EL REINO DE LOS CIELOS SE PARECE A UN TESORO ESCONDIDO.

 


EL REINO DE LOS CIELOS SE PARECE A UN TESORO ESCONDIDO.

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

-El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

-El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra.(Mt 13, 44- 45)

La Perla preciosa es Cristo Jesús, el Hijo de Dios. él es el Reino de los Cielos. Quién lo busca de todo lo corazón lo puede encontrar (Jer 29, 13) Pero también el que se deje encontrar por él, lo puede poseer (Lc 15, 4) Dejarse encontrar por tiene algunas condiciones: Reconocer que no somos felices; reconocer que nos hemos equivocado; reconocer que tenemos una necesidad; reconocer que lo que realmente necesitamos es a Cristo, nuestro Salvador, Maestro y Señor. Por eso encontrar a Jesús equivale a creer en él, amarlo y seguirlo.

Al encontrarlo va y vende todo lo que tiene y viene y la compra. Cristo es nuestra Salvación, y no se vende como tampoco se compra, es un don gratuito e inmerecido, pero digamos que esta es una parábola y habla de compra y venta. Es un don gratuito e inmerecido, pero, no barato. Hay que confiar en él, obedecerlo y amarlo, para poder hacerlo propio.

Pensemos por un momento que escuchamos hablar de la Perla Preciosa que está en venta. Llega el comprador que era un experto en perlas preciosas. Se queda con el ojo abierto, se llena de admiración, y dice. Jamás había encontrado una Perla tan Preciosa, es carísima, no está a mi alcance. Se le acerca el encargado de la Perla, y le pregunta: ¿Le gusta? Usted se la puede llevar. El comprador le dice: es carísima, no puedo, ha de valer una fortuna. Yo soy experto en perlas preciosas, y no le llego. Usted puede llevársela, le dice el encargado con mucha amabilidad. Si Usted tiene cien millones de dólares, se la lleva, pero si tan sólo tiene diez dólares, también se la lleva, puede ser suya, sólo tiene que dar todo, no se quede con algo.

El hombre se va y vende propiedades, ranchos, vehículos, retira y vacía sus cuentas bancarias, y regresa con costales de dinero con la intención de llevarse la Perla Preciosa. Le hablan al Rey que es el dueño de la Perla, se presenta y felicita al hombre por el deseo de comprar la Perla. Hacen el intercambio, él entrega el dinero al Rey  éste le entrega la Perla al comprador. Abraza la Perla, la experiencia es única, nunca había sentido tan bello. Intercambian algunas palabras de despedida y felicitaciones de parte del Rey.

El comprador abre su boca y dice: ¿Qué irá a decir mi familia? El rey lo escucha y le pregunta: ¿Tiene usted familia? Claro, tengo mi esposa, mis hijos, mis padres y mis suegros. El Rey le dice: Ellos también entran en el trato. ¿Se anima? Y los entrega, diciendo y ¿ahora estaré solo en mi casa? El Rey le dice: También su casa entra en el trato. Y, ¿ahora donde voy a guardar mi ropa, mis trajes y mis pieles? Todo eso entra en el trato. Ahora tendré que dormir en mi carro. También su carro, entréguemelo con todo y factura. Ahora tendré que viajar en la bicicleta. También su bicicleta entra en el trato. ¿El que voy a ir a trabajar? ¿Tiene trabajo? También su trabajo entra. Bueno ahora solo me queda irme a la casita de campo. ¿Tiene una casa de campo? Si dónde voy los fines de semana. Pues también su casa de campo entra en el trato.

Ahora sí, dijo el comprador, el camino está libre, podré irme con la otra. ¿Con quién se va? Con la otra, Usted sabe Majestad que el hombre puede tener otra mujer cuando la esposa está enferma o no pude responder. También a esa mujer entréguemela. ¿Qué irán a decir mis amigos? También sus amigos entran en el trato. Con nostalgia mira su reloj, diciendo se me está haciendo tarde. El Rey lo mira y le pregunta: ¿qué es eso que lleva en la mano? Es mi reloj Bulova que compre en el último viaje que hice a Suiza. También su reloj entra en la compra. Y se queda sin más, mira a su esposa y a sus hijos, los mira y contempla la Perla Preciosa, siente una gran nostalgia, pero lo echo, echo está.

El Rey mira a la familia y al comprador que se va retirando. El Rey le habla y le habla a la Familia, y a él le dice: Aquí está su familia. Pero ahora, recuerde con son míos yo se los presto, desde ahora los va a tratar como a hijos del Rey: “Maridos amen a sus esposas como Cristo amó a su Iglesia”. (Ef 5, 25) Ámense los unos a los otros como yo los he amado. (Jn 13, 34) Padres eduquen a sus hijos en la fe y el amor, no los maltraten ni los enfermen a gritos y a golpes. Hijos honren a su Padre, respétenlos, obedézcanlos y ámenlos. (Ef 6, 1- 4)

Aquí le entrego todo mi dinero, pero recuerde que usted es mi administrador, yo soy el dueño. Si algún pobre le presta, a mí me lo presta, sin cobrar intereses. Aquí le entrego mi carro, se lo presto, me lo cuida y me lo trata bien, y cuando un enfermo le pida que lo lleven al médico o al hospital, esté siempre disponible. Aquí tiene los papeles y las llaves de su casa, cuídemela, y si alguien le pide posada, sea hospitalario. Y le iba entrenado todo, cuando llega a la otra mujer, le dice: a esta no se la entrego, recuerde el mandamiento: no cometerás adulterio. (1 de Cor 6, 18) A esta mujer, es digna y valiosa y yo le tengo reservado un esposo para que se complementen mutuamente. Aquí está su reloj, para que recuerde que la misa es las siete, no llegue tarde. Y tenga presente la hora para hacer sus oraciones, porque familia que reza unida permanece unida.

También le entrego a sus amigos, pero, tenga mucho cuidado, no todos pueden ser amigos, elíjalos, que sus amigos sean también mis amigos, que no sean mundanos ni paganos, porque lo contagian.

Que su Familia irradie, amor, paz y alegría que sea una pequeña Iglesia, una Iglesia doméstica en la que Cristo sea el Centro y el Rey de su Casa.

 

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