ME HA UNGIDO PARA ANUNCIA A LOS POBRES LA BUENA NUEVA.
Iluminación: El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres. (Is 61, 1)
El relato evangélico:
En aquel tiempo, Jesús fue a
Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre
hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen
del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba
escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para
llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos
y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el
año de gracia del Señor. Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se
sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él.
Entonces comenzó a hablar, diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de
la Escritura que acaban de oír”. (Lc 4, 16-21)
El espíritu del Señor está sobre mí:
Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. Reposará
sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu
de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh. Y le inspirará
en el temor de Yahveh. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas.
Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de
la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus
labios matará al malvado. Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el
cinturón de sus flancos. Se está hablando de Jesús, el Cristo, el Mesías, el
Ungido del Señor para ser sacerdote, profeta y rey de reyes. Qué por amor dará
su vida para purificarnos de nuestros pecados y para hacernos un reino de
sacerdotes para su Padre.
En la sinagoga de Nazaret Jesús nos
presenta su itinerario, de cada día y el de todo su ministerio: El Espíritu del
Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena
nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos,
para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. Para
esto predica su Palabra y siembra el reino de su Padre, hace milagros, hace
exorcismos, llama a los Doce, los forma y al final da su vida y resucita.
Muerte para el perdón de los pecados y resucita para darnos Vida eterna y para darnos
Espíritu Santo. Paga el precio, su sangre para reunir a los hombres como
Familia de Dios y hacer la Nueva Alianza de la que nace: "Pero vosotros
sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para
anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su
admirable luz vosotros que en un tiempo no erais pueblo y que ahora sois el
Pueblo de Dios, de los que antes no se tuvo compasión, pero ahora son
compadecidos."(1 de Pe 2, 9- 10)
Cuando llegó la hora, se puso a la
mesa con los apóstoles; y les dijo: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con
vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la comeré más hasta que
halle su cumplimiento en el Reino de Dios.» Y recibiendo una copa, dadas las
gracias, dijo: «Tomad esto y repartidlo entre vosotros; porque os digo que, a
partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el
Reino de Dios.» Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio
diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en
recuerdo mío.» De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: «Esta copa
es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros. (Lc 22, 14-
20)
La Eucaristía es presencia real de
Jesucristo, es un banquete y es el sacrificio que Cristo ofrece al Padre en el
altar de su corazón en favor de la humanidad. Celebramos la muerte y la resurrección
de Cristo Jesús. Con dignidad acerquémonos a recibir el “Pan del Cielo” Con el
traje de bodas, revestidos de Cristo Jesús. Como lo dice el apóstol san Pablo:
“Purificaos de la levadura vieja, para ser masa nueva;
pues sois ázimos. Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado. Así
que, celebremos la fiesta, no con vieja levadura, ni con levadura de malicia e
inmoralidad, sino con ázimos de pureza y verdad.” (1 de Cor 5, 7- 8)
Volvamos a Juan: "Antes de la
fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este
mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó
hasta el extremo. " (Jn 13, 1) Lavó los pies a sus discípulos y les dijo: "Vosotros
me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque
lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros
también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para
que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros." (Jn 13, 13- 15).
Lavar pies es ayudar, es servir, es compartir la vida y los dones con los
demás.
En seguida, como parte del
mandamiento del servicio, les da el Nuevo Mandamiento: "Os doy un
mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado,
así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que
sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.»" (Jn 13,
34- 35) La clave está en amar como Jesús nos amó. Hasta el extremo, hasta el
dolor, hasta el sufrimiento, hasta dar su vida, hasta su muerte. Es su mandamiento
regio, el del Rey para poder guardarlo hay que aceptar lo como Salvador,
Maestro y Señor, guardar los mandamientos y su Palabra (Jn 14, 21. 23)
Hoy jueves santo Jesús nos
manifestado su Amor dándose como Pan de Vida en la Eucaristía. Ordenando sus
apóstoles como sacerdotes para con Potestad celebraran los Sacramentos. Nos
dejó el mandamiento del Servicio y el mandamiento del Amor. Para que, como, discípulos suyos sigamos sus huellas y hagamos
sus Obras para gloria de Dios y para el bien de los demás.
Celebremos la Fiesta de la Pascua:
de la muerte y de la resurrección de Jesucristo.
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