EL
REINO DE DIOS ES JUSTICIA Y PAZ Y GOZO EN EL ESPÍRITU SANTO.
El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el
Espíritu Santo, pues el que en esto sirve a Cristo es grato a Dios y acepto a
los hombres. Por tanto, trabajemos por la paz y por nuestra mutua edificación. (Rm
14, 17-19)
En
aquel tiempo, envió Jesús a los Doce con estas instrucciones: 'Vayan y
proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los
leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los
demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues,
gratuitamente. Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, pregunten por
alguien respetable y hospédense en su casa hasta que se vayan. Al entrar,
saluden así: 'Que haya paz en esta casa'. Y si aquella casa es digna, la paz de
ustedes reinará en ella; si no es digna, el saludo de paz de ustedes no les
aprovechará. Y si no los reciben o no escuchan sus palabras, al salir de
aquella casa o de aquella ciudad, sacúdanse el polvo de los pies. Yo les
aseguro que el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con menos rigor
que esa ciudad". (Mt 10, 7-15)
Con
otras palabras vayan y prediquen la conversión al Reino de los cielos. El Reino
es donde está el Rey que es Cristo Jesús. La conversión es a Cristo, que
consiste en llenarse o revestirse de Cristo, lo que implica despojarse o desvestirse
de todo aquello que es incompatible con el crecimiento del Reino de Dios en el
hombre. Pablo lo describe diciendo: “despojarse del hombre viejo y revestirse
del hombre nuevo” (Ef 4, 23- 24) “Despojarse
del traje de tinieblas y revestirse de Luz, con la armadura de Dios, revístanse
de Jesucristo” (Rm 13, 12. 14) La conversión cristiana pide un “Nuevo
Nacimiento” Para volver a la armonía original que existía antes del pecado (Gn
3, ) Pide entregar a Cristo la carga del pecado para que nuestros pecados sean perdonados
y lavados de toda inmundicia. Y podamos recibir la Vida eterna y el don del
Espíritu Santo.
La
conversión es para todos, los pastores y las ovejas, los pobres y los ricos,
los sabios y los humildes, abarca la liberación del pecado, la reconciliación y
la salvación. Lo que pide reconocer nuestra inmundicia, el sincero arrepentimiento
y el encuentro con Cristo para que en virtud de su sangre nuestros pecados sean
perdonados (Ef 1, 7) y nuestros
corazones
lavados de los pecados que llevan a la muerte (Heb 9, 14) Con la ayuda del
Espíritu Santo y nuestra decisión es posible convertirnos.
Somos
enviados por Jesucristo resucitado: Pongamos nuestra confianza puesta en él y
no en nosotros mismos, o en nuestro dinero: “No lleven con ustedes, en su
cinturón, monedas de oro, de plata o de cobre. No lleven morral para el camino
ni dos túnicas ni sandalias ni bordón, porque el trabajador tiene derecho a su
sustento”. No busquen hacerse ricos con la fe de los pueblos. No se pueden
servir a “Dios y al dinero” (Lc 16, 13) El fruto de la evangelización no
depende de la marca de los instrumentos ni del lujo de los apartaos, sino del
Poder del Espíritu Santo. Cómo tampoco depende de la cantidad de diezmos o de
dinero que se junte, la salvación no se compra y no se vende. Podemos tener
templos o salones llenos de gente, pero corazones vacíos del amor de Dios y de Vida
eterna. El trabajador tiene derecho a recibir un salario, para sus gastos y
para los gastos de la Parroquia. Y Las comunidades tienen el deber de ayudar a
los gastos que se susciten.
Cuando
entrenen una ciudad o en un pueblo, pregunten por una persona responsable y
loable, y quédense en una sola casa, no busquen casas mejores donde los puedan
tratar mejor. No busquen hoteles de cinco estrellas, como tampoco pidan que los
lleven a los mejores restaurantes. Sean mansos y humildes (Mt 11, 29) No exijan
lujos como tampoco pongan cargas sobre la gente. Como portadores de la paz, ofrézcanla,
gratuitamente, si la casa es digna, la aprovechará, sino, se les regresa. La
Palabra, el Perdón, la Paz, el Amor que ofrezcáis, si hay corazones dispuestos
lo aprovecharan, sino no lo aprovecharan.
Yo
les aseguro que el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con menos
rigor que esa ciudad". Jesús habla desde su experiencia, en ciudades como
Betsaida, Corazain y Cafarnaun, había predicado, habían visto sus milagros y
exorcismos y no habían creído, por eso serán tratadas en el juicio con más
rigor que en Tiro y Sidón, ciudades paganas que no habían visto y escuchado el mensaje
de Jesús y sus Obras. (Mt 11, 21-24) Le habían endurecido sus corazones a su
Mensaje de conversión y arrepentimiento para entrar al Reino de Dios.
Jesús,
¿sacudió sus pies al ser rechazado? Mateo dice que alaba y bendice a Dios, no se
queja y no se lamenta e invita a todos a creer y a ir a él, para intercambiar
la carga de miseria con su misericordia: “Vengan a mí todos los que están cansados
y agobiados por su carga… para que entren en mi descanso. (Mt 11,25- 28)
Después
de su resurrección Jesús envía a los suyos por todo el mundo, a todas las
naciones y a todos los hombres: Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad
la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el
que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que
crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán
serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las
manos sobre los enfermos y se pondrán bien.» (Mc 16, 15- 18)
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