombre maduro tiene la disponibilidad para hacer la voluntad de Dios, salir de sí mismo para ir a servir a una persona concreta, y tiene la disponibilidad de dar su vida por Cristo y por la Iglesia, es decir, maduro es el que el libre para amar, con la libertad de los hijos de Dios. (Gál 5,1) Como el atleta se prepara para la competencia, así nosotros, pongamos hacer nuestra fe hacerla ejercicio: Hagamos los ejercicios de la fe para estar preparados, caminar y correr en la carrera que nos tienen preparada. Con un corazón dispuestos a escuchar la Palabra de Dios y a responderle con prontitud.

 

 

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