LA
OBRA DEL ESPÍRITU SANTO ES HACER QUE EL MUNDO CREA EN JESÚS.
«Por
eso os digo: Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres, pero la
blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. Y al que diga una palabra
contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el
Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro. (Mt 12, 31-
32)
¿Cuál
es la blasfemia contra el Espíritu Santo? La Obra del Espíritu Santo es
llevarnos a Jesús para que el mundo crea en él y creyendo se salve. Porque no
hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos
salvarnos.» (Hch 4, 12) ¿Quién podrá salvarnos fuera de Cristo? ¿A quién
iremos, si sólo él tiene palabras de vida eterna, y si sólo sus palabras son
espíritu y vida? (Jn 6, 63. 68) La Obra del Espíritu Santo es conducirnos a
Cristo para que seamos hijos de Dios (Rm 8, 14) Si seguimos a otro espíritu,
¿Quién podrá salvarnos? Sólo en virtud de la sangre de Cristo nuestros pecados
son perdonados (Ef 1, 7) Y sólo en virtud de su sangre nuestros corazones son
lavados de los pecados que llevan a la muerte (Heb 9, 14) La Obra del Espíritu
Santo es actualizar la Obra redentora de Cristo: nuestra liberación, nuestra
salvación y nuestra santificación.
Así
lo dice el apóstol san Juan: Queridos, no os fiéis de cualquier espíritu, sino
examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han
salido al mundo. Podréis conocer en esto el espíritu de Dios: todo espíritu que
confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios y todo espíritu que no
confiesa a Jesús, no es de Dios; ese es el del Anticristo. El cual habéis oído
que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo. (1 de Jn 4, 1- 3) Unos niegan
que Jesucristo es Dios y otros niegan que Jesucristo es hombre verdadero. Si,
así fuera, entonces no hemos sido redimidos, como tampoco salvados.
La
confesión de Pablo: Es cierta y digna de ser aceptada por todos esta
afirmación: Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores; y el
primero de ellos soy yo. (1 de Tim 1, 15) Y san Juan nos confiesa lo mismo
que Pablo: Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos
en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo
pecado. Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no
está en nosotros.(1 de Jn 1, 5- 8) La Obra del Espíritu Santo es convencernos
que somos pecadores necesitados de la gracia de Dios y urgidos de conversión. (cf
Jn 16, 8- 13)
La
obra del Espíritu Santo es convencernos que somos humanos, personas valiosas y
dignas, no somos un objeto, una cosa, sino un alguien, una persona, llamada a
crecer y a madurar hasta alcanzar la plenitud de Cristo en el amor y en el servicio.
Tal como lo dice y lo hizo Jesús: No ha de ser así entre vosotros, sino que el
que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que
quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera
que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su
vida como rescate por muchos.» (Mt 20, 26- 28).
El
servicio es nuestra vocación, hagámoslo con voluntad y con libertad, de buena
gana, sin ser forzados ni obligados. Esto es posible cuando tenemos la vida de
Cristo en nosotros. Hay disponibilidad para hacer la voluntad de Dios en
cualquier lugar y en cualquier circunstancia. Disponibilidad para salir fuera
para ir al encuentro de una persona concreta para iluminarla con la luz del
Evangelio que es el amor. Disponibilidad de dar la vida, hasta la muerte, por
hacer los dos objetivos anteriores. Esto es tener la disponibilidad para servir
con amor, libre y voluntariamente.
Los
frutos de la fe son llamados también frutos del Espíritu: En cambio el fruto
del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre,
dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús,
han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. Si vivimos según el
Espíritu, obremos también según el Espíritu. (Gál 5, 22- 25) Son frutos de la
cosecha, del cultivo del corazón, de la conversión. Fruto del Espíritu Santo y
de nuestros esfuerzos, renuncias y sacrificios. Obrar según el Espíritu Santo
es ser dóciles a sus mociones.
La
obra del Espíritu trabaja y abarca a la persona de Jesús y toda su Obra, su
Palabra, los Sacramentos, la Iglesia, la Oración, las Obras de misericordia y
el Apostolado: "Dicho esto,
les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.
Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también
yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu
Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos.»" (Jn 20, 20- 23)
El
Espíritu que estaba y actuaba en Jesús es el mismo Espíritu que está en los
Profetas, en los Apóstoles, en la Iglesia y encada uno de nosotros. ¿Por qué no
vemos sus manifestaciones en nuestra vida como se veía en el Nuevo Testamento? ¿Será
que nos falta fe y conversión? ¿Será que no somos conducidos por el Espíritu
Santo? ¿Será que el espíritu del mundo reina en nuestras vidas?
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