HE AQUÍ QUE YO ABRO VUESTRAS TUMBAS Y OS HARÉ SALIR DE ELLAS.

 


HE AQUÍ QUE YO ABRO VUESTRAS TUMBAS Y OS HARÉ SALIR DE ELLAS.

Entonces me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ellos andan diciendo: Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para nosotros. Por eso, profetiza. Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo abro vuestras tumbas; os haré salir de vuestras tumbas, pueblo mío, y os llevaré de nuevo al suelo de Israel. (Ez 37, 11- 12)

 

Sabréis que yo soy Yahveh cuando abra vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío. Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en vuestro suelo, y sabréis que yo, Yahveh, lo digo y lo haga, oráculo de Yahveh.» (Ez 37, 13- 14)

¿Qué hace el Señor para realizar  esta promesa? El cumplimento de esta promesa la encontramos en el Nuevo Testamento: Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! (Gál 4, 4- 6) La Palabra se hizo hombre y puso su Morada entre nosotros (Jn 1, 14) Palabra que es Luz y es Vida (Jn 8, 12) Jesús con su predicación abre las tumbas de los muertos para que reconozcan sus huesos secos y su carne pestilente.

Jesús proclamó su Verdad diciendo: “Vengo para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10) Su Palabra nos hace ser sus discípulos y nos lleva a su Verdad para liberarnos de la esclavitud del pecado y de esclavitud espiritual (cf Jn 8, 31- 32) Palabra poderosa que hecha fuera los espíritus impuros (Mc 1, 25) Sanó a los leprosos (Mc 1,41) Resucitó a los muertos (Jn 11, 43) Palabra que  nos lleva a  la salvación y a la perfección cristiana (2 de Tim 3, 14. 17) La Palabra de Jesús es luz, lámpara para nuestros pies (Slm 119, 105) Luz que ilumina nuestra tinieblas y nos hace reconocer nuestros pecados (Jn 16, 8) Luz que ilumina, también, nuestros talentos y cualidades (Jn 1, 47)

¿Qué hace Jesús para sacarnos de la sepultura? Nos amó hasta el extremo (Jn 13,1) Se ofreció a sí mismo al Padre por la acción del Espíritu Santo en favor de toda la Humanidad:  ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir culto a Dios vivo! (Heb 9, 14) Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo - pues de mí está escrito en el rollo del libro - a hacer, oh Dios, tu voluntad! (Heb 10, 6- 7) El nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención: el perdón de los pecados. (Col 1, 13- 14) En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia (Ef 1, 7)

¿Qué hace Cristo para llevarnos al reino de su Amor? Muere y resucita, muere para el perdón de los pecados y resucita para darnos vida eterna (Rm 4, 25) Y darnos Espíritu Santo (Rm 5, 1-5) Hace la Nueva Alianza y hace de nosotros una Nueva Creación (2 de Cor 5, 17) Por la presencia de su Espíritu en nosotros le pertenecemos, lo amamos y le servimos: Por consiguiente, ninguna condenación pesa ya sobre los que están en Cristo Jesús. Porque la ley del espíritu que da la vida en Cristo Jesús te liberó de la ley del pecado y de la muerte. Pues lo que era imposible a la ley, reducida a la impotencia por la carne, Dios, habiendo enviado a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado, y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne a fin de que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros que seguimos una conducta, no según la carne, sino según el espíritu. Efectivamente, los que viven según la carne, desean lo carnal; mas los que viven según el espíritu, lo espiritual.  (Rm 8, 1- 5) Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros.(Rm 8, 11)

Ahora, por el Bautismo,  somos miembros del Cuerpo de Cristo: “Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo.” (Gál 3, 26- 27) “Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.” (1 de Cor 12, 12- 13)

Ahora como niños recién nacidos hay que comer y beber del alimento espiritual que nos lleve al crecimiento que nos configure con Cristo (1 de Pe 2, 2- 3) En la escucha y obediencia a la Palabra entramos en la Unidad con Dios y con la Iglesia, caminamos en la Verdad que nos lleva al Amor y a la Libertad que nos hacen ser santos, como Dios es santo (Mt 5, 48) Con palabras de PABLO entendemos lo anterior: “hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo.” (Ef 4, 13) Por la fe y la conversión entramos en la plenitud de Cristo, para responder con amor, al amor que él nos dio con su muerte hasta la cruz (Flp 2, 8)

Amor con Amor se paga: En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí. (Gál 2, 19- 20)

 

 

Publicar un comentario

Whatsapp Button works on Mobile Device only

Start typing and press Enter to search