LLAMADOS A SER PESCADORES DE HOMBRES Y
SERVIDORES DE CRISTO.
La experiencia de Dios.
La
experiencia de Dios, cimentada en el amor, la verdad y en la libertad, es
llamada también una irrupción de Dios en nuestros corazones; experiencia de la
presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que divide nuestra vida en
dos: un antes de la experiencia y un después de la experiencia. Ante de vacío,
de tinieblas; después de luz, de fuerza y de amor. Esta experiencia es el motor
de la vida nueva que hace de la voluntad de Dios la “delicia de nuestra vida”
para dejarnos conducir con alegría por la Palabra de Dios hacia la “libertad,
la responsabilidad y la solidaridad con Cristo.” Es Dios que toma la
iniciativa, como en Zaqueo, la Samaritana, en Pablo, Pedro y hoy en todos nosotros.
Dios nos ama por primero (cf 1 Jn 4, 10).
La experiencia de Isaías.
Antes
de su experiencia de Dios Isaías era un hombre muy religioso que lo hace decir:
Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo; pero Israel no
conoce, mi pueblo no discierne.”(Is 1, 3) Asistía al culto, conocía la Ley y la
Torá, pero le faltaba la experiencia que lo haría profeta de las naciones, un
enamorado de la ley y de loa voluntad de Dios, que cambia su vida en dos. Antes
pecador, después un hombre justificado por a gracia de Dios. Isaías estaba en
el templo y durante el culto, Dios le dio una experiencia sensible y palpable
que hacer decir a Isaías: “¡Ay de mí, estoy perdido, pues soy un hombre de
labios impuros y vivo entre gente de labios impuros; y he visto con mis propios
ojos al rey Yahvé Sebaot!” Entonces voló
hacia mí uno de los serafines con una brasa en la mano, que con las tenazas
había tomado de sobre el altar, y tocó mi boca diciendo: «Como esto ha tocado
tus labios, se ha retirado tu culpa, tu pecado está expiado.» Y percibí la voz
del Señor que decía: «¿A quién enviaré?, ¿quién irá de nuestra parte?» Dije:
«Yo mismo: envíame.” (Is 1- 8) De esa experiencia de Dios nace el profeta
llamado a ser luz de Israel y de las naciones.
Enviados a predicar el Evangelio
de la Gracia.
Pablo,
siervo de Jesucristo por voluntad del Padre (Ef 1, 1) Antes de la experiencia
de Cristo fue perseguidor de la Iglesia y fariseo fanático, después servidor y
apóstol de Cristo Jesús: Hermanos, quiero traeros a la memoria el Evangelio que
os prediqué, que habéis recibido y en el que permanecéis firmes; y el que os
salvará, si lo guardáis tal como os lo prediqué. Si no, ¡habríais creído en
vano! (1 Cor 15, 1-11) El Evangelio de la Misericordia que predica la salvación
por la Gracia y no por otros caminos. Justificados por la muerte y resurrección
de Jesús, para el perdón de los pecados y para recibir el don del Espíritu
Santo.
El itinerario de los discípulos de
Cristo (Lucas 5,1- 11)
1) Escuchar la Palabra de Dios. Estando Jesús a la orilla
del lago de Genesaret, la gente se agolpaba a su alrededor para oír la palabra
de Dios.
2) Lavar las redes. En esto vio dos barcas que estaban a
la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas y estaban lavando las
redes.
3) Dejar a Jesús entrar en nuestras vidas. Subió entonces
a una de las barcas, que era de Simón, y le rogó que se alejara un poco de
tierra.
4) Etapa de formación. Se sentó y empezó a enseñar desde
la barca a la muchedumbre. Cuando acabó
de hablar, dijo a Simón:
5) La obediencia de la fe.«Boga mar adentro, y echad
vuestras redes para pescar.» Simón le
respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado
nada; pero, basta que tú lo dices, echaré las redes.»
6) Así lo hicieron, y pescaron tan gran cantidad de peces
que las redes amenazaban con romperse. Entonces llamaron por señas a los compañeros
de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron
tanto las dos barcas que casi se hundían.
7) Al verlo, Simón Pedro cayó a las rodillas de Jesús,
diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador.» Y es que el
asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los
peces que habían capturado. Y lo mismo
les ocurrió a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de
Simón. Jesús dijo a Simón:
8) El llamado del Señor. «No temas. Desde ahora serás pescador de
hombres.»
9) Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le
siguieron.
La
experiencia de la presencia de Dios en nuestro corazón, es el motor de la vida
nueva, renueva las gracias recibidas anteriormente, y es fuerza que nos pone en
camino de éxodo hacia la tierra prometida: Cristo Jesús. Nos enamoramos de él, de
la oración, de la Palabra, y de todo lo que Jesús ama: la Iglesia. El amor a
Cristo se convierte en deseos de servirlo con todo y a todos. La experiencia
llena nuestro interior de agradecimiento, y éste, llevados por el amor nos lleva
al servicio a Dios y a los hombres. El agradecimiento y el amor son fuerza para
romper con el pecado que engaña, frustra, paraliza, divide, oprime y mata, y
son fuerza para abrirnos y salir fuera para salir e ir al encuentro de los
demás para lavarles los pies, es decir, para servirles y compartir la vida con
ellos. Los dones crecen con el uso de su ejercicio.
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