EL HOMBRE JUSTO ES COMO EL ÁRBOL QUE DA FRUTOS BUENOS.

 


EL HOMBRE JUSTO ES COMO EL ÁRBOL QUE DA FRUTOS BUENOS.

Iluminación: "Bendito sea aquel que fía en Yahveh, pues no defraudará Yahveh su confianza.” (Jer 17, 7)

El justo es el hombre de Dios, es el que vive en comunión con el Señor: “Es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la orilla de la corriente echa sus raíces. No temerá cuando viene el calor, y estará su follaje frondoso; en año de sequía no se inquieta ni se retrae de dar fruto."(Jer 17, 8) El justo es el árbol que da frutos buenos (Mt 7, 16) Su corazón, es como tierra espaciosa que da leche y miel (cf Ex 3, 8) Siempre dispuesto hacer la voluntad de Dios. Su confianza está puesta en el Señor, por eso puede decir con el profeta:


“Mi Señor, tú eres el Dios verdadero, tus palabras son de fiar, y has hecho esta promesa a tu siervo. Dígnate, pues, bendecir a la casa de tu siervo, para que esté siempre en tu presencia; ya que tú, mi Señor, lo has dicho, sea siempre bendita la casa de tu siervo.”  (2S 7, 28-29)

Dios guarda y protege a los suyos: Dios es el guardián de los justos, los cuida y los protege: “Dios reserva su auxilio para los rectos, es un escudo para los que proceden con honradez, cuida de los justos y guarda el sendero de sus amigos.” (Pr 2, 7-8)

Los rectos de corazón son aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la obedecen, por eso le pertenecen al Señor, porque lo aman y lo obedecen. Tal como lo dice el libro de la sabiduría:   La Sabiduría guió al justo por caminos seguros cuando tuvo que huir y le descubrió el reino de Dios; le dio el conocimiento de las cosas santas; le dio éxito en sus trabajos y multiplicó el fruto de sus fatigas. (Sb 10, 10) Los caminos de la rectitud están conformados por los diez mandamientos. Sabio es que hace el bien y rechaza el mal.

Los que temen al Señor no desobedecen sus palabras; los que lo aman siguen sus caminos. Los que temen ofenderlo buscan lo que es de su agrado; los que lo aman cumplen su ley. (Sir 2, 18-19) Así lo confirma el evangelista san Juan al decirnos: "El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.» Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él."(Jn 14, 21. 23) Jesús se manifiesta en la vida del justo liberándolo, reconciliándolo y promoviéndolo. Para que camine en la luz y produzca frutos de Luz: la bondad, la verdad y la justicia (Ef 5, 9)

Entonces podemos buscar las cosas de Dios: "Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él."(Col 3, 1- 4)

De mucha importancia es encontrar el sentido de las palabras de Pablo: "Mirad: el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que siembra en abundancia, cosechará también en abundancia. Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para colmaros de toda gracia a fin de que teniendo, siempre y en todo, todo lo necesario, tengáis aún sobrante para toda obra buena."(2 de Cor 9, 6- 8)

Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor y no a los hombres: sabiendo bien que recibiréis del Señor en recompensa la herencia. Servid a Cristo Señor. (Col 3, 23-24) ¿De qué herencia se trata? Se trata del anhelo de nuestro corazón: "El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados."(Rm 8, 16- 17) Dios es nuestra herencia que Cristo comparte con nosotros. Herencia que podemos compartir ya desde ahora: "Pues su divino poder nos ha concedido cuanto se refiere a la vida y a la piedad, mediante el conocimiento perfecto del que nos ha llamado por su propia gloria y virtud, por medio de las cuales nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina, huyendo de la corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia."(2 de Pe 1, 3- 4)

La gran advertencia: "Por lo tanto, ceñíos los lomos de vuestro espíritu, sed sobrios, poned toda vuestra esperanza en la gracia que se os procurará mediante la Revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no os amoldéis a las apetencias de antes, del tiempo de vuestra ignorancia," (1 de Pe 1, 13- 14) Ante esto Pablo nos exhorta: "Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo."(Ef 6, 10, 11) Las armas de Dios son las virtudes cristianas que nos revisten de Jesucristo (Rm 13, 14)

Lo anterior nos pide que cultivemos el amor que es el fruto por excelencia. El amor brota de la fe sincera, del corazón limpio y de una conciencia recta (1 de Tim 1, 5) La fe sincera nos deja la Luz, el Poder y la Misericordia de Cristo para que caminemos en la Verdad que nos hace libres (Jn 8, 32) Sólo los que son libres pueden amar y servir. El hombre libre del pecado es manso y humilde como Jesús (Mt 11, 29) El hombre justo es recto, es sincero, es honesto y es fiel. Tiene el Poder de Cristo para rechazar el mal y para hacer el bien:

"Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros; con un celo sin negligencia; con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor; con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración; compartiendo las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad."(Rm 12, 9- 13)



 






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