MARÍA SE HABÍA QUEDADO LLORANDO JUNTO AL SEPULCRO DE JESÚS.

 


MARÍA SE HABÍA QUEDADO LLORANDO JUNTO AL SEPULCRO DE JESÚS.

 

Aleluya, aleluya. Aleluya. Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. (Sal 117, 24)

 El día de la resurrección, María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron: "¿Por qué estás llorando, mujer?" Ella les contestó: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto". Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: "Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?" Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: "Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto". Jesús le dijo: "¡María!" Ella se volvió y exclamó: "¡Rabuní!", que en hebreo significa 'maestro'. Jesús le dijo: "Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios' ". María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor y para darles su mensaje. (Jn 20, 11-18)

El día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo, es el día de la resurrección, la de Cristo y la nuestra. La experiencia de la resurrección en nuestra vida es el Motor de la Vida Nueva: Experiencia de la presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en nuestro interior, en nuestro corazón. Experiencia que orienta nuestra vida hacia los Terrenos de Dios: La bondad, la verdad, la justicia, la libertad, la santidad. Nos lleva a los terrenos del Amor y del Servicio. Experiencia que nos lleva a enamorarnos de la Persona de Jesús de Nazaret. Amor que nos hace hacer de la Palabra de Cristo la delicia de nuestro corazón. Amamos a Jesús y amamos su Palabra, es Fuego que nos quema, pero, no nos destruye, tan sólo nos purifica. Experiencia que nos hace ser orantes, amamos la Oración con Jesús. Oramos siempre, en cualquier momento y por cualquier circunstancia. La oración es un diálogo filial, fraterno y amistoso. Experiencia que nos lleva a enamorarnos de todo lo que Jesús amó: su Iglesia, hasta dar su vida por ella (Ef 5, 25) Y amarla como ella es, y no como quisiéramos que fuera, perfecta. La Iglesia es débil y fuerte, sana y enferma, santa y pecadora. Experiencia que nos lleva amar a los pobres porque descubrimos a Jesús en ellos. El amor a los pobres nos ayuda a ser generosos, desprendidos y serviciales.

La experiencia de la resurrección hace nacer en nosotros los deseos de servir, tal como lo dice Pablo: "Así pues, queridos míos, de la misma manera que habéis obedecido siempre, no sólo cuando estaba presente sino mucho más ahora que estoy ausente, trabajad con temor y temblor por vuestra salvación, pues Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece."(Flp 2, 12- 13) Nos lleva al compromiso de la fe. Servir en la Iglesia y desde ella. Van apareciendo en los carismas que crecen con el uso de su ejercicio, todo acompañado por un gozo inefable, se trata del gozo del Señor que brota y nace de un corazón que vive de encuentros con Jesús resucitado. Digamos con alegría “Hoy es el día del triunfo del Señor que ha resucitado a Jesús y a nosotros.” Es una alegría que contagia, por eso Pablo nos dice: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres” (Flp 4, 4) Es la alegría, el gozo de la resurrección.

 El día de la resurrección, María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús, buscaba el cadáver del muerto para embalsamarlo. Amaba a Jesús, pero no tenía fe. María miro que Jesús estaba detrás de ella, pero no lo reconoció. Estaba junto a ella para animarla, para consolarla, para darle vida. Jesús resucitado le pregunta: "Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?"

Hay muchos hombres y muchas mujeres que tienen el espíritu de María Magdalena. Están tristes, desconsolados, lloran, han perdido la fe. Unos buscan a Jesús en la Iglesia, quieren verlo, sentirlo y experimentarlo, y nada, y se van. Otros ven malos testimonios, se desilusionan y se van de la Iglesia. Algunos son maltratados o hasta los corren y se van. No le encuentran sentido al viernes santo, al sufrimiento que nos enseña que es oblativo, que hay que padecer antes de entrar en la gloria (cf Lc 24, 26) Para muchos Jesús es sólo un parche, lo buscan cuando tiene alguna fiesta, algún difunto, pero, no tiene fe.

Todo hombre y toda mujer, son buscadores. ¿Qué buscan? Buscan razones para sentirse bien, para ser felices. Buscan en el trabajo, en el alcohol, en la fiesta, en el placer, en el dinero, en los lujos, en la droga, en el sexo: buscan ser felices pero parece que la felicidad no se busca, el que lo haga estás condenado a vivir sin encontrarla. Blas Pascal, filósofo católico dijo: Lo que en el fondo buscan es a Dios, pero, lo buscan en las tumbas vacías. Es Jesús resucitado, el Buen Pastor que nos busca hasta encontrarnos (Lc 15, 4) La clave está en dejarnos encontrar, Jesús se hace el encontradizo. A Jesús podemos encontrarlo en el servicio a los pobres, en la Misericordia, en la Justicia, en la Caridad, en el servicio a los Enfermos, en la ayuda a los más necesitados, en su Palabra, en la Oración bien hecha, en los Sacramentos bien celebrados en la Comunidad fraterna, solidaria y servicial.

 María le dice: "Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto". Jesús le dijo: "¡María!" Ella se volvió y exclamó: "¡Rabuní!", que en hebreo significa 'maestro'. Jesús la conoce y la llama por su Nombre. Eres de gran valor, eres preciosa a mis ojos y yo te amo (Is 43, 3-4) Jesús se hace el encontradizo y ella se deja encontrar por él. Es un encuentro gozoso y es glorioso porque ella cree en Jesús resucitado. Es él mismo, pero, no es el mismo, el corazón de María se desborda de alegría, se lanza a sus pies, pero, Jesús le dice: “No me toques.” "Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios' ". María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor y para darles su mensaje. Y María Magdalena es la primera misionera del Resucitado, la primer apóstol a llevar la Buena Noticia de la Resurrección.

 Jesús resucitado es el Portador de la Vida eterna, él es la Vida eterna y quiere sembrarla en el corazón de los hombres, para eso siembra su Palabra en nuestros corazones, quien la escucha en su corazón ya tiene su Vida eterna que llega como Luz que ilumina nuestras tinieblas para que se descubran los huesos secos del pecado. La Palabra viene con fuerza y Poder para levantarnos y llevarnos al encuentro con Cristo resucitado con un corazón arrepentido y pidamos perdón de nuestros pecados. Allí en el encuentro con Cristo, él perdona nuestros pecados y nos resucita, nacemos de Dios. La Palabra es portadora de Misericordia para los pecadores y para que después de ser perdonados, ellos también sean misericordiosos. Es Jesús resucitado el que nace en nuestros corazones, entra en nuestra vida y nos lleva al reino del Hijo de su Amor (Col 1, 13- 14) Él nos llama y nos atrae hacia él con cuerdas de ternura, pero no nos empuja, Nada es a fuerzas, no manipula, si tú quieres ven a mí y tráeme tu carga y yo la clavaré en mi Cruz y entrarás en mi descanso (Mt 11, 28- 29). Seamos testigos de la resurrección de Jesucristo, vivamos la experiencia.

 



 

 

Publicar un comentario

Whatsapp Button works on Mobile Device only

Start typing and press Enter to search