JESÚS
ES LA EXPRESIÓN MÁS GRANDE DEL AMOR DE DIOS A LOS HOMBRES.
Jesús
afirma su divinidad diciendo "Antes de que Abraham existiera, Yo Soy" refiriéndose
al nombre de Dios revelado a Moisés en la zarza ardiente como "Yo soy
el que soy" (Éxodo 3, 14).
Esta
declaración de Jesús al apropiarse del Nombre de Dios es una clara enseñanza
sobre su naturaleza divina y su existencia eterna, siendo una referencia al Dios
eterno de las Escrituras. Así lo ha confirmado Juan al decir: “En el principio
existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.” (Jn 1,
1) Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos
contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de
gracia y de verdad.(Jn 1, 14). Esta Palabra es Emmanuel: Ved que la virgen
concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido
significa: «Dios con nosotros.» (Mt 1, 23) Dios entre nosotros y Dios en favor
de nosotros. Emmanuel es el mismo Jesús: Dará a luz un hijo, y tú le pondrás
por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.» (Mt 1, 21)
Jesús
es el Hijo de Dios, es el amor entregado de Dios a los hombres para salvarnos: “Porque
tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en
él no perezca, sino que tenga vida eterna.” (Jn 3, 16) Jesús viene a traernos a
Dios, según las palabras de Juan: “El ladrón no viene más que a robar, matar y
destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.” (Jn 10,
10) Se trata de la vida divina que Dios nos ha dado en Cristo Jesús: Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado
vida eterna y esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo, tiene la vida;
quien no tiene al Hijo, no tiene la vida. (1 de Jn 5, 11- 12) En ella estaba la
vida y la vida era la luz de los hombres, (Jn 1, 4) Jesús es vida y Jesús es
luz: Jesús les habló otra vez diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me
siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.»(Jn 8, 12)
La
Palabra de Jesús es Luz que ilumina nuestro camino y nos enseña a discernir entre
lo bueno y lo malo, es fuerza para rechazar lo malo y para hacer lo bueno. Es
Palabra llena de amor y de misericordia que nos convence de que Dios nos ama y
que nosotros podemos amarnos los unos a los otros (cf Jn 13, 34) Escuchemos a
Jesús decirnos: “Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si
os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis
la verdad y la verdad os hará libres.” (Jn 8, 31- 32) Jesús nos invita a
permanecer en su Palabra para dar frutos de vida eterna. La Palabra de Dios es
la semilla del reino, tiene poder para cambiarnos de las tinieblas a la luz (Ef
5, 8) Para dar frutos de luz: la bondad, la verdad y la justicia (Ef 5,9)
Conocer
la verdad que Dios nos ama incondicionalmente, verdad que nosotros somos
pecadores amados por Dios que quiere salvarnos y llevarnos al conocimiento (1
de Tim 2, 4) Verdad que es Cristo que nos da la verdadera libertad, la libertad
de los hijos de Dios (Gál 5,1) Verdad que nos libera de la esclavitud del
pecado y nos lleva a los terrenos de Dios: El amor y la vida, la justicia y la santidad, la misericordia
y la libertad. Tal como lo dice Pablo: “Mas todos nosotros, que con el rostro
descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos
transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el
Señor, que es Espíritu.(2 de Cor 3, 18) Porque donde está el Espíritu, allí está
la libertad”. ( 2 de Cor 3, 17)
Con
la ayuda de la Gracia y nuestras decisiones vamos preparándonos para responder
a la pregunta de Jesús: ¿Quién soy yo para ustedes? (Mt 16, 16)La respuesta de
Pedro, es la respuesta de toda la Iglesia y de cada uno de nosotros. Respuesta
que se ha forjado en nuestros corazones. No podemos copiarla, ni rebuscarla en
libros, ha de salir de nuestro corazón como expresión del amor a Cristo: Señor
Jesús Tú eres el Hijo de Dios que nos amó, y te entregó a nosotros (Jn 3, 16)
Tú eres el don de Dios a los hombres. Tú eres nuestro Salvador y nuestra
Salvación porque te ofreciste como hostia viva, santa y agradable a Dios por
nosotros (Rm 12, 1; Gál 2, 19- 20; Ef5, 1-2) Tú eres nuestro Maestro y Señor
porque nos enseñaste el arte de amar hasta el extremo y el arte de servir (Jn
13, 13. 34) Tú eres mi Señor y mi Dios porque diste tu vida por nosotros y resucitaste
para darnos vida eterna (Jn 20, 28; Jn 6, 40) Y porque nos das todo lo tuyo,
compartes tu herencia con nosotros (cf Rm 8, 17) Nos entregas a tu Padre, a tu
Espíritu Santo, a tu Madre, a tu Iglesia, a tus Sacramentos, nos das tu Palabra
y nos invitas amar a nuestros enemigos: “Pero yo os digo a los que me escucháis:
Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os
maldigan, rogad por los que os difamen.” (Lc 6, 27- 28) Tal como Tú lo hiciste.
Nos
invitas a ser hijos de Dios, hermanos tuyos y de los demás, discípulos y apóstoles,
servidores y administradores de la multiforme gracia de Dios (1 de Cor 4, 1) A
todos invitas a pasar la vida eterna contigo en el cielo al decirnos: “Entonces
dirá el Rey a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la
herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque
tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era
forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me
visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme." (Mt 25, 34- 36)
A
nadie engañas, a nadie manipulas, a nadie explotas y a nadie entra a tu Reino a
fuerzas. Todo es en Libertad, por Amor y en Verdad. El que quiera seguirme que
me siga… Por eso gracias, Señor nuestro y Dios nuestro. "Por cuanto nos ha elegido en Cristo antes
de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el
amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de
Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, "(Ef 1, 4- 5)
Y todo porque nos has amado con amor eterno… y
tienes gracia reservada para nosotros (cf Jer 31, 3)
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