YO
SOY EL BUEN PASTOR QUE DOY MI VIDA POR MIS OVEJAS.
Aleluya, Yo soy el buen pastor, dice el Señor; yo conozco a mis ovejas y ellas
me conocen a mí. (Jn 10, 14) Aleluya.
En
aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor
da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni
el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el
lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le
importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas
me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy
la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es
necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo
rebaño y un solo pastor. El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a
tomar. Nadie me la quita; yo la doy porque quiero. Tengo poder para darla y lo
tengo también para volverla a tomar. Éste es el mandato que he recibido de mi
Padre’’. (Jn 10, 11-18)
Jesucristo
es el buen Pastor, es el Amor entregado de Dios a los hombres para amarlos con
un corazón de hombre. Tal como lo dice el himno cristológico de Filipenses: "El
cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino
que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a
los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo,
obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz."(Flp 2, 6- 8) No se aferró a
su igualdad con Dios, se despojó de sí mismo, se hizo servidor de los hombres, se
humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte de cruz. Es buen Pastor
por que se ofreció a sí mismo y se entregó por todos (Gal 2, 19-20; Ef 5,
1-2;5, 24- 27) “Mi vida, nadie me la quita; yo la doy porque quiero.”
Jesús
es buen Pastor porque lo dio todo por la humanidad y se hizo pobre, padeció,
sufrió murió para sacarnos del pozo de
la muerte y llevarnos al Reino de Dios (Col 1, 13- 14) Pues conocéis la
generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se
hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza.(2 de Cor 8, 9) La pobreza
de nuestro Pastor es su Encarnación, su Pasión y su Muerte. Con su pobreza nos hace
ricos, ser hijos de Dios, hermanos de los hombres y servidor de ellos. Es buen
Pastor porque nos hace partícipes de su riqueza: ser el Hijo de Dios, el hermano
universal y el servidor de todos.
Jesús
es el único Pastor, sus discípulos y sus apóstoles somos sus obreros, sus
aliados, sus servidores, sus administradores, a quienes les pide ser fieles (1
de Cor 4, 1) Fieles a la voluntad de su Padre (Jn 4, 34) Fieles a su Evangelio
(Flp 1, 27) Fieles a su Iglesia y a sus Sacramentos (Hch 2, 42) Fieles al
hombre a quién él amó y se entregó por él (Gál 2, 19- 20) El buen Pastor a
nadie obligó, a nadie engañó, a nadie
explotó y a nadie manipuló. Él descubrió la maldad de los hombres y mostró los
caminos de liberación. Nos dio su Palabra como pasto de conocimiento y de
discernimiento. Como lo había dicho el profeta: Os pondré pastores según mi corazón
que os den pasto de conocimiento y prudencia.(Jer 3, 15) Con alegría dice a sus
ovejas: “No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro
Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino.” (Lc 12, 32)
Escuchemos a Ezequiel hablarnos de la Obra de Jesús:
Yo
santificaré mi gran nombre profanado entre las naciones, profanado allí por
vosotros. Y las naciones sabrán que yo soy Yahveh - oráculo del Señor Yahveh -
cuando yo, por medio de vosotros, manifieste mi santidad a la vista de ellos. Os
tomaré de entre las naciones, os recogeré de todos los países y os llevaré a
vuestro suelo. Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas
vuestras impurezas y de todas vuestras basuras os purificaré. Y os daré un
corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu
en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y
practiquéis mis normas. Habitaréis la tierra que yo di a vuestros padres.
Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.(Ez 36, 23- 28)
“Mi alimento
es hacer la voluntad de mi Padre.” (Jn 4, 34) La liberación, la salvación y la
santificación de los pecadores. “Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: He aquí
que yo abro vuestras tumbas; os haré salir de vuestras tumbas, pueblo mío, y os
llevaré de nuevo al suelo de Israel. Sabréis que yo soy Yahveh cuando abra
vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío. Infundiré mi
espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en vuestro suelo, y sabréis que
yo, Yahveh, lo digo y lo haga, oráculo de Yahveh.” (Ez 37, 12- 14) ¿Qué hace
Dios para abrir nuestras tumbas, para sacarnos de la tumba y para llevarnos a
nuestro suelo? Nos entregó a su Hijo (Jn 3, 16) Y su Hijo dio su vida por nosotros
( 1 de Jn 4, 10)
Cuando
Dios quiere salvar a un hombre o a una Comunidad, lo primero que hace es
enviarle una Palabra para iniciar la vida en ese corazón. Es lo primero que
hace Jesús, el Buen Pastor: nos da su Palabra para iniciar el proceso de
conversión: Crean y conviértanse (Mt 4, 17; Mc 1, 15) En su Palabra está la
Luz, la fuerza y la Misericordia, por eso nos dice: «Yo soy la luz del mundo;
el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.»(Jn
8, 12) Para luego decirle a unos judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará
libres.» (Jn 8, 31- 32) Jesús dando su
Palabra de verdad estaba sembrando el Reino de su Padre en el corazón de
los hombres. El que crea y se bautice, se salvará, y él que no crea y no se bautice no se salvará.
