LA FE DEBE VIVIRSE EN COMUNIÓN ECLESIAL.

 


LA FE DEBE VIVIRSE EN COMUNIÓN ECLESIAL.

Vivir en la fraternidad universal es el gran plan de Dios para la humanidad. El quiere que vivamos como una sola familia humana mas allá de todas las inevitables divisiones, tensiones y agravios,  que tan fácilmente se deslizan en las relaciones debido a malentendidos y fracasos” (Chiara Lubic)

La promesa Mesiánica: Os tomaré de entre las naciones, os recogeré de todos los países y os llevaré a vuestro suelo. Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras impurezas y de todas vuestras basuras os purificaré. Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas. (Ez 36, 24- 27)

El cumplimiento de la Promesa: Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!. De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios.(Gál 4, 4- 7)

Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad, anulando en su carne la Ley de los mandamientos con sus preceptos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo Hombre Nuevo, haciendo la paz, y reconciliar con Dios a ambos en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, dando en sí mismo muerte a la Enemistad. Vino a anunciar la paz: paz a vosotros que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca. Pues por él, unos y otros tenemos libre acceso al Padre en un mismo Espíritu. Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo, (Ef 2, 14- 20)

Os exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, (Ef 4, 1- 5)

El mismo «dio» a unos el ser apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelizadores; a otros, pastores y maestros, para el recto ordenamiento de los santos en orden a las funciones del ministerio, para edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo. (Ef 4, 11- 13) Sin la unidad con los miembros del Cuerpo de Cristo, no hay Plenitud, nos quedamos fuera.

Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Así también el cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. (1 de Cor 12, 12- 14)

Las columnas de la Iglesia son: Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones. (Hch 2, 42) ¿Qué enseñaban los Apóstoles? Les enseñaba a vivir en comunión unos con los otros: “Todos vosotros sois hermanos” (Mt 23, 8) Llamados a servirse mutuamente unos a los otros (Jn 13, 13) Y ámense los unos a los otros como yo os he amado (Jn 13, 34) En tres acciones se encierra la enseñanza de vivir en comunión: “Preocúpense mutuamente los unos de los otros” “Reconcíliense siempre unos con los otros” y “Compartan continuamente” lo que saben lo que tienen y lo que son, porque todos son regalos de mi Padre para  los demás.

Los enemigos más grandes de la Comunión entre los hombres son el “Individualismo y el Consumismo.” Jesús murió para que fuéramos Unidad, pero los hombres somos expertos en levantar nuevos muros que nos dividen. Levantamos murallas a nuestro alrededor para que nadie nos invada, y poder quedarnos en el individualismo, somos creyentes, pero sin los demás, no hay realización humana y menos cristiana. Necesitamos de los demás y ellos necesitan de nosotros. Sin los otros no hay realización, nadie debe de vivir para sí mismo. Lo primero que el hombre necesita es aprender a caminar con otros para compartir con ellos los dones materiales, intelectuales y espirituales. Lo segundo que se debe tener en cuenta es a preocuparse por los demás. Lo tercero es saber que lo que a ti te sobra, otros lo necesitan. No derroches en gastos superfluos, porque es un fraude a los necesitados.

Lo que divide a los hombres en clases de personas, es la mentira, y la más grande  en la que vive mucha gente, es el “pensar que velemos por lo que tenemos.” El dinero es “su dios” Por eso el refrán: “Con dinero baila el perro” El dinero es un medio necesario para cubrir nuestras necesidades, pero no es un Dios, el hombre vale por lo que es, persona, un alguien, no es una cosa, un objeto, no se puede comprar ni vender. El hombre, todo hombre es un ser sinodal que está llamado caminar con otros, a trabajar con otros, a vivir con otros, a realizarse con otros. Todos sin importar religión, color, raza, sexo, estrato social, es decir, pobres o ricos, cultos o incultos, todos somos iguales en dignidad, el saber, el tener o el poder, son medios accidentales, lo esencial es la igualdad fundamental, por sólo el hecho de ser personas.

¿Quiénes pueden pensar de esta manera? Los que tienen a manera de pensar de Cristo.(Flp 2, 5) En la Familia de Cristo todos somos importantes y necesarios: Ahora bien, muchos son los miembros, mas uno el cuerpo. Y no puede el ojo decir a la mano: «¡No te necesito!» Ni la cabeza a los pies: «¡No os necesito!» Más bien los miembros del cuerpo que tenemos por más débiles, son indispensables. Y a los que nos parecen los más viles del cuerpo, los rodeamos de mayor honor. Así a nuestras partes deshonestas las vestimos con mayor honestidad. (1 de Cor 12, 20- 23) Aprendamos a cargar con las necesidades de los más débiles (Rm 15,1) No derrochemos en lujos innecesarios, no quememos nuestra comida, hay quien la necesita: Aprendamos a vivir en Comunión, en Participación y Compartamos lo que sabemos lo que tenemos y lo que somos con los demás. Aprendamos a ser regalos de Dios para los demás.

 La fe nos lleva a la madurez humana, nos saca del "Yo" para hacernos "Nosotros" Nos saca de los "Mío" para llevarnos a los "Nuestro" Nos lleva del individualismo a "Comunidad" fraterna,solidaria y servicial. 

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