LAS CONDICIONES PARA SER DISCÍPULOS DE JESÚS, EL CRISTO DE DIOS.
Iluminación. Hubo otro que le dijo: «Te seguiré, Señor; pero
déjame antes despedirme de los de mi casa.» Replicó Jesús: «Nadie que pone la mano en el
arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios (Lc 9, 61-62)
1.
El llamado es a seguir al Jesús, el Maestro.
Discípulo es aquella persona que ha
escuchado la Palabra de Dios, la guarda en su corazón y la pone en práctica (Lc
8, 21; 11, 28) Para orientar su vida hacia la Plenitud que es Cristo (cf Col 2,
2) Entrar en la Plenitud exige fe y conversión (cf Mc 1, 15). Fe y conversión
significa dejarse amar, perdonar, lavar los pies por Jesús (cf Jn 13, 7) para
poner los ojos en Jesús, el Autor y el Consumador de la fe (Heb 12, 2) para
aprender de él el “Arte de Amar” y “el Arte de lavar pies”, para entrar en el
proceso al que él mismo nos invita y nos guía: “Alcanzar la unidad en la fe, el
crecimiento en el conocimiento de Dios hasta alcanzar la madurez en Cristo” (cf
Ef 4, 13) La Sagrada Escritura está llena de indicaciones que iluminan el
caminar a seguir:
Lucas: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz
cada día y sígueme” (Lc 9, 23) “Mientras
iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas.» Jesús
replicó: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo
del hombre no tiene donde reclinar la cabeza” (Lc 9, 57)
Mateo: “Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores
absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre
vosotros, pues el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, que sea
vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, que sea
vuestro esclavo; de la misma manera que
el Hijo del hombre, que no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su
vida como rescate por muchos” (Mt 20, 25- 28).
Juan: “Después de lavarles los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa y
les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis ‘el
Maestro’ y ‘el Señor’, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el
Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a
otros. Os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis lo que acabo de
hacer con vosotros” (Jn 13, 12- 15).
Si Jesús vino a servir como él
mismo lo ha dicho, el discípulo, el cristiano, la Iglesia, todos existen para
servir, para lavar pies, para manifestar el Poder de Dios que siempre se
manifiesta en el “servicio” en favor de todos. Lo que exige dejarse lavar los
pies, por el mismo Jesús, para luego ir destruyendo con la fuerza del Espíritu
Santo las “guaridas y los nidos”, es decir, dejar la vida mundana, pagana, de
pecado a la que san Pablo llama “la carne” (cf Rm 8, 1- 9; Gál 5, 16- 18)
2.
La
fidelidad a la ley será la garantía de
éxito.
“Sé fuerte y valiente, porque tú
eres quien va a dar a este pueblo la posesión del país que juré dar a sus
padres. Basta que seas muy fuerte y valiente, teniendo cuidado de cumplir toda
la Ley que te dio mi siervo Moisés. No te apartes de ella ni un ápice, para que
tengas éxito adondequiera que vayas. Que el libro de esta Ley no se aparte de
tus labios: medítalo día y noche; así procurarás obrar en todo conforme a lo
que en él está escrito, y tendrás suerte y éxito en tus empresas. ¿No te he
mandado que seas fuerte y valiente? Pues no tengas miedo ni te acobardes,
porque Yahvé tu Dios estará contigo adondequiera que vayas.» (Jos 1, 6- 9)
3.
Dios es el
que hace las cosas nuevas.
Pues voy a crear unos cielos nuevos
junto con una tierra nueva; ya no será mentado lo de antaño, ni volverá a ser
recordado; antes bien, habrá gozo y regocijo por siempre, por lo que voy a
crear. Voy a crear una Jerusalén «Regocijo», y un pueblo «Alegría» (Is 65, 17-
18) “Pondrá su morada entre ellos. Ellos serán su pueblo y él, Dios-con-ellos,
será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos, y no habrá ya muerte ni
llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo habrá pasado” (Apoc 21, 3.
4) Pablo habla de la Nueva Creación: “Así
que, en adelante, ya no enjuiciamos a nadie según criterios humanos; y si
enjuiciamos a Cristo según tales criterios, ahora ya no lo enjuiciamos así. Lo
digo porque el que está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es
nuevo. Y todo proviene de Dios, que nos
reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación” (2 Cor 5, 16- 18). Lo antiguo era el caos, el
vacío, las tinieblas (cf Gn 1, 1) Lo Nuevo es un Universo ordenado, cimentado
en la verdad, el amor y la justicia (cf Ef 5, 8). Para el último de los
profetas del Antiguo Testamento, Juan el Bautista, la clave es disminuir para
que Cristo crezca (cf Jn 3, 30).
