EL
QUE SIEMBRA CON ABUNDANCIA COSECHARÁ EN ABUNDANCIA.
El
que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre»,
dice el Señor. (Lc 8, 28)
Lo
que se siembra es lo que se cosecha: “Mirad: el que siembra con mezquindad,
cosechará también con mezquindad; el que siembra en abundancia, cosechará
también en abundancia. Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala
gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para
colmaros de toda gracia a fin de que teniendo, siempre y en todo, todo lo
necesario, tengáis aún sobrante para toda obra buena. Como está escrito:
Repartió a manos llenas; dio a los pobres; su justicia permanece eternamente.”
(2 de Cor 9, 6- 9)
Cuando
yo era niño tuve un accidente me quedé tirado sin poder levantarme y sin caminar.
Llegó mi familia y me levantaron, me cargaron y me llevaron a la casa. Mucha gente
se acercaron y se lamentaban de mi situación. Mientras eso pasaba mi hermano
fue con un tío hermano de mi padre a pedirle 100 pesos para llevarme a otro
pueblo al médico que también era mi tío. No le hicieron caso a mi hermano que
insistió dos o tres veces, y lo mismo, se retiró con lágrimas en sus ojos. Al
pasar por otra tienda, le preguntan: ¿Qué le pasó a su hermano? El de la tienda,
le pregunta: ¿Necesita algo de dinero? Y le ofreció sin pedírselo 200 pesos. “Lo
que se siembra se cosecha” “De corazón y de buena gana que Dios ama al que da
con alegría.” El hombre de la tienda, creció económicamente, se hizo un servidor
de la Iglesia y llegó a ser dueño de tierras y propiedades.
Pasaron
los días, tres meses, y yo sin poder
caminar, un día llegó un hombre borracho, y preguntó por el enfermo, diciendo:
yo lo curo, era don Guadalupe, el matancero. Su oficio era carnicero. Él se
ofreció, nadie le pidió, entró me dio un masaje, unos tirones y me dijo: mañana podrás levantarte para que te
vayas a cuidar tus vacas, así fue, pude caminar. Dios tenía un plan para mí, y
lo está cumpliendo. De los que menos esperaban, no hubo respuesta, ésta llegó
de los que menos se esperaba.
¿Cómo
es la caridad? La caridad es la vida y el amor de Dios en nuestros corazones,
esencial en la vida cristiana, sin caridad no hay fe: “El amor es comprensivo,
el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no presume ni se engríe; no es
mal educado ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de
la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin
límites, espera sin límites, aguanta sin límites.” (1Co 13, 4-7)
Jesús
en el evangelio de san Mateo nos habla de las obras de piedad: la limosna, la
oración y el ayuno. Nos las hagan a fuerzas ni por obligación, como tampoco para
quedar bien ni para que te vaya bien, háganlo sin presunción para salir en la
foto o para recibir aplausos de la gente, esperen su recompensa de Dios y no de
los hombres. Jesus nos dice como tenemos que hacerlo: en secreto, haciendo
silencio en el corazón. No lo hagamos
como los escribas, los fariseos o los gentiles que todo lo hacen para quedar
bien. “Cuidado de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser
vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre
celestial.” (cf Mt 6, 1) La recompensa viene de los hombres.
¿De
dónde viene el Amor? Existen tres fuentes: El corazón limpio, la conciencia
recta y la fe sincera (1 de Tim 1, 5) La fuente del Amor es Dios mismo que es Amor.
“Lo que se siembra es lo que se cosecha. El que siembra poco, cosechara poco,
el que siembra mucho, cosechará mucho y el que no siembra, tampoco cosechará.”
Y el que siembra, pero, no cultiva, la cosecha está en peligro de no llegar a
su madurez. El que siembra la Palabra,
está llamado a cultivar la caridad, la paz, el gozo, la fortaleza, la humildad,
la mansedumbre, la castidad, etc. (Gál 5,2- 23). Podemos practicar la caridad
de mala gana y con presunción, pero lo hacemos, lo malo es no hacerlo. Al hacerlo
le quitamos el hambre y la sed a los que lo tienen, lómalo es no hacerlo, y
enviar con las manos vacías al que viene a pedir la ayuda.
El
que no cultiva los frutos de la fe, ésta está sin obras, está vacía y muerta.
(Snt 2,14- 17) Por eso el mismo Santiago nos dice: La religión pura e
intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en
su tribulación y conservarse incontaminado del mundo. (Snt 1,27) No esperemos
que los pobres vengan a pedir, vayamos a su encuentro y busquémoslos. No le
hagamos al sordo, ni al mudo, ni al ciego, ni al cojo, “extendamos la mano para
compartir lo que tenemos, lo que sabemos y lo que somos. (Mc 3,1-5) Y busquemos
a los que necesitan de nuestros dones.
Si
alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le
cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca,
sino con obras y según la verdad. (1 de Jn 3, 17- 18) Si sabéis que él es
justo, reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de él. (1 de Jn 2,
29)
Aquel,
pues, que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.(Snt 4, 17) El que
sabe amar, también sabe agradecer, y el que sabe agradecer, sabe servir. El que
sabe que Dios lo ama, también se abre amar a Dios y a su prójimo. El que sabe que sus dones
materiales o espirituales son dones de Dios, también, se abre a compartir con
los demás.
Nosotros
sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos.
Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un
asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él. (1 de
Jn 3, 14-15) Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo
el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a
Dios, porque Dios es Amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en
que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En
esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él
nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. (1 de Jn
4, 7- 10)
Amar
es darse, es entregarse es inmolarse y sacrificarse por amor a los demás para
que se realicen como lo que son, personas, hijos de Dios.
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