EL AMOR NACE Y CRECE EN UN CORAZÓN REDIMIDO Y PURIFICADO.

 

EL AMOR NACE Y CRECE EN UN CORAZÓN REDIMIDO Y PURIFICADO.

El amor que nos habla la Biblia, es un amor sin condiciones, es entrega absoluta, no busca su propio interés, sino el bien de los demás. Es un amor que defiende, que protege. La más grande expresión de amor, la encontramos en las Escrituras cuando nos dice: “De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él crea, no se pierda, más tenga vida eterna». (Juan 3,16)

Jesús nos enseñó el arte de vivir con su vida y con sus palabras como lo que somos: hijos de Dios y como personas.

«No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los roen, ni ladrones que abran boquetes y roban. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. «La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso, pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá! (Mateo 6,19-23)

Jesús nos enseña a trabajar y proteger nuestro trabajo (Gn 2, 15) Él no quiere que gastemos más de lo que ganamos.  El no quiere que hagamos fiesta con dinero prestado ni ajeno. (Eclo 18, 33) Jesús no quiere que derrochemos en vicios o en lujos superfluos porque sería un fraude para los pobres. (cf Lc 16, 1- 3) Jesús quiere que compartamos los dones de Dios con los demás, por eso y para eso nos libera y nos sana.(Mc 3, 5)

¿Cuál es nuestro tesoro? Pensemos a la luz de la realidad, el hombre es un buscador, ¿qué busca? Busca razones para sentirse bien, para ser feliz. ¿Dónde lo busca? Hay diversidad de gustos y valores. Muchos lo buscan comiendo en restaurantes caros y lujosos. Otros lo buscan obteniendo carros lujosos, otras más en ropa elegante; otros más lo buscan teniendo casas elegantes y bonitas, aunque no tengan ropa, ni coman de manera vistosa o tengan carros lujosos. Otros más lo buscan paseándose, viajando conociendo lugares. Algunos, más lo buscan en la educación de sus hijos, aunque se priven de muchas cosas, y pocos lo buscan en el sentido de la vida. Algunos lo tienen todo o casi todo, menos la paz, la alegría y el amor.

La Biblia nos habla de practicar la caridad, llamada también justicia o solidaridad que en un principio se le llamó “limosna”   “El agua apaga el fuego llameante, la limosna perdona los pecados.” (Eclo 3, 30) Después se le llamó  justicia: Si sabéis que él es justo, reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de él.(1 de Jn 2, 29) La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo.(Snt 1, 27) La caridad es paciente, tolerante y servicial (1 de Cor 13, 4) Es la señal que hemos pasado de la muerte a la vida (cf 1 de Jn 3, 14) Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad. (1 de Jn 3, 17- 18)

¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: «Idos en paz, calentaos y hartaos», pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta. (Snt 2, 14- 17)

¿Dónde estaba el “tesoro” de Jesús? Estaba en la voluntad de su Padre (Jn 4, 34) Estaba en los pobres, en los enfermos, en los pecadores, en los niños y en las mujeres por eso las defendió y por eso los amó y se entregó por ellos.(Gál 2, 19- 20; Ef 5, 1- 2; 5, 25)

¿Dónde estaba el “tesoro” de san Pablo? Su tesoro era Cristo, por eso todo fuera de Jesús es basura, lo considera como pérdida, hasta como estiércol: “Pero lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no con la justicia mía, la que viene de la Ley, sino la que viene por la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe, y conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte” (Flp 3, 7- 10). Por eso pudo decir: Para mí la vida es Cristo y la muerte, es ganancia (Flp 1, 21)

¿Dónde está el “tesoro” de nosotros? ¿Es Cristo nuestro tesoro? La Obra del Espíritu Santo en nuestra vida es llevarnos a Cristo para que llegue a ser el “centro de nuestra vida” para siendo el nuestro tesoro lo amemos y lo sirvamos. Amar la persona de Jesús, su Palabra, su Oración, su Obra, su Misión y su Destino. Qué la experiencia de Cristo en nuestro corazón sea el Motor de la vida nueva, y que como hombres nuevos, dejemos atrás todo lo que no nos ayuda a crecer en el Reino de Dios para que podamos estar entrando por la puerta estrecha (Mt 7, 13) Con la disponibilidad de hacer la voluntad de Dios, amando y sirviendo a, desde la Iglesia a la Humanidad. El amor a Cristo es nuestra Luz, nuestra Fuerza y es nuestra Misericordia.

El amor pide reconocer al otro como persona, aceptarlo como es. Reconocer que nos pertenecemos mutuamente y nos aceptamos como dones de Dios, para caminar juntos y poder cargar las debilidades de los demás (Rm 15, 1) Que entre nosotros haya una preocupación mutua, una reconciliación continua y un compartir permanente. Porque hay amor y donde hay amor hay verdad que nos libera para que seamos libres para amar.

La caridad o el amor nace y crece en un corazón limpio, en una fe sincera y en una conciencia recta (1 de Tim 1, 5) Si falta uno de estos elementos, estamos vacíos de Dios, de amor y de los valores del Reino.