La vida del hombre está orientada
hacia la Plenitud, desde el momento que el pecador, se deje encontrar por
Cristo, el Pastor de las ovejas (cf Lc 15, 4) En el encuentro con Cristo en la
fe, el hombre es justificado, salvado, reconciliado, santificado y consagrado a
Dios (Rm. 1, 1: Gál 2, 16; 2 Cor 5, 17- 18) Se va despojando del hombre viejo,
de una mente embotada, de un corazón endurecido, ha abandonado la moral para
caer en el desenfreno de las pasiones (cf Ef 4, 17-19) Un hombre al que se le
complicado la vida, siendo a veces, “un lobo para sus hermanos”. Ahora, por el
encuentro con Cristo, ha cambiado de camino, ha empezado lo nuevo: el llenare y
revestirse de Cristo, ahora camina no se arrastra y con alegría recorre el
camino de la fe, siguiendo las huellas de su Maestro, Jesús de Nazareth (cf 1
Ts 1, 9)
4.
Los
enemigos de la realización humana cristiana.
Cuando el hombre deja de mirar a
Cristo y abandona la Ley Nueva, la Ley del Amor orienta hacia sí mismo, mira
hacia atrás y vive en el pasado; otras veces mira hacia delante, viviendo en el
futuro; Veces mira hacia la derecha y otras veces mira y se adentra hacia la
izquierda. Podemos desde aquí descubrir los enemigos de nuestra realización
humana.
V El hombre
que se encierra en sí mismo y rompe con su Realidad: El “individualismo” que
reza desde sus adentros: “Estando yo mismo, los demás me valen.” Es inmaduro y
vacío de valores en su corazón no habita el amor. Su especialidad es invertir
los valores: prefiere el dinero o las diversiones a la familia. Es utilitarista
para valorar lo que le conviene o le da placer, por eso cosifica,
instrumentaliza, manipula y desecha a los que no responden a sus intereses.
V En nuestra
sociedad existe una inmensa mayoría que no ha logrado el sentido a la vida,
pareciera una “sociedad liquida” en la que se vive haciendo lo que otros hacen.
Estilo llamado por el doctor Vícktor Frankl: “Conformismo.” Es el desviarse a
la derecha, a vivir como los otros lo hacen, pensar, vestirse, comprar lo que
la sociedad ofrece para competir con los demás para caer en una sociedad
deshumanizada, consumista y derrochadora. Este estilo de vida no realiza, no
lleva a la vida plena, más bien lleva al vacío existencial.
V En nuestra sociedad han
entrado, como algo importado, estilos de vida que no dan respuesta a lo que
realmente necesitan los hombres de hoy, más bien, buscan el bien de un “sistema
opresor y deshumanizador, no ayudan a la madurez humana ni al Bien común. Es el
“Totalitarismo” en el que se hacen lo que otros dicen, lo que otros piensan y lo
que otros dice. Nos presentan ideologías de moda que se imponen, oprimen y
explotan, los demás son excluidos y quedan al margen del camino de su
realización como personas. Otros, ¿Quiénes son? Los que “tienen, pueden,
enseñan y gobiernan”. No reconocen la
dignidad de las personas. No se les acepta y no se les respeta, no les permiten
pensar o comunicarse.
V Existe un obstáculo que
impide la realización de una inmensa mayoría que pareciera el más grande
enemigo de la realización humana: “El Relativismo” que hunde sus raíces en la
“mentira” que llena la mente de hombres de vida pública, políticos, educadores
y religiosos. Su filosofía es “¿Cuánto tienes, cuánto vales?” “El hombre se
valora por lo que tiene, lo que sabe o por lo que hace.” El ser humano no vale
por los lujos que se posea, ni por las cuentas bancarias o los carros de lujo
que tenga, esto esta cimentado en la mentira. El ser humano “vale por lo que
es”, persona, y por lo tanto digna, ya que ni las cosas ni las personas le dan
su valor. Su valor es intrínseco, lo lleva dentro, es su “dignidad” que se
despliega en el amor y en la justicia. Lo mínimo que podemos darle a una
persona pobre o no tan pobre, es el reconocerla como persona, aceptarla por lo
que es, respetarla incondicionalmente y darle nuestro afecto para ayudarle a
realizarse como lo que es: Persona,
Valiosa y Digna, por lo que es.
