LA VIDA RESUCITADA ES LA OBRA DEL CRISTO RESUCITADO EN NUESTROS CORAZONES.

 


LA VIDA RESUCITADA ES LA OBRA DEL CRISTO RESUCITADO EN NUESTROS CORAZONES.

Iluminación: Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como os lo había anunciado. Aleluya. Fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitado para nuestra justificación. Aleluya.

La Obra de Jesús no terminó en la cruz, con su resurrección está ahora en camino. Sus Discípulos la están continuando: “Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Y durante muchos días se apareció a los que con él habían subido de Galilea a Jerusalén: éstos, efectivamente, dan ahora testimonio de él ante el pueblo. Y nosotros os damos la buena nueva: la promesa que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él ahora con nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el salmo segundo: «Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy.” (Hch 13, 30-33)

Jesús ahora bautiza con el Espíritu Santo a la Iglesia, el Poder de Dios para que se actualice la Obra de Jesús en la historia: “El día de Pentecostés, dijo Pedro a los judíos: "Sepa todo Israel, con absoluta certeza, que Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús, a quien ustedes han crucificado". Estas palabras les llegaron al corazón y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: "¿Qué tenemos que hacer, hermanos?" Pedro les contestó: "Arrepiéntanse y bautícense en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados y recibirán el Espíritu Santo. Porque las promesas de Dios valen para ustedes y para sus hijos y también para todos los paganos que el Señor, Dios nuestro, quiera llamar, aunque estén lejos".  Con éstas y otras muchas razones los instaba y exhortaba, diciéndoles: "Pónganse a salvo de este mundo corrompido". Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unas tres mil personas.” (Hch 2, 36-41)

Pedro en nombre de la Iglesia predica diciendo: “Ustedes lo mataron por medio de gente malvada, pero Dios lo resucitó y lo sentó a su derecha y lo ha constituido Señor y Cristo. El que murió en la cruz, está vivo, ha resucitado. La gente responde con un corazón compungido: ¿Qué tenemos que hacer? La acción del Espíritu Santo presente en la Palabra ha tocado sus corazones. La Palabra es Luz, es Poder, es Misericordia. Pedro en nombre de la Iglesia les dice: "Arrepiéntanse y bautícense en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados y recibirán el Espíritu Santo.”

El bautismo es el sacramento de la fe, es signo de la Nueva Alianza que fue sellada con la sangre del Cordero inmolado, Cristo Jesús. Jesús resucitado cuando envía a sus discípulos los dice: “Vayan por todo el mundo y prediquen todo lo que les he enseñado. El que crea y se bautice se salvará, el que no crea y no se bautice, no se salvará” (Mc 16, 15- 16) El bautismo nos incorpora y reviste de Cristo (cf Gál 3, 26) ¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva.(Rm 6, 3- 4) Por el bautismo morimos con Cristo, fuimos sepultados con él y resucitamos con él a una nueva vida, la vida de Dios, que llamamos vida eterna. Ahora ¿Qué debemos hacer? "Rechazad, por tanto, toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias. Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación, si es que habéis gustado que el Señor es bueno."(1 de Pe 2, 1- 3) Aprendamos de la Palabra de Dios para hacernos discípulos de Cristo, para que conozcamos la Verdad que nos hace libres (cf Jn 8, 31- 32)

La Verdad nos saca del dominio de las tinieblas y nos lleva a Cristo, encuentro Liberador. Gozoso y Reconciliador. Nos quita las cargas del pecado, nos hace partícipes de su resurrección y nos reconcilia con Dios y con los hombres. Conducidos con su Palabra aprendemos a vivir la “vida resucitada” de Jesús. Si hemos resucitado con Jesús, ahora, él vive en nuestros corazones” (Ef 3, 17) Cristo resucitado es nuestro maestro interior, desde dentro, nos enseña, guía, actúa, ama y sirve a Dios y a los demás. En la obediencia a su Palabra estamos construyendo  la Casa sobre Roca, sobre lo firme, lo estable y lo seguro, sobre Cristo. (cf Mt 7, 24) La vida resucitada nos da frutos en abundancia. Estamos pasando de la muerte a la vida, del pecado a la Gracia, de las tinieblas a la luz, de la aridez a las aguas vivas. Hace de nuestros corazones un manantial de aguas vivas, una tierra espaciosa que mana leche y miel (Jn 7, 37: Ex 3, 8) Los hijos de la vida resucitada son la bondad, la verdad, la justicia, la libertad y la santidad (Ef 4, 24; 5, 9) La humildad, la mansedumbre y la misericordia (Col 3, 12) La fe, la esperanza, la caridad y la verdad (2 de Tim 2, 22; 1 de Ts 5, 8)

La “vida resucitada” nos pide vivir como Jesús vivió: amando hasta el extremo y sirviendo a los pobres, a los enfermos a los pecadores: Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.» (Mt 20, 25- 28)

 

Dos cosas nos pide la “vida resucitada” Amar y Seguir a Cristo Jesús. El que lo ama guarda sus mandamientos, ama su Palabra y ama a sus hermanos. Y el que lo sigue conforma su vida con la de Jesús, es su discípulo, camina con él y vive con él y con los demás. La vida resucitada se vive en Comunión, Participación, Reconciliación y en Misión. Se vive como parte de una Comunidad, fraterna, solidaria y servicial.

 



 

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