(Mc 16, 16)
Tres características
del buen Pastor es la mansedumbre, la humildad y la misericordia, unidas a la
recta intención, todo para la gloria de su Padre y para el bien de los hombres.
Su vida estaba empapada de oración, de madrugada, de noche y a cualquier hora está
dispuesto para invocar a su Padre en favor de los pobres, de los enfermos y de
los pecadores a los que estaba entregado con cuerpo, alma y corazón. Todo lo
hacía por compasión, y sin compasión no hacía nada. Derrochaba misericordia, y a
sus creyentes o discípulos los invita a ser como él: mansos y humildes de
corazón (Mt 11, 29) También los llama e invita a lavar pies y amar como él nos
amó (Jn 13, 13. 34)
El buen
Pastor a nadie engaña y a nadie manipula, a todos nos dice: «El que no está
conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. (Mt 12, 30) A
nadie obliga, todo es si tú quieres: Es un Caballero que espera que creamos en
él y lo invitemos a entrar en nuestra barca: “Mira que estoy a la puerta y
llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré
con él y él conmigo.” (Apoc 3, 20) Abrirle la puerta del corazón al buen Pastor
significa confiar en él, obedecerlo y amarlo y sobre todo invitarlo a entrar en
nuestra vida para entregarle las riendas de nuestra historia. Por eso, no
engaña, nos seduce (Jer 20, 7) Y en Lucas nos dice:
Decía
a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su
cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero
quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre
haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? (Lc 9, 23-
25) Para luego decirnos que sin seguimiento no hay amor y no hay gracia de
Dios. La Puerta, que es Jesús es estrecha, es angosta, hay que convertirse,
despojarse de las maletas que no sirven para poder entrar y encontrar pastos de
conocimiento y discernimiento (Jer 3, 15)
Mientras
iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas.» Jesús le
dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del
hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» (Lc 9, 57- 58) Las guaridas de las
zorras y las aves de los nidos hacen
referencia a la vida mundana, pagana y pecaminosa, los nidos son los sentimentalismos
y los emocionalismos de los cual hay que despojarse para poder seguir a Cristo,
el Buen Pastor, y poder entrar en su Pascua, muerte y resurrección.
Es el
camino de Jesús. Con dos palabras lo podemos entender: Ámame, Sígueme. El que
lo ama guarda sus mandamientos y su Palabra (Jn 14, 2. 23). El que lo sigue, vive sus Bienaventuranzas (Mt
5, 2- 11) para conformarse con el Buen Pastor y servirlo. Su ejemplo de vida es
herencia de los Apóstoles: Vosotros sabéis lo sucedido en toda Judea, comenzando
por Galilea, después que Juan predicó el bautismo; cómo Dios a Jesús de Nazaret
le ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo él pasó haciendo el bien y
curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él; y
nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la región de los judíos y en
Jerusalén; a quien llegaron a matar colgándole de un madero; a éste, Dios le
resucitó al tercer día y le concedió la gracia de aparecerse, no a todo el
pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano, a nosotros que
comimos y bebimos con él después que resucitó de entre los muertos. (Hch 10,
37- 41)
Hay buenos
pastores y hay malos pastores, como hay buenos profetas y hay falsos profetas.
La diferencia está en la Recta intención que está unida a una fe sincera y a un
corazón limpio. (1 de Tim 1, 5) La Recta intención es una acción dedicada y orientada
a la Gloria de Dios y al bien de las almas. El Amor viene, nace y crece en la
Recta intención.
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