5.
El Llamado
de Dios a todos es el mismo.
Existe un llamado a nuestra “realización
humana”, para ser personas plenas, fértiles, fecundas y fructíferas (Gn 2, 15).
Otro llamado a todos es la “Libertad afectiva” para sacudirnos del yugo de la
esclavitud al mal y por el apego a las cosas y a las personas. Está Libertad
nos hace responsables y capaces de amar (cf Gál 5, 1. 13). Dios Padre
misericordioso nos llama a todos a la “salvación y al conocimiento de la Verdad”
( 1 Tim 2, 4). Sin miedo decimos también que nos llama a la santificación:
“Dios quiere vuestra santificación”: “que os alejéis de la fornicación, que
cada uno de vosotros sepa poseer su cuerpo con santidad y honor, y no dominado por la pasión, como hacen los
gentiles que no conocen a Dios” (1 Ts 4,
3- 5).
Estos cuatro llamados, los
encontramos en el llamado que Jesús hace todos sus oyentes: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y
sobrecargados, y yo os proporcionaré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas. Porque mi yugo es suave
y mi carga ligera” (Mt 11, 28-30) Para esto Jesús realiza la Obra del Padre
(cf Jn 4, 34) Ama hasta el extremo (cf Jn 13, 1) Ofrece y da la vida
voluntariamente por toda la humanidad (cf Jn 10, 18) Muere para que nuestros
pecados sean perdonados y resucita para que recibamos el Espíritu Santo (cf Rm
4, 25)
Cristo resucitado es el único que
puede bautizarnos con el Espíritu Santo para que al venir a nuestras vidas,
actualice hoy en nosotros la obra que Cristo realizó en la Historia: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que
yo me vaya, porque, si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me
voy, os lo enviaré; y cuando él venga,
convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y
en lo referente al juicio” (Jn 16, 7-8). El Espíritu Santo nos convence de
que Dios nos ama incondicionalmente; nos convence de que somos personas amadas
por Dios por lo que somos; Nos convence de que somos pecadores necesitados de
redención y nos lleva a Cristo, único Salvador bajo las estrellas del Cielo (cf
Hech 4, 12).
6.
El llamado
que Cristo resucitado personaliza a cada uno de sus discípulos.
Los regalos de Jesucristo a la Iglesia: Entonces se presentó Jesús
en medio de ellos y les dijo: “La paz con
vosotros.» Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se
alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como
el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló y les dijo: «Recibid
el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a
quienes se los retengáis, les quedan retenidos (Jn 20, 19- 24) La Paz, la
Alegría, La Misión, el don del Espíritu Santo, el Ministerio de la
Reconciliación y la experiencia de la Resurrección.
Jesucristo resucitado visita a los
suyos para invitarlos a realizar su Obra liberadora y redentora. Le pide a cada
uno tres cosas: “Niégate” “Ámame” “Sígueme”, para que puedas configurarte
conmigo y decir con mi apóstol Pablo: “En
efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Ahora estoy
crucificado con Cristo; yo ya no vivo,
pero Cristo vive en mí. Todavía vivo en la carne, pero mi vida está afianzada
en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gál
2, 19- 20) El que ama a Jesús guarda sus Mandamientos y sus Palabras (cf Jn 14,
21. 23) El que lo sigue, se configura con Jesús en su muerte y resurrección,
acepta el destino de su Maestro. El que se niega a sí mismo por Jesús,
permanece en su amor (cf Jn 15, 9) y permanece en su Cruz (cf Gál 5, 24), y
estar así, a la “derecha del Padre (cf Apoc 3, 19)
Discípulo es aquel que tiene un
Maestro, lo ama, lo sigue y le sirve. Discípulo de Jesus es aquel que escucha
su Palabra y la obedece; es aquel que acepta, libre y voluntariamente a pertenecer
a Jesús. Discípulo de Jesús es aquel que acepta pertenecer a los Doce, ára
hacer Unidad con su Maestro y con su Iglesia.
AMAR A JESÚS POR LO QUE ES, Y NO POR LO QUE DA, ES EL MODO QUE NOS LLEVA
SER SUS VERDADEROS DISCÍPULOS.
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