ERES LIBRE PARA HACER EL BIEN Y
PARA HACER EL MAL
Cuando el Señor Dios hizo el cielo
y la tierra, no había ningún arbusto en el campo, ni había brotado ninguna
hierba silvestre, pues el Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra y no
había hombres que labraran el suelo y abrieran canales para que corriera el
agua y se regaran los campos. Un día, el Señor Dios tomó polvo del suelo y con
él formó al hombre; le sopló en la nariz un aliento de vida, y el hombre
comenzó a vivir. Después plantó el Señor un jardín al oriente del Edén y allí
puso al hombre que había formado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda
clase de árboles, de hermoso aspecto y sabrosos frutos, y además, en medio del
jardín, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. El
Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén, para que lo cultivara
y lo cuidara. (Gn 2, 4-9. 15-17)
Un día, el Señor Dios tomó polvo
del suelo y con él formó al hombre; le sopló en la nariz un aliento de vida, y
el hombre comenzó a vivir. El hombre formado del polvo de la tierra, es fragilidad,
es debilidad y es miseria. Y a la misma vez, es grandeza, porque ha recibido de
Dios. el aliento de vida. Luego Dios plantó un hermoso jardín con toda clase de
árboles, y en medio, puso dos árboles: el árbol de la vida y el árbol de la
ciencia del bien y del mal. Y puso al hombre en el jardín del Edén para lo
trabajara y lo cuidara, hasta en el mejor jardín, hay un jardinero, el hombre,
su Misión es Trabaja y Cultiva.
El recibe de Dios su primer
mandamiento: “Puedes comer de todos los árboles del Edén, menos de uno, del
árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que lo hagas morirás sin
remedio.” Se trata del “Libre albedrío” El es portador de una doble capacidad,
es libre para hacer el bien y para hacer el mal. Siglos más tarde el libro del Deuteronomio
nos dirá: "Mira, yo pongo hoy ante ti vida y felicidad, muerte y
desgracia. Si escuchas los mandamientos de Yahveh tu Dios que yo te prescribo
hoy, si amas a Yahveh tu Dios, si sigues sus caminos y guardas sus
mandamientos, preceptos y normas, vivirás y multiplicarás; Yahveh tu Dios te
bendecirá en la tierra a la que vas a entrar para tomarla en posesión. Pero si
tu corazón se desvía y no escuchas, si te dejas arrastrar a postrarte ante otros
dioses y a darles culto, yo os declaro hoy que pereceréis sin remedio y que no
viviréis muchos días en el suelo que vas a tomar en posesión al pasar el
Jordán."(Dt 30, 15- 18)
Mil años después del Deuteronomio,
el libro del Eclesiástico nos dice: "El fue quien al principio hizo al
hombre, y le dejó en manos de su propio albedrío. Si tú quieres, guardarás los
mandamientos, para permanecer fiel a su beneplácito. El te ha puesto delante
fuego y agua, a donde quieras puedes llevar tu mano. Ante los hombres la vida
está y la muerte, lo que prefiera cada cual, se le dará." (Eclo 15, 15-
17)
Dios puso en el interior de todo
hombre su “Ley Interior” la Ley natural
que contiene cuatro voces. La voz de Dios que habla en nuestra conciencia: “No
hagas cosas malas” “Haz cosas buenas” Sí no hiciste el bien e hiciste el mal pecaste,
entonces escuchas la tercera palabra: “Arrepiéntete” Para luego escuchar la
cuarta Palabra: “Alégrate” Porque hay alegría en el cielo cuando un pecador se arrepiente
y vuelve a las manos del Señor. El Hombre es libre para decir, hacer el bien o
el mal, puede y no puede arrepentirse, él lo decide. Los dos principios de la
moral católica: "Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal,
adhiriéndoos al bien" (Rm 12, 9)
El hombre hoy quiere decidir lo que
es bueno y lo que es malo, y lo decide sin Dios. Se siente que dios, hace el mal
y se apropia del árbol de la ciencia del bien y del mal. Decide quién debe
vivir o quien debe morir, hace leyes en contra de la vida y en favor de la
muerte. Se enriquece por medio de la droga para embrutecer y matar a muchos. Su
dinero, su poder y el placer son sus dioses. El hombre pierde su conciencia
moral, se encuentra a merced del pecado que nos lleva a la muerte (cf Rm 6, 23)
El relato evangélico:
“En aquel tiempo, Jesús llamó de
nuevo a la gente y les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanme. Nada que
entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de
dentro". Cuando entró en una casa para alejarse de la muchedumbre, los
discípulos le preguntaron qué quería decir aquella parábola. Él les dijo:
"¿Ustedes también son incapaces de comprender? ¿No entienden que nada de
lo que entra en el hombre desde afuera puede contaminarlo, porque no entra en
su corazón, sino en el vientre y después, sale del cuerpo?" Con estas
palabras declaraba limpios todos los alimentos. Luego agregó: "Lo que sí
mancha al hombre es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las
intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los
adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las
envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen
de dentro y manchan al hombre". (Mc 7, 14-23)
El que coma del árbol de la ciencia
de la vida y de la muerte, ya no puede comer del árbol de la vida, el camino está
bloqueado, pero Dios nos ha abierto un camino, el Camino de la fe que es
Cristo, el Buen Pastor que busca a las ovejas perdidas y las busca hasta
encontrarlas, para decirles: “Andas equivocado, levántate y vuelve al Camino
que lleva a la Casa de mi Padre.” “Despojaos del hombre viejo y revestíos del
hombre nuevo” “Yo soy el Camino” (Jn 14, 6) "«Venid a mí todos los que
estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros
mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso
para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»"(Mt 11,
28- 30)
Si tú quieres, no te sientas
obligado o forzado, eres libre para creer en Mí o para rechazarme, tú lo
decides. “Conmigo o contra mí, el que no junta desparrama” (Mt 12, 30) Frente a
ti esta la vida y la muerte, elige lo que tú quieras. Tú decides salvarte o
perderte, de lo que tú hagas, tú eres responsable. “Porque yo he venido para
que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10) "Porque tanto amó
Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no
perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al
mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él."(Jn 3,
16- 17) La salvación que Jesús nos ofrece, es gratuita e inmerecida, no se
compra y no se vende. Nos da el perdón de los pecados y el don del Espíritu
Santo, el Paráclito, el Abogado, el Maestro y el Consolador. Que camina con
nosotros, que nos enseña, nos defiende, nos cuida y nos transforma. Es el
Espíritu Santo el que nos guía a Cristo, nuestra Casa (Rm 8, 14)
Nada de lo que entra de afuera te
hace daño, lo que si hace daño eso que viene de dentro, el pecado. Que puede
venir de fuera, en veneno que mata y hace estragos, pero si tienes el antídoto,
no te hace daño, el contra veneno es la fe viva, la esperanza cierta y la
caridad ardiente: “Les darán veneno y no les hará daño” (Mc 16, 18) A los
ataque que vienen de fuera les dices: “Perdónalos Padre porque no saben lo que
hacen” (Lc 23, 34) Pablo nos dice: “No se dejen vencer por el mal, al contrario
con el bien venzan al mal” (Rm 12, 21) Luchen con la armas de Luz, con la
armadura de Dios, revístanse de Jesucristo (Rm 13, 12- 14) Esté preparados con
los lomos ceñidos y con sus lámparas encendidas (cf Lc 12, 35) Lo que
significa: “Despojaos del hombre viejo y revestíos del hombre Nuevo, Jesucristo”
(Ef 4, 23- 24)
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